El futbolista Ignacio Bogino recorre su carrera deportiva a la par de sus intereses artísticos y cuenta cómo es la convivencia entre esas disciplinas.
Por Agustín Palmisciano
Los libros se precipitan sobre los estantes como los hinchas sobre el alambrado. En el centro de la escena Ignacio sale jugando con la cabeza levantada esquivando las patadas mientras tira paredes con los mejores autores que se le acercan. A sus 33 años, el defensor central de Brown de Adrogué y de recorrido por distintos clubes de Primera, se siente cómodo ante la tranquilidad que ofrece el lugar, lejos de los insultos comunes de una cancha de fútbol, con música de fondo que acompaña el pintoresco escenario que ofrece la madera y los libros. En una mesa con la iluminación justa se juega un partido de palabras sin perdedores. El escenario no es coincidencia. “No es lo mismo tener una charla en una cancha de fútbol que en una librería”.
—¿Cómo conviven los gustos artísticos con tu carrera cómo futbolista profesional?
En el ambiente del fútbol profesional se cree que hay que vivir pensando y consumiendo solo fútbol, como si fuera el único alimento formativo. Así me fui criando, con un poco de culpa por mis gustos por la pintura y la literatura. No los podía integrar porque estaba mal visto. Con el tiempo me di cuenta que mis inquietudes artísticas me nutrían y me hacían mejor jugador y persona. El fútbol también es una expresión artística porque hay un hecho cultural donde se junta gente a verlo y hay un espectáculo. Cuando pude integrar mis gustos me sentí mucho más completo.
—¿Tuviste inconvenientes por tener inquietudes “incompatibles” con el mundo del fútbol?
Está marcado tácitamente y muchas veces te llega. Hay técnicos que te pueden llegar a decir algo si te ven con un libro, te miran mal. Al principio sentí natural tener que apartar mis gustos personales. De grande pude romper con eso y ser una persona más completa. Me parece que dedicarse exclusivamente a algo, como si no hubiese variante o distintas maneras de ser no sirve. Cuando estuve en Patronato fui a un taller de pintura y empecé a ver desde una forma académica la manera de encarar esa profesión. Me escapaba de la concentración para ir al taller. En Temperley encontré compañeros con inquietudes parecidas e hicimos un programa de Radio y nos empezamos a alimentar de esas cosas. Después me separé, y tuve mucho tiempo en mi casa y me volqué de lleno a eso porque era la manera de sostenerme en la soledad. Pero la más importante fue cuando me pude hacer fuerte en el vestuario y pude decir lo que soy, no quería imponer nada, simplemente mostrar que además del fútbol me gusta dedicarme a otras cosas como la lectura y la pintura.
—¿Cuándo empezaste a perder el miedo a mostrar que además del fútbol tenes otros intereses?
Cuando mi hermana tuvo un accidente, hace 4 años. Ahí cambió todo y empecé a buscar la tranquilidad personal. Sentí que me tenía que reinventar y alimentar de todo lo que me hacía bien y fue ahí que perdí totalmente el miedo de perder los privilegios del fútbol y fue en ese momento de cercanía con la muerte cuando vi lo absurdo y lo frágil que es la vida, y que el fútbol es un poco de ficción y un circo montado.
—¿Cómo fue la relación con tus compañeros a partir de la influencia de la literatura y ese universo artístico que forma parte de tu personalidad?
Fueron muchos planteles y siempre hay conflictos de poder donde todos quieren jugar. Seguramente no he sabido manejar situaciones y he sido pedante en algunos momentos pero también fui aprendiendo de mis errores y traté de no imponer. Al principio quería regalar libros y me di cuenta que no era la manera, que cada uno elige su camino y se va forjando. Es importante escuchar más que repetir. Cuando hablas, siempre repetís lo que sabes, si es que sabes, y sino hablas al pedo. Empecé a tener esa posición y me sentí más cómodo y ahora estoy en un lugar donde saben cómo soy, me respetan y me dejan ese espacio y yo también hacia los demás.
—¿Te pasa que te dicen “vos no sos futbolista”?
Sí, Me encanta. Me encanta que me digan que no soy algo. Muchas veces chocan mucho los mundos. Voy al taller de escritura y hablamos de literatura y al otro día a entrenar y es otra lógica y otra manera de hablar, y está bueno alimentarse de las dos. Porque el fútbol también me sirve para la Literatura, como leer y pintar me sirven para jugar al fútbol.
—¿Te ayuda a tener un mejor rendimiento deportivo abstraerte del fútbol a través de la radio, la pintura o la literatura?
Sí. Esa es la alimentación de la que hablo. Creo que es necesario generarse espacio para bajar a la tierra, que llegue otra información y abrir otros caminos. La lectura y la escritura me sirven para adquirir otra experiencia y buscar una voz personal con todo lo que me dio el fútbol y así buscar generar una identidad como escritor. También está la radio, donde ahora no estamos haciendo, pero si no me animaba a hacer el programa no me hubiese animado a escribir. Además logramos generar una voz propia dentro del fútbol, conocer gente del periodismo deportivo que no conocía y lograr una identidad. Todo esto hace que lo otro pierda peso y te ayuda a reconocer que es un deporte donde se puede ganar o perder, los resultados son aleatorios. Es bastante torturador pensar que si no ganas no servís para nada. Esa lógica me hizo perjudicar a mucha gente que tenía al lado y poderme volcar a otras cosas me hicieron bajar a la tierra y sentirme más tranquilo.
—¿Cómo convivís con la violencia y las presiones propias del fútbol?
No lo hago. Lo anulé. No digo que no me llegue, pero a mí me tocó descender en Central, cuando era muy chico y recién empezaba. Soy de Rosario y no podía salir a la calle, es como si se terminara el mundo. Después me tocó descender con Temperley y entendí que todo es un proceso y que el club había crecido un montón y que había sido parte de ese proceso. No hay una muerte y no son tan importantes las victorias y las derrotas porque al fin de semana siguiente volvés a jugar, y el torneo que viene también, y si lo tenes que hacer desde el Nacional B, no pasa nada. Con respecto a la violencia me hace muy mal ver que hay todo un montaje para que suceda, como si fuese la causa de todo para vender más. Es horrible. Es lo peor que puede pasar, por eso no tengo cable, miro solo los partidos que quiero. Obviamente canales deportivos no consumo y me hace estar más tranquilo. Voy y disfruto el juego.
—¿Cómo te llevas con el periodismo que se focaliza en el show en vez de otras cuestiones?
Para mí es un asco, daña al deporte, genera presión, violencia a través de la obtención de resultados como pasó con el River Boca en la Final de la Libertadores y todo eso hace que el fútbol sea cada vez más feo porque si hay tanto en juego, que te dicen que es de vida o muerte, ¿que lugar va a haber para que alguien tire un caño o alguien disfrute? No hay libertad para jugar tranquilo porque es todo bastante corrosivo en ese aspecto y todo lo que veo que no me alimenta o no me hace crecer lo dejo de lado. Para mí ahora lo más importante es jugar, disfruto de eso, es mi trabajo, me mantiene económicamente y no me interesa nada figura en un lugar.
—¿Cómo ves el fútbol actual con la mediatización y partir de los intereses económicos que se manejan?
Hay que entender que el que tiene el verdadero poder en el fútbol somos los jugadores, si no hay jugadores no hay negocio. Pero parece al revés, no solo parece que tenemos miedo a los periodistas y que queremos participar del show, tiene que ser todo lo contrario. Nosotros tenemos que habilitar para que ellos vengan a un lugar noble y que después de un partido los jugadores se puedan dar un abrazo y demostrar que es un deporte.
—¿Cómo te manejaste con esa burbuja que genera la fama en los jugadores?
Es como la voracidad del ego. Aparece algo ficticio que empieza a ser una burbuja que se va haciendo cada vez más finita, más sensible, y cualquier cosita que te toque en ese “lugar de grandeza”, enseguida explota. El trabajo más importante del jugador es nunca dejar de sentirse un ciudadano común y corriente aunque te hagan sentir especial, todo se termina en algún momento. En mi caso cuando me empezó a molestar lo dejé porque me confundía y me focalicé en mi trabajo. Además empezar a estar en otros ambientes y conocer otra gente también me ayudó para alimentarme de otra cosa y salir de ese lugar donde todo es difícil de sostener, eso forma parte de uno de los problemas del retiro, nunca te cuestionaste nada y de golpe ya no sos más ese famoso que decían, no te ponen más likes en redes sociales y el verdulero no te regala más nada.
—¿Debería haber mayor articulación con la educación en el deporte?
Sí, porque ahora está separado el cuerpo de la mente por decirlo de alguna manera. Hay que juntar el intelecto y el cuerpo, no solo dentro de la cancha, sino fuera porque el jugador de fútbol ocupa un lugar importantísimo y lo hace también en la vida, cuando se viste, cuando camina por la calle o comprándose un auto. Entender eso es importante porque hay que hacerse cargo del rol que uno ocupa, el fútbol da mucho privilegio pero también responsabilidades.
—¿Cómo surge la idea de firmar junto a más de 100 deportistas el apoyo a un candidato presidencial?
Lo más importante es que se pudo manifestar en un papel. Estas personas que no sienten, que tienen plata y que no hablan de nada toman una posición política, solo les importa lo que pasa al lado y esa burbuja se rompe automáticamente. Conmigo se comunicó Seba Vidal, fui compañero de él en Patronato y milita en “La Cámpora”, es una persona muy comprometida, siempre ha estudiado y desarrollado en Ciencias Políticas. Me mandó un mensaje con la idea y le dije que lo apoyaba porque me parecía importante. La situación del país no da para más y mucha gente está sufriendo mucho y más allá de las ideologías, yo tampoco creo que la fusión política del peronismo sea la adecuada para el país como yo lo deseo, pero hay que salir de la miseria y la única fuerza que puede sacar este modelo es ese y me pareció la mejor posibilidad. Hay muchos jugadores reconocidos que lo pensaron y no lo quisieron hacer porque tienen miedo de perder privilegios, pero me pareció una movida muy importante.
—¿No hablar o manifestarse implica una postura?
Obvio. Cuando te dicen “yo de política no hablo”, estas ejerciendo un poder espantoso porque justamente es para que se aprovechen de uno. Sin hablar de lo partidario, todo gesto es política. De cualquier manera que lo hagas, como te vistas o lo que sea, estás haciendo política entonces los neutros por así decirlo, no sirven de mucho y hay cosas urgentes que desarrollar y todas las posturas tienen un peso que desarrollar.
—¿Cómo ves el progreso del fútbol femenino?
Creo que se está avanzando mucho gracias a jugadoras que le pusieron el cuerpo durante mucho tiempo y ojalá sea cada vez más un espacio abierto donde todos puedan desarrollarse hasta llegar al fútbol mixto, que creo que es el paso más lógico. Entender que el fútbol se pueda llegar a jugar entre todos, seguro yo no lo voy a ver.
—¿Realmente crees posible un fútbol sin distinción de género?
Cada cual tiene sus características. Yo soy jugador con todo lo que me rodea, con los libros, mis limitaciones y mis virtudes pero entender que solo porque “sos más fuerte”, es una característica que te pone por encima del otro es porque está mal encajado. Si habría un límite de lugares, 5 varones y 5 mujeres se haría una estrategia distinta y todo sería más amplio y diverso. Armar un fútbol donde se pondría en una posición a alguien por la rapidez, a otro por la sensibilidad en el otro. Que las características de uno hagan al espectáculo y ojalá se dé, me parecería lo más natural. Los chicos cuando son chicos juegan todos juntos entre ellos, después de grandes les sacan el lugar o le dan la pelota a los varones pero todos tienen las ganas de jugar sin distinción de sexo.
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