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GIOS, THE PRODUCER: “LO MÁS IMPORTANTE ES MOSTRARSE ANTE LOS DEMÁS COMO UNO ES, SER REAL”


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Tras lanzar el nuevo disco que produjo con Alexis y Fido: “La escuela”, cuenta un poco de su vida, cómo ha sido el proceso de insertarse en el mundo de la música y cuál es el reto de producir para uno de los dúos pioneros del género urbano.

Por María Fernanda Rojas García

Responsable, disciplinado y cansón son tres adjetivos que según Gios pueden describirlo bien, “pero no cansón de pesado, sino de bromista”, dice, entre risas.

Harold, más conocido como Gios, es hijo de Wilmar Ospina y Gloria Ortega, hermano mayor de David. Nació y creció en Tuluá, una ciudad pequeña, cálida y de gente amable. Allí comenzó su amor por la música luego de ver a un señor que tocaba una organeta en el parque Boyacá. Empezó a tomar clases de guitarra particulares y luego entró a la academia  de Arte y Cultura donde aprendió a tocar el piano. Al principio tocaba a Beethoven, pero su interés siempre estuvo puesto en ritmos más latinos, esos que se escuchan en Colombia como la salsa, el merengue o la música tropical, así que un día le llevó a su profesor un par de partituras que descargó por internet para que se las enseñara a tocar. “Empecé a aprender más y más y a raíz de eso me seleccionaron para ser el pianista de la orquesta juvenil”, afirma.

¿Te acuerdas cómo fue el momento en que te seleccionaron para ser parte?

GIOS: Fue muy chévere porque yo estaba en una clase, me llamó el director y me presentó a los chicos que hacían parte de la orquesta. Me dijeron que me habían visto tocando el piano y me preguntaron si quería tocar con el grupo, pero yo les dije que no porque tenía susto. Luego me convencieron y dije que sí… y estaba tan entusiasmado que siempre que volvía a casa me ponía a tocar el piano, ni siquiera hacía las tareas del colegio, sólo tocaba el piano porque le agarré amor.

Se ríe, se ríe por todo, se ríe contando sus anécdotas de chico y se ríe más cuando recuerda su etapa del colegio. Y qué hablar de ese tiempo, era divertido y amiguero, no era el número uno de la clase, pero se esforzaba por entregar sus tareas a tiempo.

Sus papás siempre quisieron que estudiara alguna carrera profesional como abogacía o medicina, pero a él nada de eso le llamaba la atención. Decía que no quería estudiar algo en lo que tuviera que recibir órdenes de alguien o que tuviera matemáticas, así que tras mirar algunas ingenierías las descartó. Se graduó del colegio y estuvo un año tocando en la orquesta y en un mariachi; y luego se fue para Medellín.

“Al principio fue duro”, cuenta. “Yo era muy pegado a mis padres, pero también creo que fue lo mejor haberme separado un poco de ellos pues mis papás me daban todo y yo tenía cierto grado de conformismo”.

Y, al final, ¿en dónde estudiaste?

G: Estudié en la Escuela de Audio y Sonido de Medellín. Lo que más me gustó es que las clases fueron muy prácticas y eso era lo que yo buscaba. Practicar, equivocarme y aprender de eso, entonces, siento que la universidad cumplió mis expectativas. Ahora me propusieron que sea profesor, así que vamos a ver cómo resulta todo. 

¿Sientes que te dieron las bases para salir a trabajar, en tu caso, producir música?

G: Exacto. Pero, además, terminando la universidad, lo que más me ayudó fue conocer a Chez Tom, el productor de Reykon.  En ese momento había un proyecto para componer una canción para una fundación que hicimos en colaboración y, debido a eso, me preguntó si quería trabajar con él y estar ahí para aprender. Durante ese proceso, yo junté lo técnico que me dejó la universidad con lo empírico que sabía Chez Tom y ese equilibrio entre ambas partes es lo que me ha hecho llegar hasta donde estoy por el momento, gracias a Dios. 

¿Ahí fue donde decidiste ser productor musical?

G: No. Cuando estaba en Tuluá tenía idea de cómo se tocaban algunos instrumentos, pero no sabía cómo se hacía música. Al principio empecé a ver videos en YouTube y a buscar que programas me servían. En ese momento yo estaba más enfocado en la salsa y en la música popular, pero cuando llegué a Medellín, el reggaetón empezó a subir de nivel porque J Balvin se estaba posicionando mucho. Él, Maluma y Reykon fueron los primeros colombianos de música urbana en generar respeto. Sin embargo, fue muy difícil al principio.

Gios se saca la campera de jean, se levanta de la silla y empieza a caminar por la habitación como si buscara algo. Segundos después conecta el teléfono al cargador y se vuelve a sentar. Recuerda que a su papá todavía le molestaba la idea de que se dedicara a la música porque no le veía futuro, hasta que un día le dijo que se iba de gira con Reykon.  “Mi primer viaje de trabajo lo hice con él, yo era el pianista del grupo”, explica. “Un día llamé a mi papá y le dije que viajaba a Miami, a los días lo volví a llamar y le dije que iba pa’ Monterrey, luego pa’ Orlando…”.

Y, ¿qué te dijo tu papá?

G: Se sorprendió. Él se dio cuenta que yo tomaba mi carrera con disciplina, que mi trabajo para mi es sagrado y a partir de eso me empezó a apoyar.

“Antes el productor no tenía protagonismo. Ahora ha salido a relucir al frente, casi a la par con el artista”

¿Tienes algún recuerdo que te guste del tiempo que trabajaste con Reykon?

G: Una vez tocamos en Miami en un evento que se llama Calle 8. Había una tarima en medio de la avenida y luego cinco o seis cuadras llenas de pantallas y de gente, había como setenta mil personas. Cuando yo me paré en la tarima me temblaban los pies, esa es la emoción que le da a un artista cuando se para frente al público y eso nunca se puede perder.

Se queda en silencio un par de segundos como si los recuerdos invadieran su mente y sonríe, luego comenta que, con Fragua, su socio, habían planeado crear 84 Music Lab, su propia productora, desde que estaban en la universidad, “él se encarga de los negocios y yo de la parte artística”, afirma. “Al principio, como en toda empresa fue muy duro, pero poco a poco se fueron dando las cosas y empezaron a llegar artistas”.

¿Cómo consiguieron esos artistas?

G: Los contactos… esos mueven todo. Una persona puede tener mucha plata o mucho talento, pero si no tiene contactos no llega a ningún lado. Trabajando con Reykon pudimos contactarnos con gente de Sony y de Warner y con otros artistas. Las redes también tienen un rol muy importante, más que todo Instagram que es la carta de presentación de mucha gente. Las personas ven en esta red todo el contenido que tu subes y, más ahora, con esto de la pandemia, las redes se pusieron el doble de importantes porque ahora solo podemos hablar por estos medios.

Y ahora estás trabajando con Alexis y Fido.

G: Si, es una experiencia muy bonita porque yo crecí escuchándolos. Cuando yo empecé a trabajar en este género tenía la esperanza de trabajar con ellos, pero nunca me imaginé que Dios me fuera a dar la oportunidad de hacerlo.

¿Cómo surgió?

G: Pipe Flores, un productor que es muy conocido aquí en Medellín, me llamó un día preguntándome si le podía alquilar mi estudio porque estaba con ellos y necesitaba grabar unas voces. Le dije que vinieran, que no les iba a cobrar, pero que me pautaran en las redes sociales. Ese día de la grabación, Alexis me pidió mi número y luego me llamó y me dijo:

–Mi helmano, ¿cómo etás? –dice, en un intento de imitar el acento puertorriqueño y se ríe.

 Me preguntó si le podía alquilar de nuevo el estudio. Le dije que viniera a grabar cuando quisiera y así empezamos a trabajar juntos. Me contó que estaba en proceso de hacer un álbum y me dijo que quería grabar las voces conmigo. Ver a Alexis en la cabina es espectacular, lo que graba en una sola toma, así queda. Con el yo agarré mucha agilidad. Los artistas necesitan a alguien que les siga el ritmo porque están en constante creación.

El 15 de mayo lanzaron su nuevo disco: “La escuela”. ¿Cómo fue ese proceso creativo? ¿En qué se basaron para construir el sonido que querían?

G: Fue un reto, en realidad. Alexis es un productor de ideas, él me las traía y yo las plasmaba. Al ser de la vieja escuela, queríamos encontrar un sonido como el de esa época, pero sin sonar pasados de moda musicalmente. Me senté a escuchar todos sus álbumes y empezamos a trabajar en base a eso, hicimos una construcción entre el sonido de antes y los sonidos de ahora. Ese fue mi reto como productor.

¿Cuál sientes que es el rol del productor hoy en día?

G: Antes el productor no tenía protagonismo, siempre era el que estaba detrás y la gente no sabía quién era. Siempre se nombraba al artista como el que había hecho o lanzado una canción, pero no se hablaba de quién lo producía. Ahora, la figura del productor empezó a generar un poco más de respeto y ha salido a relucir al frente, casi a la par con el artista.

“La emoción que le da a un artista cuando se para frente al público nunca se puede perder”

¿Qué es lo más importante que has aprendido en este trayecto de tu vida?

G: Antes intentaba aparentar lo que no soy. Aprendí que lo más importante es ser quien uno es, ser real. Uno puede ser el más talentoso, el mejor músico o cantante, pero si uno no muestra lo que realmente es, no va a pasar nada. Ser humilde y trabajar en equipo, eso me hace estar en constante aprendizaje porque me ayuda a mantener los pies en la tierra.

A la pregunta de cómo se ve de aquí a diez años, Gios responde que se ve viviendo en Miami, con una carrera exitosa y siendo un referente para jóvenes que quieran dedicarse a hacer música.

¿Algún consejo que le quieras dar a futuros artistas?

G: Algo que me dijeron en su momento y que me sirvió mucho es que crean en ellos mismos. Lo peor que te puede pasar es que te digan que no, pero hay que perder el miedo y tener seguridad en lo que uno hace.


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