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EL ÚLTIMO PLENO


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San Lorenzo, sur de Rosario. Ahí empezó la hazaña. En la misma ciudad en que San Martín libró la única batalla en suelo argentino, y el soldado Juan Cabral dejó de ser anónimo.

Por Patricio Barrio (@PaatoBarrio)

En 1984, cuando el frío invernal le lastimaba la cara a los trabajadores del campo, nació Javier Alejandro Mascherano. Repito, ahí empezó la proeza. Sepan que no quiero ser ingrato con 22, sino justo con uno. Porque es difícil que después de mirar tanto fútbol, un tipo te vuelva a emocionar con el simple hecho de poner los botines en el pasto.

Quizás absorbiste algo enérgico de ese pasado guerrero de tu tierra. Porque sos caprichoso, compañero y sanguíneo. Un tiempista para ir al piso. No se te cae nunca el manual del 5 que llevás abajo del brazo. También pedís la pelota y levantás la cabeza como si, por un segundo, el Arena Corinthians fuera algún potrero de Santa Fe, y ese pibe de rulitos nunca hubiera hecho un bolso para venir a pelear un puesto a River.

Mascherano Robben

El domingo se termina. Todos los fanáticos temporales van a volver a su rutina, y hasta dentro de cuatro años no van a tener contacto con la pelota. Pero la historia del fútbol te elegió, 24 años después, y hay muchos que están agazapados esperando tu grito. Sí, tuyo. Con los ojos fijos en el cielo, de rodillas, y los puños cerrados.

Vengá ese sueño, Masche. El Maracaná no va a pesar más que tu debut en el Club Cerámica San Lorenzo, o tu primer partido en el Monumental. Me queda un pleno. El último. Te pido que lo juegues por mí…


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