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EL HOMBRE DEL LÁPIZ Y LAS HISTORIAS INSÓLITAS


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Luciano Wernicke, el escritor de “Historias insólitas de la Copa América” y otros libros de fútbol contó cómo se realiza su apasionante tarea. Además, recordó algunas anécdotas del certamen continental, entre ellas, una increíble del día en que un jugador argentino fue convocado cuando estaba en la tribuna y el partido a punto de comenzar.

Por Matias Trabichett Miguel Álvarez

Luciano Wernicke nació en Buenos Aires en 1969 y es licenciado en Periodismo. Se egresó en la Universidad del Salvador y durante 22 años trabajó en diversos medios argentinos: El Gráfico, Olé, radio La Red, entre otros. La tarea como escritor la realiza desde su casa. Entre 2010 y 2016 publicó la colección de libros “Historias insólitas”, en los que abarca diferentes hechos curiosos de la historia del deporte. En el último tiempo no ha escrito mucho porque, desde enero de este año, integra el cuerpo técnico de la Selección de Costa Rica, como colaborador de prensa del entrenador uruguayo, Gustavo Matosas. Luego de volver de la Feria Internacional del Libro de Abu Dhabi, donde presentó sus escritos y se sentó a una rica charla futbolera junto a Eter Digital sobre la historia del deporte que más amamos los argentinos.

-¿En qué te basaste para escribir “Historias insólitas de la Copa América”?

-El libro me llevó un año. Me ocupé en buscar más bibliografía, esto fue hace diez años. En cada viaje compré libros de fútbol en inglés, francés e italiano, que son los idiomas en los que leo. Hay periódicos del mundo que tienen su colección completa o aparecen en internet. También uno puede acceder a una especie de hemeroteca virtual. No trabajo con Google o Wikipedia, salvo que los artículos de Wikipedia tengan publicada una fuente que sea seria; un periódico, un libro o una entrevista a una personalidad. El contenido no lo utilizo porque es muy divergente. Tienen, en muchos casos, errores. Cuando vas al mismo artículo en inglés, italiano o español, se difieren los datos.

-¿Estuviste en alguna Copa América? ¿Cuál te hubiese gustado cubrir?

-La única Copa América que cubrí fue la que se hizo en la Argentina en 2011. Fue para un medio chino. No soy periodista deportivo, hoy no trabajo de eso. Me gustaría ir al Mundial de Qatar 2022 con la Selección de Costa Rica, y vivirlo de otro lado. Tener un rol protagónico, diferente, siendo parte del cuerpo técnico.

-¿Cómo surgió la idea de juntar estas historias en un libro? ¿Qué tipos de problema se presentan a la hora de escribir?

-Trabajé en un libro muy importante de la Conmebol sobre la Copa América. Fue una piedra fundamental para el trabajo, si bien tiene datos que no son correctos, la investigación fue extraordinaria. Siempre alguna cosita se pianta, es muy difícil encontrar un editor experto en el tema, porque la persona que lo lee corrige cuestiones de estilo o una palabra que ha sido mal utilizada. Cuando errás un dato, simplemente porque te equivocaste, nadie de la editorial se da cuenta de error, como puede ocurrir en un diario. Por ejemplo, escribís mal un año. Lo leés y pasás de largo. Es muy difícil identificarlo, es la mayor dificultad a la hora de editar un libro de fútbol.

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-Describí tu libro sobre la Copa América.

-Creo que la Copa América, como todas las competencias internacionales, mueve pasiones. En la Argentina la consideramos como un torneo de segunda categoría, porque ya ganamos dos campeonatos del Mundo. Entonces ganarla es poca cosa. Los argentinos nos enganchamos en la semifinal o en la final. En este libro muestra ésto, la pasión que hay en Sudamérica por el fútbol. Con historias curiosas por donde se las mire. Acá, los jugadores se transforman a la hora de ir y representar a tu país.

-¿Podrías comentar por qué la Selección Chilena tuvo que hacer un viaje en mula?

-Sí, esa es una. Y mucho más que eso, los futbolistas debieron cruzar la Cordillera de Los Andes a lomo de mula. Sucedió cuando la Roja participó de la primera edición de la Copa América de Brasil, en 1919. Fijensé cómo era el fútbol amateur de entonces: los jugadores chilenos debían faltar a sus trabajos. En ese momento no contaban con el dinero necesario para pagarse los viáticos, y aun así iban a todos los partidos, los goleaban siempre y los tipos no tenían problemas. Regresando de Brasil, primero habían hecho un trayecto en barco desde Río de Janeiro, pasando por Montevideo y Buenos Aires. En Buenos Aires subieron a un tren que los llevó hasta Mendoza y las vías férreas estaban cortadas por una tormenta de nieve y a los chilenos no les quedaba plata para quedarse en un hotel. Con la poca plata que les quedaba decidieron alquilar a un guía, a unas mulas y alimentos para cruzar la Cordillera. Dos estuvieron apunto de morir por un alud. Esa pasión que sentían para jugar a la pelota es un ejemplo que le serviría a muchos de los jugadores de hoy en dia.

-¿Alguna cábala de nuestra Selección Nacional?

-Te diría que Carlos Bilardo era un manual de cábalas. Era impresionante la cantidad que tuvo la Selección en el 86 y que “funcionaron”. Bilardo registraba en su cabeza todo lo que pasaba el día previo al debut frente a Corea. Recordaba todas las situaciones que pasaron en el viaje arriba del colectivo, antes de empezar el partido y demás. Llegó a un punto que obligó a todos los jugadores a repetir cada situación, algunas realmente ridículas, como ir a un shopping que entre un grupo, se siente en una cafetería y siempre tenía que pagar Nery Pumpido porque el primer dia fue el primero en tener plata mexicana. O por ejemplo, recordaba que un muchacho le había dado un casete con música argentina al chofer del micro y que el último tema había sido “Gigante chiquito” de Sergio Denis y justo se detuvo el micro cuando terminaba la canción. Así que él dispuso que, durante los 6 partidos siguientes, “Gigante chiquito” fuera la última melodía y el micro tenía que frenar cuando esa canción terminase, no antes ni después. Cuando tuvieron que ir al estadio Azteca, como estaba muy cerca de la concentración, tuvieron que ir muy despacio, casi a paso de hombre, para que se cumpliera la cábala. Cosas disparatadas de Bilardo.

-¿La anécdota que más te gusto contar?

La que más me gustó contar en los libros es la de los chilenos. Me parece que muestra a ojos del siglo XXI, un siglo adelantado y tecnológico, con otro tipo de comunicaciones. Muestra el verdadero espíritu de un jugador de selección nacional. El verdadero espíritu: ir a dar todo, sin importar lo que se pierda para defender los colores del país. Me parece extraordinario.

-¿Alguna historia qué te parece que sólo puede ocurrir en la ficción?

-En 1916, en Argentina, los futbolistas eran amateur. Se citaban solamente a los que iban a jugar. Ocurrió que se convocó a 11 jugadores y uno no llegó a la cancha, por una cuestión laboral. Argentina estaba con 10 jugadores para enfrentar a Brasil. Los dirigentes se metieron en las tribunas para ver si reconocían algún futbolista para que pudiera ser parte del equipo y encontraron a José Laguna, jugador de Huracán, y el fue el autor del único gol del partido.

foto-3 LA LITERATURA FUTBOLERA

Con el desarrollo de los videojuegos, las consolas y la tecnología, los niños leen menos. Es una realidad, y así lo reflejan los índices del último año. Solo cuatro de cada diez argentinos lee un libro en el año. El motivo de no frecuentar la lectura es por falta de interés o de tiempo. Luciano Wernicke reflexiona que “el problema está en las librerías y distribuidoras”, porque normalmente venden novelas dirigidas a mujeres o libros de autoayuda. El periodista además dijo: “Sin el apoyo del librero, esto no funciona”. “Me paso de ir a una Feria del Libro, en Bogotá, entrar a una librería y encontrarme con que mi libro estaba agotado. No lo reponen porque no les interesa”, comentó el autor del libro de “Historias insólitas de la Copa América”.

Wernicke aseveró que se le habían acercado mujeres a comunicarle que los hijos o nietos no leían demasiado, pero que les gustaba el fútbol. Con el libro, iban a estimular la lectura. Agregó que no entiende por qué las librerías tienden a poner, en las vidrieras, textos de exterior, y le dan poca importancia a los libros de escritores del país. El libro de fútbol es una herramienta magnífica para atraer al que cree que no le gusta leer. Luciano confirma que: “Recibí, a través de Twitter, fotos de mis libros. Me las mandaron muchachos entre 17 y 20 años, que comenzaron con un libro y continuaron con el otro”.

 


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