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ENTRE EL ORGULLO, LOS MIEDOS Y LA HISTORIA


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Tras superar momentos de duros provocados por su autoexigencia, Celeste D’Arcangelo cumplió con su plan y logró la plaza para Buenos Aires 2018 en rítmica, la primera argentina en lograr ser olímpica en esta especialidad de la gimnasia.

Por Alan Correa

“Estaba la plaza de Argentina, pero lo que yo quería era entrar por mi cuenta, no que me la otorgaran, porque es lo mejor para el país”, cuenta Celeste D’Arcangelo. Y cumplió con su objetivo: a los 15 años, la cordobesa se convirtió en la primera gimnasta rítmica de la historia argentina en ganarse un lugar en una cita olímpica. En mayo, en el Panamericano Juvenil de Medellín, finalizó quinta y logró un cupo directo para estar en los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018.

Esa autoexigencia que la llevó alcanzar la clasificación por sus propios medios, habla mucho de la joven hincha de Belgrano. “Tengo un carácter fuerte y complicado. Frío y desconsiderado a la hora de competir, con presencia y firmeza a la hora de entrar a la pista. Por fuera soy bastante tímida”, se describe D’Arcangelo, con una tibia risa de vergüenza y una tonada cordobesa que la delata.

“En lo deportivo, es una persona muy perfeccionista y perseverante por su trabajo. Eso la lleva a tener los resultados que tiene, más allá de su talento y sus capacidades físicas. En lo personal, parece una persona muy fría, pero es muy cariñosa, divina”, certifica con voz dulce, orgullosa, pensando en cada adjetivo que va a utilizar Vanina Lorefice, exgimnasta de la selección argentina y entrenadora de Celeste desde que esta tenía nueve años, en el Club Municipal.

Sin embargo, el perfeccionismo de D’Arcangelo se fue convirtiendo en una desventaja: la obsesión por alcanzar los objetivos y el miedo a la decepción empezaron a ser factores claves que incidían en lo psicológico, al punto de que este pasó a ser uno de los aspectos más importantes a trabajar. Su elasticidad y elegancia seguían generando una armonía increíble en la pista, como un tallo que se inclina con la brisa sin quebrarse, pero con música de fondo.

Pero la presión la abrumaba, hasta el punto de sufrir una lesión en su pie izquierdo por estrés antes del Panamericano de este año. “La fisura fue provocada porque estaba entrenando con mucha presión en ese momento, quería hacer todo perfecto”, explica Celeste. “Su estrés era su preocupación por clasificar al campeonato más importante de su vida”, agrega su entrenadora. La lesión quedó atrás y si bien le molestó un poco durante el torneo, pudo lograr la meta de la clasificación.

Pero los fantasmas no terminaron allí: “Tengo miedo de decepcionar a todas las personas que están apoyándome en este momento y hacer un papelón. Yo me impongo las metas de hacer un buen papel para el país, como que me obligo”. D’Arcangelo enfrenta y visibiliza los temores, y acepta la ayuda de profesionales y de la gente que la rodea: “Fui dos veces a un psicólogo, en dos momentos muy puntuales de mi carrea: uno cuando era chiquita, que tenía nueve años y apenas había entrado en la elite, y el otro ahora a principio de año, cuando tenía estrés antes de la clasificación. Aprendí técnicas para saltear el estrés antes de competir. También empecé a plantearme metas cortas: yo me estresaba porque no tenía metas claras y me desesperaba”.

D’Arcangelo es el reflejo de la situación del deporte en el país: una joven delgada, con elasticidad sobrehumana desempeñándose en una alfombra al ritmo de una canción no atrae de la misma manera que 22 hombres jugando en un estadio a punto de rebalsar. “La gimnasia necesita más apoyo del estado. No hay estadios adaptados para este deporte, al menos acá en Córdoba”, explica con seriedad la quinceañera de ojos verdes y cabellera oscura, larga y libre -cuando no es recogida por orden reglamentaria a la hora de competir-. A las falencias del país en este sentido las pudo comprobar aún más cuando viajó a Estados Unidos a una Master Class y a España para entrenarse junto con Yolanda Bonnell, una referente en la gimnasia.

La crisis económica actual, además, no es ajena para los chicos y las chicas que practican gimnasia. “Le damos mucha importancia a la inflación, porque eso no nos permite viajar ni comprar algunos elementos que necesitamos para el deporte y la educación. En la elite, todos usamos aparatos importados, porque son los que están aprobados por la Federación Internacional de Gimnasia (FIG), y acá no se fabrican”, reconoce la cordobesa que tiene a la georgiana Salome Pazhava como su referente.

Así y todo, para Celeste D’Arcangelo la gimnasia ocupa un lugar central en su vida, pero no es lo único. La hermana de Hernán D’Arcangelo, medallista de bronce en squash en los Panamericanos de Guadalajara 2011, piensa mucho más allá del deporte y sueña con seguir el camino del derecho: “Suelo pensar en el éxito, sobretodo relacionado al estudio. A mí me gustaría ser una abogada reconocida y viajar por el mundo, conocer gente. Mi deporte a la larga no tiene una carrera, por eso debo pensar en otros ámbitos de mi vida para tener éxito”.

Y a pesar de su timidez y sus miedos, desea que, respaldo por el éxito, su nombre no se escude en el anonimato: “Me gustaría que me reconozcan dentro de Córdoba, que me recuerden como la primera gimnasta rítmica que logró algo en su país”. Sueña con hacer historia, y para eso se prepara. Detectando sus falencias, reconociendo sus miedos y maximizando su increíble potencial. Ese que nació luego de la necesidad de hacer volteretas para descargar energía cuando tenía cuatro años. “De acá a 10 años, me imagino estudiando en la Universidad, viviendo en un departamento con mi mejor amiga, y con muchos reconocimientos por la gimnasia: mis medallas y mis mallas colgadas, y recortes de diarios que hablen sobre mí”.


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