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El Milagro de Berna


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Ocurrió hace 68 años, en Suiza. La Hungría de Ferenc Puskás, la candidata de casi todos, a los 8 minutos de la final ya ganaba 2 a 0, pero Alemania Federal dio vuelta el resultado y se consagró campeón de la 5ª Copa del Mundo.


Están 2 a 2 a falta de 6 minutos para que finalice el encuentro. Helmut Rahn encuentra la pelota en el borde del área tras un rechazo de la defensa húngara. Engancha para su pierna izquierda y saca un zurdazo que entra sobre la escuadra inferior del lado derecho del arquero: gol de Rahn, 3-2, final y primera Copa del Mundo para Alemania Federal.

Felicidad, alegría, sentido de permanencia en las calles alemanas tras tantas tragedias. No hacía ni diez años del final de la Segunda Guerra Mundial y los destrozos por la misma aún estaban a la vista, con un país fragmentado en dos y una economía en recuperación como consecuencia de los conflictos. Alemania Federal (fue la ganadora del título del 54) y Alemania Democrática se encontraban divididas. Esta última era parte del bloque soviético y no participó del Mundial. En 1950, ninguna había participado en Brasil.

Después de 16 años se volvía a disputar un Mundial en territorio europeo. El último había sido en 1938, Francia, donde Italia había alzado el trofeo. Los conflictos bélicos ya se habían acabado, pero la tensión no se diluía. Mientras tanto, Alemania Occidental lograba un alto crecimiento económico, modificaba su moneda y el crecimiento industrial estaba en auge años previos al Mundial.

En Suiza el candidato a ganar el torneo era Hungría. Al llegar a la final, acumulaba 32 encuentros sin caídas. Los húngaros habían sido campeones olímpicos en Helsinki 1952, tras vencer 2-0 a Yugoslavia. Desde el primer partido del Mundial hasta el anteúltimo todos fueron goleadas: aplastó a Corea del Sur 9-0 en el debut; luego vino Alemania Occidental, que fue humillada 8-3 y le alcanzó para quedar puntero en el grupo. En estos años el formato del Mundial no era similar al actual y en un grupo de cuatro equipos alcanzaba con dos triunfos para clasificar a la siguiente ronda. En caso de empate había que definirlo con un desempate. En los cuartos de final debió enfrentar a Brasil, vigente subcampeón: fue 4-2 para los europeos, para continuar de racha y nuevamente verse con un sudamericano en semifinales. Esta vez fue Uruguay, el último campeón, pero no pudo repetir lo sucedido cuatro años atrás y fue eliminada 4-2. Hungría había marcado 25 goles en cuatro partidos y tan solo le convirtieron siete. Era la gran candidata a levantar la copa Jules Rimet.

Del otro lado, Alemania. No tuvo un camino fácil: debió jugar un desempate contra Turquía para pasar de la primera fase y ganó 7-2. En los cuartos se vio las caras frente a Yugoslavia y salió victoriosa por 2-0. En semifinales enfrentó a Austria. Ambos países habían sido castigados tras la Segunda Guerra Mundial y estaban en plena recuperación. Pero los alemanes pasaron fácil a la final tras un 6-1 a favor.

Otra vez se verían las caras. Alemania Occidental y Hungría. En la fase de grupos uno había demostrado una clara superioridad y esperaba repetir el resultado del mismo. Con jugadores como Puskás, que jugó lesionado la final por una entrada en el segundo partido del torneo justamente contra “Die Maschine”; Czibor, otro mítico delantero del “Equipo de Oro” y Sándor Kocsis, máximo goleador del Mundial con 11 anotaciones.

De la vereda de enfrente contaban con Max Morlock, extremo derecho con gol; Ottmar Walter, goleador innato; Fritz Walter, hermano de Ottmar, gran jugador de esa selección. También resaltaba el nombre de Helmut Rahn, el hombre que llevaría a su nación a lo más alto de este deporte. Pero Helmut no estuvo desde el inicio: tras la victoria 4-1 ante Turquía en el primer encuentro del Mundial, Sepp Herberger no estaba conforme con sus delanteros, entonces le mandó un telegrama al mediapunta para que se reportara en el primer vuelo a Suiza para disputar el torneo. Rahn se convertiría en el principal protagonista de la final.

Las diferencias eran claras y la balanza se inclinaba para los húngaros. Pero en el fútbol todo puede suceder y esa tarde el milagro ocurrió: 60 mil personas en el estadio Wankdorfstadion, una lluvia que no paró, el fundador de Adidas con una nueva tecnología, un gol a falta de seis minutos que valió un título y el comienzo de una tradición futbolística que todavía perdura. Tal como alguna vez sentenció Gary Lineker: “El fútbol es un deporte que inventaron los ingleses, juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania”.

William Ling dio comienzo al partido y solo tuvieron que pasar seis minutos para que Ferenc Puskás pusiera el 1-0. Dos minutos más tarde Zoltán Czibor marcó el 2-0 y los “Magiares Mágicos” y parecía que se definiría rápidamente al igual que el encuentro en la fase de grupos. Pero los germanos descontaron a los 10’ de la mano de Morlock y a los 14’ Rahn puso el 2-2 que iba a mantenerse hasta el minuto 84. Donde Rahn selló el resultado 3-2 para el primer campeonato mundial de los alemanes. Pero antes del pitido final, Puskás puso el 3-3 aunque fue anulado por offside y así, Ling dio por finalizado el partido.

Un hecho curioso de esa final fue la tecnología. No solo fue la primera en ser transmitida por televisión, sino que además el fundador de Adidas fue fundamental en el desarrollo de la marca. Adolf y Rudolf Dassler comenzaron a desarrollar calzados, fue así que la multinacional nació. Pero Rudolf decidió crear Puma y separarse del hermano por conflictos personales… aunque esa es otra historia. Adolf ya con su industria en crecimiento fue fundamental en esa final: previo al encuentro les ofreció a los húngaros utilizar los mismos botines que los alemanes, pero decidieron que no ya que tenían convenio con una fábrica nacional. ¿Cuál era la diferencia? Las botas que les mostró Dassler tenían tapones intercambiables, justamente para el mejor agarre en caso de condiciones climáticas. En una tarde lluviosa y con un campo de juego en un estado deplorable, las patinadas no faltaron, pero los alemanes pudieron mantenerse de pie y sacar la mínima diferencia que les alcanzó para hacerse con el trofeo. Un Mundial que tuvo tecnología, milagros, curiosidades, fundadores de calzados, lesiones, telegramas, goles y un milagro germano.

Fue el comienzo de lo que sería la hegemonía futbolística alemana, que lograría los títulos de Alemania ‘74; Italia ‘90 y la más reciente, Brasil 2014.


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