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EN EL MEJOR DE LOS SIETE


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La selección Argentina perdió en su mejor producción de la Copa del Mundo, en la final y ante Alemania. El único gol del partido llegó a falta de siete minutos para los penales y gracias a la efectividad de la potencia de Alemania que estuvo atada en el 99% de sus intenciones. Sin hacer uso del bastón y la galera, el conjunto de Alejandro Sabella se basó en la entrega, la estabilidad y el contagio del fondo y del medio a la espera de un golpe ofensivo que nunca llegó. A pesar de las luces y de las sombras, el equipo nacional concluyó su experiencia mundialista en un piso que se desconocía desde hace 24 años.

Por Manuel Casado

Argentina coqueteó con la Copa. No llegó por el camino de flores pero tuvo las chances para alzar el trofeo después de 28 años. Mismas posibilidades claras que Alemania, aunque fue inferior en tenencia de balón. Más posibilidades que las últimas cinco selecciones nacionales que disputaron un Mundial, aunque la de Pekerman jugaba más lindo. No hubo actuaciones de futbol superlativo, o sea, de juego pensado, asociado y constante. El equipo no jugó a eso. Sin embargo, la selección nacional tampoco fue durante el Mundial lo que creíamos que era en la previa. No tenía a las cuatro fantásticos, tampoco tenía a una defensa de papel. La verdadera selección de Alejandro Sabella fue la que jugó los últimos tres partidos. Es decir la del 4-4-2 que colaboraba en defensa, la que cubría espacios, la que pudo cerrar algunas grietas en el fondo que parecían eternas, la que encontró solidez en el medio, la de actitud y contagio, la que nunca fue superada por sus rivales y la que esperó el puntazo del 9 o la genialidad del 10 que nunca llegaron.

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No se pudo. Argentina jugó el mejor partido en conjunto el día que perdió su único encuentro del torneo. Un puñal al corazón hecho paradoja. Tres cartuchos que no dieron en el blanco y no lograron hacer un resultado más acorde: el empate. Gonzalo Higuaín su puso ansioso, Lionel Messi no demostró su puntería y Rodrigo Palacio le dio con la canilla. Todas al lado del palo. Todas afuera. Sumado a un topetazo dentro del área del arquero alemán Neuer sobre el 9 argentino que el árbitro y el línea omitieron. A pesar de ser el mejor equipo del mundo, Alemania no asustó a los nuestros. La selección teutona venía de conocer la perfección tras el 7 a 1 a Brasil pero no mereció terminar los 120 minutos en ventaja.

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Nuevo párrafo aparte para Javier Mascherano. Hubo más errores que frente a Holanda pero el 5 ratificó su condición de heredero de la sangre maradoniana del 86´ al 94´. Si sus compañeros fortalecieron su carácter fue porque escucharon la voz del “Jefecito”. El representante del fervor popular y de las energías del equipo. El verdadero líder. El alma central que no especula, que aporta calma y además demuestra dotes técnicos. Por el tiempo que dure un partido. De espíritu solidario, siempre el otro por encima de él.

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Por su parte, los planetas no estuvieron alineados para Lionel Messi. Los mundiales marcan épocas con jugadores. Puede ser que el infinito talento del jugador del Barcelona irremediablemente deba estar atado a una dosis de carácter y liderazgo que no tiene para lograrlo. Es solo una hipótesis. En primera ronda, cuando el equipo era oscuridad, él fue la luz salvadora. Durante los últimos tres partidos, cuando el equipo logró esclarecerse, el 10 no fue guía. Tal vez sea necesario marcar los tiempos de juego y el ritmo con voz de mando de un equipo para ingresar al Olimpo de los Pele, Müller, Maradona o Zidane. Es muy difícil saberlo. También es muy difícil que Messi, a sus 27 años, cambie de personalidad. Hay que esperar al futuro, dos Mundiales le quedan.

Llamativo, el error de Sabella con la primera modificación. El tipo es un detallista que cambió cuando las cartas ya estaban echadas. Sacar a Ezequiel Lavezzi en el entretiempo, un tipo de su riñón y el más desequilibrante hasta el momento, por un Sergio Agüero en malas condiciones físicas, deterioró el único circuito de sorpresa que el equipo tenía. Lavezzi no hizo un buen partido ante Suiza, encontró su lugar ante Bélgica, mejoró con Holanda, y en la final complicaba las duras defensas alemanas. Pero Sabella llamativamente lo sustituyó. Aunque influyó, la derrota tampoco estuvo atada a este cambio.

Los otros destacados del encuentro fueron Sergio Romero, Ezequiel Garay y Lucas Biglia. El arquero ratificó que no tenía problemas de capacidad sino de continuidad para ratificarla. El mejor partido de Garay, seguro y firme desde que Martín Demichelis fue puesto a su lado, este último falló una vez y fue en el gol de Gotze. Y hay que destacar el papel de Lucas Biglia, ambulancia de auxilio del equipo, socio de Mascherano y buen toque. El futuro lo espera con ansias.

En general, sobre nombres y deposiciones tácticas, a Sabella se le pueden cuestionar aspectos conservadores: los resguardos defensivos y los cinco defensores, ubicar delanteros a hacer la banda o resignar la pelota para defender resultados. Pero se le debe reconocer su capacidad de llevar a un grupo argentino al último partido y los aciertos de Sergio Romero y Marcos Rojo, dos que no contaban con la mayoría de nuestro crédito, como también el de Enzo Pérez. Lo del arquero ya fue explicado, tuvo su punto máximo con los dos penales atajados a Holanda en semifinales. El lateral izquierdo demostró regularidad. Se potenció con su 80% actitud y 20% capacidad, y contagió seguridad a sus compañeros de última línea. Mientras que el volante, aportó al trato de balón, la pausa y el respiro a un conjunto que carecía de jugadores con esas capacidades y hasta con esas intenciones.

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Se terminó una nueva Copa del Mundo. A diferencia de lo que se creían en la previa del torneo, hay proyección al futuro. Habrá que jugar y clasificar para llegar a Rusia 2018. Insistir con la consolidación del aspecto defensivo para el armado de la base. Y buscar el camino que recupere la conexión del toque y la creatividad junto a la eficacia y rebeldía ofensiva que necesita una selección nacional. La continuidad del DT es una incógnita, hay que ver qué ocurre. El papel ante el mejor equipo del mundo, que es Alemania, fue honorable. El pueblo puede bajar tranquilo de la nube mundialista.


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