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COPA AMÉRICA

“EL EQUIPO DE BASILE ERA LA SELECCIÓN DEL PUEBLO”

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Claudio García fue parte del plantel argentino que ganó los dos últimos títulos en mayores: las Copas América de 1991 en Chile y la del 1993 en Ecuador. A pocos días del comienzo de un nuevo torneo continental, cuenta su experiencia en la Selección, como fue quedarse afuera del Mundial de Estados Unidos 1994, su relación con Alfio Basile y su opinión sobre el presente del combinado nacional.

Por Jorge Baldino (@IndioBaldino10)

Llega agitado el Turco García. Hasta hace un rato estuvo en el gimnasio y se le nota que está cambiando el aire. La cita es en el predio Tita Mattiussi, propiedad de Racing Club de Avellaneda. Aquí entrenan las divisiones inferiores del último campeón de la Superliga (también el plantel profesional lo hace en algunas ocasiones) y es el lugar en el que el Turco pasa todas las mañanas de su vida, desde hace seis años, de lunes a sábado. Se lo nota contento, feliz, más allá del histrionismo y buen humor natural que lo caracteriza. Cuenta que, si no está en el predio, es porque está viajando por el interior del país, captando chicos para traer al club. Cada tanto, en sus viajes también brinda alguna charla sobre futbol y adicciones, en las que cuenta su experiencia de vida.

Mientras decide donde hacer la entrevista, el bullicio en la confitería del predio es cada vez grande. Hay una buena cantidad de chicos desayunando, entre gigantografias de Diego Milito, Lisandro Lopez y varios jugadores más, que rodean las mesas. Afuera, el clima no da buenas noticias: está muy nublado y sopla un viento bastante fuerte e incómodo. “Vamos para otro lado porque acá no se puede hablar”, esboza con razón. Finalmente, el pasillo que conecta la confitería y el gimnasio es el lugar elegido. “Acá es más tranquilo”, dice mientras acomoda las sillas que trajo desde el comedor. Ahora sí, se presta a la charla con Eter Digital.

-Formaste parte de los últimos dos planteles campeones de Argentina a nivel mayor. ¿Qué sensación te genera eso?

-Por un lado, mucha alegría. Y por el otro, tristeza, porque pasaron muchos años, muchos planteles y grandes figuras que tuvo la Selección a las que no se les pudo dar ningún título. Es bastante difícil de digerir, la verdad. Pero bueno, espero que esta Copa América sea el puntapié inicial para formar una buena base para las eliminatorias. Eso principalmente. Y si se puede ganar, mucho mejor.

-¿Qué tenía ese equipo?

-Mística, teníamos mucha mística. Era muy unido, tanto entre los jugadores como también con el cuerpo técnico. Estuvimos 40 días en Chile y 50 en Ecuador, eso fue muy importante para unir al grupo. Fuimos un plantel conformado en su mayoría por jugadores del medio local, había solo cuatro o cinco que jugaban en el exterior solamente. Éramos la Selección del pueblo.

-Estuvieron 33 partidos invictos, entre 1991 y 1993, parecían invencibles en un momento.

-No, invencibles no, nunca nos sentimos así, porque en el fútbol puede pasar cualquier cosa. Si estábamos con mucha confianza. Todos nos querían ganar para quedar en la historia como el equipo que le sacó el invicto a Argentina.

-¿Cómo era tu relación con el Coco Basile?

-Siempre fue muy buena. Era un técnico que te daba mucha confianza, tanto el cómo su cuerpo técnico, pero siempre poniendo y marcando límites. Muy paterno, muy frontal. No hablaba difícil, te hablaba bien en criollo, para que lo entiendas. Y si te tenía que decir algo sabía en qué momento y cuando hacerlo.

-Justamente fue el técnico que te dejó afuera del Mundial de Estados Unidos 1994. ¿Cómo lo tomaste?

-Por supuesto que no me cayó bien. En su momento dije que me había usado, pero la verdad, me equivoqué. Me pusieron un micrófono en caliente y reaccione mal; fue una calentura del momento. Lo hablé con él después, le pedí disculpas como corresponde, porque sabía que tenía razón, aparte. Yo me había esguinzado el tobillo izquierdo en un Racing-Huracán pocos días antes de la lista y no hubiera llegado bien.

-¿Te lo dijo personalmente que quedabas afuera?

-Sí. Coco siempre iba de frente, esa era una de sus principales virtudes. Si había que decir algo lo decía el, no mandaba a ningún ayudante ni nada. Cuando me comunicó que me quedaba afuera del Mundial yo ya no estaba entrenando. En una charla, los dos solos, me explico porque no iba. Todo esto antes de dar a conocer la lista. Esos son los gestos que tienen los grandes técnicos y las grandes personas, como él.

-¿Cuál es el partido que más recordás con la Selección?

-Contra Inglaterra en Wembley, en el 91. Ese es mi mayor recuerdo como futbolista. Hacer un gol ahí, de cabeza, y el día que cerraban ese estadio, es algo que me va a quedar guardado para siempre. Aparte después del conflicto de Malvinas, tocar suelo ingles… Cuando metí el gol puteé, con una bronca bárbara, en agradecimiento y en honor a todos los chicos caídos en la guerra.

-¿Como ves a la Selección para la Copa América de Brasil 2019?

-Lo importante es que se vuelva a las fuentes. Hay que tratar de formar una Selección Argentina digna y que el día de mañana pueda ganar un Mundial. Mira a Brasil sino: cuando se comió siete con Alemania, volvió a las fuentes y no le importó nada. Hicieron borrón y cuenta nueva. Nosotros acá todavía pensamos en que somos Argentina, la gran potencia. Tenemos que ser más humildes, trabajar para jugar las eliminatorias y poder ganar un Mundial. También hay que tener en cuenta que somos un país exitista, porque hace poco fuimos sub campeones del mundo, que no es poca cosa, pero parece que a nadie le importa.

-¿Qué opinión tenes sobre Lionel Scaloni? ¿Te parece bien que sea el entrenador?

-No me disgusta Scaloni. Tiene el cartel suficiente para ser el técnico de la Selección. La experiencia no la tiene, es verdad, pero tampoco la tiene nadie cuando empieza a dirigir. Tuvo un pasado como futbolista en la Selección, tuvo a un gran entrenador como José Pekerman, ganó títulos, sabe lo que significa defender los colores argentinos. Tiene todo para no tener temor de nada y darle para adelante.

-¿Pensas que Lionel Messi es un líder?

-No sé si es líder, realmente. A mí me da bronca cuando se compara a Messi con Maradona, por ejemplo. Creo que los argentinos tenemos la suerte de haber tenido a los tres jugadores más grandes de toda la historia: Di Stéfano, Maradona y Messi. Hasta al Papa tenemos. No nos podemos quejar.

-¿Qué sentís que le falta a la generación de jugadores como Messi, Agüero, Di Maria?

-Ganar un título. Así de simple. Tienen todo: buenos jugadores, la gente los apoya, igual que la AFA. En el último Mundial, por ejemplo, Sampaoli tuvo todo a su disposición, el plantel viajó en el mejor avión, fueron al mejor hotel. Creo que, en ese sentido, la AFA apoyó en todo momento.

-¿Hay que prestarle más atención al futbol local?

-Si, completamente, hay que darle más importancia. Y lo digo por mi experiencia: para mí, es más fácil jugar en Europa que en Argentina. Antes para irte afuera tenías que romperla en un equipo grande, jugar en la Selección, hacer goles todos los partidos. Ahora es distinto. Allá tenes más espacios para jugar, tenes menos presión. Obviamente, las ligas son muy competitivas, pero específicamente en el juego, en lo individual, creo que es más fácil.

-En comparación con el equipo que vos integraste, ¿a la Selección actual le falta jerarquía?

-No creo. Si bien es verdad que en mi equipo estaban Batistuta, Caniggia, Simeone y Redondo por nombrar algunos. Al Mundial de Rusia, el año pasado, Argentina fue con Messi, Agüero, Higuain, Di María, Dybala. Si eso no es jerarquía… A veces tener los mejores jugadores del mundo no te asegura que vayas a ganar. Te lo comparo con los galácticos del Real Madrid: tenían a los mejores jugadores pero no anduvieron. Eso le pasó a Argentina.

-¿Qué equipos ves como favoritos para ganar la Copa América?

-Argentina siempre es favorita. Brasil, obviamente, porque tiene un gran equipo y aparte es local. Uruguay siempre es fuerte también. Y el otro que creo que puede llegar a dar el batacazo es Venezuela. Es un equipo joven, que hace mucho tiempo que vienen trabajando juntos.

-¿Qué equipo jugaba mejor: el del 91 o el del 93?

Creo que los dos equipos jugaban bien. Si bien la base fue el del 91, los dos mantenían esa mística que decía antes. Todos los jugadores sabíamos lo queríamos, lo que quería el técnico, y lo que significaba la camiseta de la Selección para todos.

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GABRIEL JESÚS, CON LUCES Y SOMBRAS

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La figura del partido fue el joven delantero del Manchester City, quien con una asistencia y un gol, ayudó a su equipo a volver festejar una Copa América después de 12 años. Pero no pudo terminar en cancha ya que fue expulsado en una medida polémica.

Por Franco Rossi

Usar la camiseta número 9 de Brasil conlleva una gran responsabilidad. Jugadores como Ronaldo Nazario, Adriano y Romario han dejado la vara demasiado alta y en la última década la lista de jugadores que la han usado y no han cumplido está integrada por Fred, Diego Tardelli y Jonas entre otros.

Gabriel Jesús fue el encargado de portar la tan preciada y pesada 9 y en la previa del torneo el delantero de Manchester City llegaba con muy buenas estadísticas: había disputado 47 partidos, en los que convirtió 21 goles y logró seis asistencias. Por suerte demostró que, en esta Copa América, estuvo a la altura de dicho dorsal, siendo el jugador más destacado del partido pese a haberse ido expulsado faltando 20 minutos para el cierre del encuentro.

Con su inteligencia y gracias a sus cualidades técnicas, el delantero de 22 años habilitó, luego de haber amagado a los defensores peruanos, con un gran centro a su compañero Everton, que anotó el primer gol del partido. Su habilidad y velocidad con la pelota en los pies le permitieron dejar jugadores peruanos en el camino a lo largo de la primera parte y ayudaron a la Canarinha en más de una ocasión a conseguir tiros libres cercanos al área de Pedro Gallese. Minutos antes de que terminara la primera parte, y luego de una gran jugada de Arthur, el número 9 definió con mucha tranquilidad ante la mala salida del arquero peruano y amplió la ventaja en el marcador.

En la segunda parte tuvo alguna chance para ampliar aún más la ventaja, pero los buenos marcajes, la fatiga y las malas decisiones no lo ayudaron. A los 25 minutos del complemento, cometió una falta innecesaria sobre Carlos Zambrano y vio la segunda amarilla lo que le significó una expulsión. Con bronca, lágrimas en los ojos, pateando y golpeando todo lo que se encontró en su camino -incluido el monitor del VAR-, el joven delantero se retiró de una final de Copa que difícilmente pueda olvidar.

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SIGUE HACIENDO HISTORIA EN CASA

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El conjunto de Tité ganó su novena Copa América. La Verdeamarela mantiene el paso perfecto como local, ya que se quedó con las cinco competencias continentales que organizó desde 1919.

Por Dana Gómez

La primera fue en 1919, a tres años de la primera edición. A diferencia de la cantidad de equipos que participan actualmente, en ese año, apenas fueron cuatro: Brasil, Argentina, Chile y Uruguay. Por ende, se jugó con la modalidad de todos contra todos en el Estadio das Laranjeiras de Río de Janeiro, el mismo que es utilizado por el Fluminense. En este torneo, el local le ganó por goleada a Chile 6 a 0. Una semana después lograría vencer a Argentina por dos goles de diferencia y por último se enfrentaría a Uruguay. Este último encuentro terminó con un empate que generó que ambos tengan la misma cantidad de puntos en la tabla y tuvieran que disputar otro partido para desempatar. Fue así que el 29 de mayo de 1919 se recuerda como el partido más largo de la historia de la Copa América, en el que las dos selecciones jugaron 150 minutos. Tras igualar en los 90 minutos, Brasil y Uruguay debieron jugar dos tiempos de 15 minutos en los persistió el empate. Por esto mismo, jugaron otros dos lapsos más en el cual, Arthur Friedenreich anotó el único gol del encuentro que le daría el título a Brasil.

En 1922 llegó la segunda copa ganada por los cariocas en su tierra. En un principio la sede iba a ser en Chile pero le fue asignada a Brasil para conmemorar su independencia. Para entonces, Paraguay se sumó y se afilió a la Confederación Sudamericana de Fútbol, por lo que pudo participar de la sexta edición. Tanto Brasil, Paraguay y Uruguay llegaron a la final tras empatar en la tabla con cinco puntos. Sin embargo, la selección charrúa abandonó la competición como protesta ante el arbitraje del brasileño Pedro Santos en el partido contra Paraguay. Por lo tanto, quedaron estos dos seleccionados, en el cual ganó Brasil por un 3 a 0 ante el equipo paraguayo.

En 1949, por la vigésima primera edición, Brasil cortó la racha de 27 años sin obtener un título oficial. La selección argentina, ya con nueve trofeos, decidió no participar dada las diferencias con la dirigencia brasileña. Aún así, la sorpresa del campeonato por su rendimiento fue Paraguay que, de no haber sido derrotado por el conjunto uruguayo en el último partido, habría salido campeón. Dicha derrota significó un desempate con Brasil. El encuentro final terminó 7-0 a favor del local, el cual se consagró por tercera vez en su historia.

Finalmente, 40 años después llegó la anteúltima copa que ganarían hasta hoy, en su territorio. En esta competencia fueron diez las naciones miembros de la CONMEBOL que participaron, por lo que, el torneo se dividió en dos grupos de cinco selecciones cada uno. Los dos primeros de cada tabla, es decir, Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay llegaron a la recta final en el que jugaron entre sí. En el último partido, la Verdeamarela se enfrentó a La Celeste, y tras ganarle por 1-0 ganó su cuarto título. Por consiguiente, Brasil se clasificó a la Copa Artemio Franchi en donde disputó una única final contra Holanda (el campeón de la Eurocopa) y le ganó 1-0. No obstante, esta edición fue considerada como “no oficial”, aunque sí se sostiene en el recuerdo.

Esta Copa América no fue muy distinta a las demás que fueron organizadas en su país. Las diferencias con el arbitraje (e inclusive ahora con el VAR) y el distanciamiento entre las selecciones son motivos que aún se mantienen en la actualidad.

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UN CAMPEÓN CON RESACA DE VAR

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Brasil dejó en claro que fue el mejor equipo de la Copa América, tras vencer en la final a Perú por 3-1 en el Maracaná. Pero al igual que en la semifinal ante Argentina, contó con una evidente ayuda arbitral.

Por Julián Clingo

Everton, el wing brasilero ingresa al área trastabillando luego de gambetear a dos peruanos y propinar un caño en modo Neymar. Carlos Zambrano, defensor peruano lo cuerpea y el jugador del Gremio cae al piso. El arquero Pedro Gallese agarra la pelota y el referí cobra un penal inexistente. Aún con la advertencia del VAR, el árbitro chileno no cambió de idea. Como no podía ser de otra manera, la Copa América que será recordada por el polémico no uso en la semifinal Argentina-Brasil, nos dio otro episodio para por lo menos repensar la manera de utilizarlo, en este caso en la final.

Richarlyson, jugador del Everton de Inglaterra patea el penal con calidad y la pone en el palo derecho del arquero peruano. Brasil se pone 3 a 1 en el minuto 90 y, de esta manera, gesta el resultado definitivo de un partido que le dio el noveno título si hablamos de la Copa América. Ese momento fue uno de los primeros donde la hinchada brasilera, caracterizada por el color y la alegría, esbozó una sonrisa.

El conjunto peruano dirigido por Ricardo Gareca (quinto técnico argentino en las últimas tres finales de Copa América) tuvo un comienzo de partido feroz, con recuperación en campo brasilero, sumándole su pulida técnica característica en el país andino. Pero la lucidez del viejo pero fresco Dani Alves cambió el sendero del partido. Pase al pecho a Gabriel Jesús, quien con una gambeta con su pierna menos hábil (izquierda) deja pagando al lateral izquierdo peruano Miguel Trauco, e impulsa un centro con su pierna derecha, para dejar solo a Everton, que tras una diagonal de izquierda a derecha definió y puso el primero del partido, ante un pésimo cierre de Luís Advíncula. Más allá del arranque eléctrico del equipo que llegó a la final tras eliminar en semifinal a Chile (3-0), después del gol que se dio en el minuto 15 no entró más en partido. Brasil se agrandaba con la exquisitez de Dani Alves, lo picante de Gabriel Jesús y el manejo de pelota de Arthur.

A los 40 minutos Paolo Guerrero (Goleador de la copa con 3 goles junto a Everton) alcanza el empate con un penal fortuito donde Thiago Silva, dueño de una marcada mala suerte, toca pelota con la mano accidentalmente tras tirarse en el piso. Y cuando parecía que Perú podía dar el golpe se auto boicoteó. Uno de los mediocampistas centrales, Yoshimar Yotún perdió la pelota inocentemente a partir de una presión de Roberto Firmino. Xavi Hernández, quien parecía estar atrapado en el cuerpo de Arthur, lleva la pelota hasta el área de Perú, mientras los rojiblancos se tropiezan un poco por los nervios y otro por la clase del número 8, quien deja solo a Gabriel Jesús y define a un palo casi sin una respuesta del arquero Gallese. Un error claro de los de Gareca, dado que el primer tiempo estaba por terminar, e irse con un empate hubiera sido distinto. Párrafo aparte para el número 9 de Brasil. Definitivo tanto en la semifinal como el día de hoy. Quizás, su actuación de la final quedó empañada por su tonta expulsión tras doble amarilla.

Con este partido Brasil logró vencer a los fantasmas del Maracanazo” del Mundial 1950 y el 7-1 del 2014 propinado por Alemania y consigue su quinta copa américa en su casa. En la premiación, Jair Bolsonaro, presidente brasilero, levantó la copa ante un Maracaná indiferente y semivacío. También había regalado un blooper tropezando en el festejo del primer gol.

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