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En tiempos de crisis el desempleo afecta de distintas maneras a las personas. Recientes estudios con perspectiva de género demuestran que las mujeres son más vulnerables a la pobreza.

Por Magdalena Caviglia

La situación de las mujeres en el contexto de crecimiento de la pobreza es un tema invisibilizado por los medios y la sociedad. En análisis económicos y estadísticas públicas en general está la falencia de la perspectiva de género. Es decir, que en estudios y análisis sobre problemáticas sociales no hay distinción entre cómo afectan a los hombres y las mujeres por separado. Un informe publicado el mes pasado por el Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (OCEPP) demostró que tras las últimas medidas de ajuste, como el aumento de las tarifas, del costo de vida y del desempleo, el género femenino se ve más perjudicado. Esta realidad, que está avalada por construcciones culturales, genera que laas mujeres lleguen a cobrar un 24% menos y en muchos casos fuera del mercado formal.
Dentro del OCEPP hay un grupo de cuatro economistas que forman el Equipo de Estudios sobre Economía de Género. Ellas estuvieron a cargo de la investigación, el análisis y la publicación del informe ‘La pobreza tiene género’. “La idea surgió de debates y construcciones que realizamos y que las quisimos plasmar en estudios para darle visibilidad”, explicó Florencia Fernández Victorio, licenciada en economía e integrante del equipo. Según el estudio, la tasa de desempleo del primer trimestre de este año para las mujeres es casi dos puntos mayor a la de los varones. Si bien en la última década esta brecha se achicó, desde 2013 se mantiene. La explicación se debe al rol laboral que ocupa la mujer en la sociedad: trabajos precarizados con menores salarios y la cantidad de tiempo dedicado al trabajo doméstico no remunerado.
Fernández Victorio puntualizó que la construcción de estereotipos de género en función a los roles laborales contribuyeron a la división sexual del trabajo. Generalmente son los varones quienes se dedican a tareas de trabajo productivo y pago. Mientras que las mujeres se dedican a actividades reproductivas que, además de la reproducción biológica, a lo que realmente se refiere es a la reproducción social. Dentro de éstas están el mantenimiento del hogar, la difusión de hábitos, la crianza y educación, la alimentación y la organización del hogar. También se encargan más del cuidado de adultos mayores, personas discapacitadas y enfermas.

“La pobreza tiene género”

Una encuesta hecha por el INDEC en 2013 reveló que las mujeres que trabajan cuarenta horas semanales le dedican cinco horas más a las labores domésticas, en cambio, los varones sólo tres. “Una mujer que usa más de seis horas del día para tareas del hogar y el cuidado de personas dependientes, cuando se enfrenta a una búsqueda de trabajo, probablemente caiga en uno informal, poco calificado y mal remunerado”, afirmó Candelaria Botto, licenciada en economía y miembro de la organización Economía Femini(s)ta. 
Un factor que profundiza la desigualdad para encontrar o permanecer en un puesto de trabajo es el hecho de ser mujer y estar en una edad posible de ser madre. Si bien los tres meses de licencia por maternidad es menor a lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud, los padres apenas cuentan con dos días libres. El fin es anotar a su hijo o hija en el registro civil bajo su apellido. La falta de garantías de políticas para el acceso a un jardín o guardería en los ámbitos laborales o a licencias para padres varones, conduce a que deban alejarse de los empleos por un tiempo más largo. Como consecuencia, la vuelta al trabajo se hace más difícil para ellas.
Verónica Ramírez es contadora y trabajaba como gerente de auditoría cuando quedó embarazada de sus hijos mellizos. A pesar de tener una buena posición laboral, cuando volvió tuvo que ganarse el lugar que había dejado: algunos de sus clientes volvieron y otros no. “Las mujeres somos las únicas que nos tomamos licencia porque no está propuesto desde la ley que el varón lo haga. Si el Estado no te dice que somos iguales, nadie te lo va a decir”. Según ella, lo que suele suceder cuando un hijo o hija se enferma es que la madre lo cuide porque eso es lo que “corresponde” y es consistente con la licencia por maternidad. En cambio, si desde un principio la licencia puede compartirse entonces es natural que después las responsabilidades se dividan por igual. Verónica opinó que hay una presunción de la sociedad que cree que las mujeres se quieren quedar en la casa para cuidar a los chicos e incluso hay quienes tienen una mirada crítica cuando esto no sucede.

“Si el Estado no te dice que somos iguales, nadie te lo va a decir”

En los últimos dos años las políticas públicas para bajar la desigualdad fueron recortadas. La moratoria previsional que todos los años incluyó a jubiladas y jubilados por igual tuvo un 86% de mujeres beneficiarias en el último acceso. Además, el fin del programa PROGRESAR, que estaba destinado a jóvenes de entre 18 y 24 años dejó sin la ayuda económica al 70% de mujeres que lo recibían. “El presupuesto nacional dedicado al Consejo Nacional de las Mujeres nunca fue mayor al 0,005%. La voluntad política para solucionar estos problemas, tanto en el kirchnerismo como en el macrismo, nunca fue un interés real para erradicar la desigualdad y la violencia de género”, concluyó Candelaria Botto.


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