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Harry Salvarrey, la mirada analítica de Perros de la calle


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Co-conduce uno de los programas más escuchados de la radio argentina. Llegó allí por un pedido de su abuela y se quedó por 22 años. En esta entrevista con ETER Digital, cuenta sus comienzos, la relación con Andy Kusnetzoff y cómo su formación como psicólogo le permite llevar calma al caos.

Harry estaba cansado. Intentó disfrazarlo con los anteojos azules, pero la voz quebrada lo delató. Amable, paciente y gentil se pidió un té de hierbas para aminorar la molestia de su garganta que le dejó haber ido al festival de música Primavera Sound

Harry en realidad se llama Nicolás Salvarrey. Su apodo nació cuando tuvo que pagar “derecho de piso” al ingresar al programa radial Perros de la calle en donde lo acompaña Andy Kusnetzoff desde hace 22 años. Y desde hace 22 años suma su mirada calma y filosa a las jugosas entrevistas que realizan al aire. Harry confesó que lo apodaron así en ese momento por su parecido con el actor de Harry Potter. “Como a tantos boludos con anteojos -bromeó- hoy me dirían Jeffrey Dahmer, probablemente”.

Llegó a este exitoso programa por un favor familiar. Harry es primo lejano de Andy. “Mi abuela es muy caradura y le pidió que me diera trabajo”, dijo. Comenzó editando los audios que llegaban, luego fue productor del ciclo hasta que, finalmente, se convirtió en un personaje fundamental por su carácter y forma de ser. “Entré a laburar por un tiempito y, en ese momento, ni pensé que me iba a quedar un año entero -recordó- ni que iba a hacer carrera en los medios”. 

—Harry, sos licenciado en Psicología recibido de la UBA, pero nunca ejerciste.

—Sí, correcto.

—¿Por qué?

—Porque empecé a laburar en medios durante la carrera, necesitaba trabajar de algo para mantenerme. Porque por más que la universidad sea pública, estudiar ahí tiene un montón de costos. Y me gustó el laburo que conseguí así que profundicé más por ese lado. 

—¿En qué temas que tratan en el programa sentís que tu formación aporta un extra?

—¿Sabés que en casi todos? En todo lo que tenga que ver con dinámica de pareja, con relaciones, con la familia. Hablamos de muchos temas vinculados a la psicología: la autoestima, el autoboicot, las fobias, las obsesiones. Honestamente, creo que en todo lo que tenga que ver con lo humano. Quizá no me sirve para entrevistar a una banda. Bah, mentira, ahí  también sirve porque hay algo de la dinámica entre los integrantes, una onda interesante, que también aplica. O sea, algo siempre agarrás.

—Cuando va Gabriel Rolón, el famoso psicólogo, a hacer su habitual columna en el programa, ¿estás en Disney o lo sentís como una competencia?

—Él tiene una forma de hablar que es muy cálida y muy clara. Es muy raro ser cálido y claro al mismo tiempo; en general es una cosa o la otra. Cuando sos una persona que explica muy bien quiere decir que sos muy analítica y eso, a veces, te hace ser muy frío. Él, en cambio, explica muy bien y además es muy humano. 

—Cuando Andy se va, ¿cómo organizás los programas?

—No los organizo yo. El equipo de producción es el que se ocupa de la organización grande de los programas esté Andy, esté yo, esté quien sea. Después cada uno trae y aporta los contenidos que quiere y eso también pasa esté o no esté Andy. 

—¿Qué otra mirada le otorgas vos al programa cuando reemplazás a Andy en la conducción?

—Yo siento que soy más ordenado y analítico, también un poco más frío. Creo que toda la cuestión tan a flor de piel, emocional y profunda que tiene Andy a mí me resultaría más artificial hacerla, no me sale tan bien.  Su mirada es mucho más sensible y, a veces, más caótica. El caos trae desorden pero, casi siempre, también es explosivo.  Cuando él conduce pasan muchas cosas inesperadas todo el tiempo, se sale de rutina todo el tiempo, se le ocurren cosas que a otras cabezas no y las ejecuta en el momento. Entonces, pasan cosas muy interesantes y únicas. Y con él en la conducción el programa tiene mucho más vértigo. Es como un malabarista que no tiene red abajo y si se cae, se hace mierda contra el piso. En cambio, cuando estoy yo las cosas son un poco más predecibles y más ordenadas. Creo que todos los chicos de producción están más tranquilos en el sentido de que todo sale más como ellos lo planean. Pero faltan esos momentos más explosivos. 

— Antes de desembarcar en Perros de la Calle, ¿habías pensado alguna vez en trabajar en medios de comunicación? 

— Sí, es algo que siempre estuvo en el mapa. Mis viejos son periodistas. Crecí entre redacciones e imprentas así que siempre fue algo que estaba presente. También escuché mucha radio. En mi casa siempre estaba encendida, era algo que estaba ahí, dando vueltas. Pero por algún motivo, como no era una carrera universitaria, uno no se lo imaginaba.

—¿Y por qué elegiste estudiar psicología? 

—Porque tenía que estudiar una carrera universitaria. Hay algunas familias en las que no es una obligación y otras en las que sí lo es, aunque nadie lo diga. Y terminé la secundaria y había que estudiar una carrera. Y tampoco lo digo como algo malo. Me parece que está bien, estoy agradecido por eso también. La verdad es que si no, no lo hubiera hecho y me hizo bien, aprendí un montón de cosas.

—¿Ibas al psicólogo mientras estudiabas? 

—Al principio no. Me resistía. Decía: “Yo no lo voy a hacer”. Pensaba algo como: “Todo el mundo está esperando que yo vaya al psicólogo y no, no voy a ir”. Una boludez.  En un momento necesité ir, me sentía mal con algunas cosas, nada grave pero había algunos temas que me estaba costando encontrar con quién hablar y empecé a ir. No me fue muy bien aquella primera vez. Simplemente me aburría mucho, duré poco tiempo, dejé. Después volví a ir, pero ya recibido. 

—Para decirle: “Yo también tengo título”…

—(Se ríe) Sí. Acá, tenemos una cultura muy de que “todo el mundo hace terapia por las dudas” y capaz que no tenés ningún problema serio. Creo que hay un lugar de la salud mental, que es muy importante, que hay que cuidar. Las veces que recurrí a terapia fue cuando sentí que algo se estaba desequilibrando.

—Hoy, ¿te definís como periodista, productor o psicólogo? 

—No, psicólogo seguro que no. Periodista. Si me preguntan de qué trabajo yo digo periodista. Creo que un productor es periodista y que si fuiste productor una vez, vas a ser productor siempre. Más allá del trabajo, es una forma de ver las cosas. Yo todo lo que hago lo pienso como productor, es un chip que no te sacás más. Aunque te alejes de la tarea del productor que es muy ardua y valiosa, hay un momento en el que dejás de hacer ese trabajo todos los días pero en tu cabeza seguís haciéndolo.  O sea, yo antes de pensar en cualquier cosa para el aire sigo teniendo esa perspectiva de producción, en cómo hacerlo, qué se necesita y cómo va a salir. 

Días de birra y radio

Salvarrey es, además, sommelier de cervezas y socio del bar “El Desarmadero” ubicado en Gorriti y Lavalleja en el barrio porteño de Palermo.

Es un proyecto que arrancó junto con amigos hace (CUÁNTOS AÑOS) y él cumple la función “homebrewer” seleccionando y recomendando las cervezas adecuadas para cada plato, según los diferentes gustos y personalidades de los comensales.

Su interés en la gastronomía expresado a través de sus ganas de hacer múltiples cursos de cocina por placer, es una característica más que lo define y que suma en el programa de radio con una sección  llamada “La columna gastronómica de Harry”.  

—¿Qué aspecto del trabajo que hacés en tu bar estás interesado en mostrar en el programa con esa columna? 

—Varios pero, sobre todo, me interesa que sea para todo el mundo. No quiero que alguien se quede afuera de algo porque la comunicación es medio críptica. Quiero decir, que nadie se queda fuera de probar una buena cerveza porque no entiende la descripción, o porque el nombre le parece complicado y lo asusta o se la explican mal. Me interesa que nadie se pierda de probar un plato porque no lo conoce y porque nadie se toma el laburo de explicarle.

-¿Qué evalúas en una catación de cerveza?

—Técnicamente entran todos los sentidos. Primero se evalúa el aroma. Después, el aspecto donde tenés el color, la espuma y la persistencia de la espuma también; el tipo de efervescencia y de burbujas; la transparencia u opacidad de la cerveza y mirás si es más bien turbia o cristalina. Luego, el sabor y, por último, se valora una impresión general de cómo te sentís después de haber tomado esa cerveza. Ah, y el tacto, de la lengua y de la boca: si una cerveza tiene mucho cuerpo o poco cuerpo, si es pesada, si es astringente. Y el oído es más polémico porque no se usa tanto para la cata, pero también.

—¿Estudiaste gastronomía? 

—No en sentido general, sí con el tema de cervezas y sí hago muchos cursos.

-¿De qué?

-De distintas cosas; de cocina, de bebida, de todo. Pero siempre como amateur.

—Te gustan los procesos. Manejás muy bien la ansiedad, ¿no?

—Sí, claro. Soy bueno con eso. De hecho, la manejo tan bien que muchas veces no hago nada. Simplemente pienso las cosas muchísimo y no hago nada.

—Te gusta mucho estar en el plano de la mente…

—Sí, muchísimo. 

—Muy Sigmund Freud…

—Sí, bueno, Freud hizo bastantes cosas. Yo no hago nada (risas).


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