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Walter “Chino” Laborde, el multifacético 


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Revolucionó y refrescó el tango con la Orquesta Típica Fernández Fierro y ahora con la Orquesta Sans Souci, pero también se sube a escenarios rockeros con ex integrantes de Los Redondos y se animó a explorar su faceta actoral en grandes producciones como Vientos de Agua y Luna de Avellaneda.


Walter Laborde, más conocido como el “Chino” Laborde en el mundo del tango, es un cantante contemporáneo, oriundo de Avellaneda. Multifacético como pocos, se lo puede ver en orquestas típicas y orquestas modernas de tango, en bandas de rock y también tiene una faceta actoral muy marcada. Actuó en diferentes películas como Luna de Avellaneda y Tango de una noche de verano.

¿Como fue tu primer acercamiento al tango?

  • Yo he tenido la oportunidad y la fortuna de haber nacido en una casa en donde había música en vivo, y esa música era tango, a través de mi abuelo materno, herrador de caballos y bandoneonista aficionado y sus hijas, mi madre y mi tía, cantantes de tango ambas, una mas profesional que la otra me inculcaron eso. Todos los sábados había grandes zapadas en la herrería de mi abuelo  en Sarandí, Avellaneda, y ahí comprendí que esa era mi primera lengua madre, la música del tango hecha en vivo y eso es lo que me ha desvelado toda la vida y ese fue mi primer gran acercamiento al cual voy a estar agradecido. A todos nos llega el tango de alguna manera, a mí me llegó directamente desde la panza de mi madre.

¿Cuándo fue tu primera actuación?

  • Bueno, en realidad yo tenía una banda de rock. Cuando mi abuelo se muere, a mis ocho años, el tango pasa a estar de luto en mi casa. Yo abandoné el tango hasta mis 23 años. En todos esos años me acerqué al rock, el cual se comió al tango en esa época. Pero si, a mis 23 años volví a acercarme al tango.

¿Y cuál es tu relación con el rock?

  • El rock también me hace muy feliz, sobre todo el rock argentino con el que tengo grandes contactos, tengo música propia y ahora estoy cantando con los ex Redonditos de Ricota, es una banda que se denomina La Kermesse redonda,  son cuatro músicos que formaron parte de Los Redondos que invitan cantantes y yo tengo la oportunidad de ser uno de los invitados casi permanentes.

El rock o mismo nuestro folklore se ha popularizado entre los más jóvenes, ¿por qué pensas que aun el tango no?

  • Sucede que el folklore tiene una cuestión donde más que nada manda la melodía vocal, y el mundo es un mundo de melodías y la Argentina es un mundo de gente que canta y el folklore es no tan de protesta sino más bien un folklore melódico, meloso, algo mucho más digerible en las radios, tiene más que ver con eso también. El tango es un gran decidor de verdades.

¿Sentís que te valoran más afuera como artista que en tu propio país?

  • Cuando el tango viajó a París y rompió la cabeza y los corazones de aquel primer mundo en la década del ´20, esa década en donde el tango reinó y después cuando volvió a Argentina, claro, al tener éxito afuera, digamos que eso es algo que nos sigue sucediendo. Hay que tener éxito afuera para que después un poco te den bola acá. Somos un país con la mirada muy puesta en lo que pasa en el primer mundo, por otro lado, es obvio, porque somos un país muy joven, sin tanta historia, creo que uno de los que mejor definió esto fue el gran Raúl Scalabrini Ortiz en “El hombre que está solo y espera”, una radiografía perfecta para que podamos entender esta idiosincrasia tan especial que tenemos.

Tenes una gran beta actoral, actuaste en diferentes películas y documentales, ¿es verdad que te sentís un “actor frustrado”?

  • Si, si, ¡si! Yo intenté ser jugador de fútbol hasta los 20 años. Jugué en primera en “el porvenir de Gerli, Avellaneda”, jugué en las inferiores de Independiente, de Lanús, Arsenal de Sarandí. Milité el fútbol y vi la corrupción del fútbol ya en la década de los ´80, era corrupción menor pero ya se veía venir el acomodo, la manija, y eso me quitó un poco las ganas. Sufrí mucho cuando no pude ser jugador de fútbol pero cuando pude desplegarme como cantor, que era mi primera intención en la vida, ser cantante y lo logré, me da mucha satisfacción eso. 

Tal vez el dinero que uno cobra no es siempre el mismo, el actor ya tiene de alguna manera una paga por hacer algo que ama y son profesiones un poco de sube y baja, pero bueno soy un afortunado que viene trabajando hace más de 20 años: desde que arranqué con la Fernández Fierro, la Sans Souci, como invitado en el Sexteto Mayor, he trabajado en cine, en teatro con grandes actores argentinos. Yo me sentí un actor frustrado hasta que un día me llegó la posibilidad de probarme y conocer a Guillermo Fernández, a Florencia Peña en una versión de El romance del Romeo y la Julieta, un musical de tango. Luego conocí a Peretti y Roberto Carnaghi, Claribel Medina, etc. También participé en Vientos de Agua. Me tocaron cosas en teatro muy importantes y muy profesionales. Me pude dar ese gusto.

Sos un hombre poco estructurado a la hora de actuar arriba de un escenario, ¿en la vida también sos así?

  • Cuando comencé con el tango hace 25 años, no era compatible cantar rock y cantar tango, los dinosaurios del tango no lo miraban bien. Siempre el tanguero tuvo mucho prurito con el folklore, con el rock, con lo que no fuera tango, porque el tango era muy absoluto, muy abarcativo, muy excelente, muy total, el tango es como que tocó el cielo y arranca de un piso muy alto. Cuando tuve la posibilidad de actuar ahí rompí un poco los pruritos y ya pude hacerme cargo de que el tango y el rock tiene muchos puntos en común.

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