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Guillermina Beccar Varela: “La magia del escenario no se reemplaza”


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La cantante de folclore habló con Éter Digital sobre los inicios de su carrera, analizó los nuevos géneros musicales, dió su opinión sobre la cultura de la cancelación y destacó experiencias que le dejó la cuarentena. 


Desde hacer shows a beneficio en distintos teatros, a participar en el festival de Cosquín e irse de gira por Europa con Mercedes Sosa. Con su dulce voz y sus canciones, tanto para adultos como para chicos, Guillermina Beccar Varela de 51 años, transmite tranquilidad, transparencia y cultura, e indica que “cantar es viajar con el alma”. 

Desde muy chica tenías como referente a Mercedes Sosa… ¿Cómo fue que la conociste y llegaste a irte de gira con ella? 

El párroco de la Catedral de San Isidro, que me conocía, un día me llama y me dice: “Va a venir Mercedes Sosa a sacarse unas fotos, vení a conocerla”. Después le conté a mi hermano y me sugirió que le grabe un CD con temas míos, que se lo dé y que le diga que lo escuche en el auto. En esa época no era común que la gente tuviera ese tipo de reproductor en su vehículo. Y así fue. Yo tenía 28 años aproximadamente. Fui a saludarla, me presenté, se lo entregué y le pedí que lo escuchara. 

Y lo escuchó… 

Se ve que sí, porque a los pocos días yo estaba en lo de mis padres, viene mi mamá y me dice: “Te llama por teléfono Mercedes Sosa”. Y yo pensé que me estaba haciendo un chiste, no le creía, y me insistió. Y si, era ella en el otro lado de la línea. Me hablaba muy emocionada, lloraba, escuchaba los temas y los tarareaba. A partir de ahí entablamos un diálogo, fui a su casa y me empezó a invitar a algunos shows que hacía, como en el Gran Rex, cantar en la Casa Rosada, hasta irnos de gira juntas por Europa.

¿Cómo era ella con vos?

Era muy generosa. Capaz yo estaba tocando en alguna peña y se aparecía. Me decía que le gustaba mucho como cantaba, que se llevaba al avión mis CD porque la calmaban, que le hacían muy bien. La verdad que siempre fue una alegría su cariño y que me diga cosas lindas. Su reconocimiento me hacía sentir que lo que yo hacía estaba bueno. 

¿Qué pensas sobre cómo se manifiestan los nuevos estilos musicales que están de moda, como el trap, reguetón y sus derivados?

Yo creo que cada manifestación nueva tiene que ver con cómo se vive la época. En la mía, y antes también, el folclore era algo que pesaba mucho, era muy social, tenía una descripción del paisaje muy detallada. No solo eran canciones de amor, también eran manifestaciones de cómo vivían las personas. Y ahora es distinto, vivimos distinto. Te puede gustar o no, eso es subjetivo, lo que hay ahora expresa cómo se vive en este momento y tiene otro tipo de descripción. Y a mí particularmente no me resulta tan poético.            

¿Crees que no transmiten ningún mensaje?

Yo creo que sí transmiten un mensaje. Pero bueno, podemos analizar que es más sexual o de exposición de cosas, que yo quizás veo, no tan profundas. Pero son una reflexión sobre cómo viven hoy los jóvenes y sus intereses. Es cuestión de gustos y de artistas.  

Hoy con la “cultura de cancelación” las personas dejan de apoyar a un artista por algún acto repudiable que comete. ¿Creés que el público tiene que separar el arte de la vida privada del que lo hace?

Uno no puede emitir un juicio sobre cómo vive otra persona. Todos vivimos vidas en las que hacemos algunas cosas bien y otras veces cometemos errores. Muchas veces me pasa que no comparto ideología con artistas, pero trato de no engancharme con esa diferencia. Voy a otro lugar. Si me gusta lo que canta, lo que dice, cómo lo canta. Me quedo con lo que a mí me aporta. Yo trato de no juzgar. No mezclo las cosas.

¿La cuarentena te sirvió de inspiración para conectar más con la música?

Hice muchas cosas con artistas que quizás en otro momento no sé si se me hubiese disparado la posibilidad. Grabé un tema con Leónon Gieco, que en otro momento hubiera sido impensado por la distancia. Trabajé mucho con gente que vive en otros países. Grabé un tema con Marta Gómez, que vive en Barcelona, Olga Román, también española, Alberto Rocco, que vive en Canadá, Teresa Parodi, Julia Zenko, Ligia Piro y muchos otros artistas, y cada uno desde sus casas. La pandemia fue una oportunidad y una excusa para decirles de grabar algo juntos.

¿Qué sentís al volver al escenario después de dos años?  

Estoy ansiosa. Durante la cuarentena hice shows que eran por streaming, que fue una experiencia muy interesante, muy linda, pero le faltaba ese gustito de la gente. Yo cantaba una canción, terminaba, y había silencio. Tenía que seguir con otra. Si bien estás con el micrófono abierto e interactuas con la gente que escribe en los comentarios, uno anhela el contacto, poder mirar a la gente a los ojos, escuchar los aplausos. Para mí, la magia del escenario es algo que no se reemplaza.


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