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Tato Broda: “Con tal de hacer humor soy capaz de lastimarme”


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En diálogo con ETER Digital, el standapero describió su trabajo,  gustos humorísticos y contó cómo lidiar con las críticas.


Si le das a elegir, prefiere una buena hamburguesa a una pizza, ama el Gin Tonic, no soporta los olores fuertes ni la suciedad y es orgullosamente porteño. Raúl `Tato´ Broda es un comediante de humor negro y si sos de Jujuy puede ser que últimamente no lo quieras mucho por un fragmento de su nuevo show, “Pasto” que estrenó a sala llena en Rosario. 

“El humor es molestar”, aseguró e hizo referencia a la polémica que surgió de su primera presentación en solitario, luego de 9 años haciendo stand up en dupla. 

El chiste es un pequeño comentario dentro de un show que dura una hora y media. Cuenta la historia real de un niño jujeño que toca la armónica y lo llevaron al teatro Colón. 

“Y no tocaba nada el pibe, de pedo soplaba. Se pensaba que era un choclo. -comienza la broma que generó polémica- Pero como el pendejo este no tiene agua potable, lo llevan”, concluyó y con esa  frase enfureció a un medio norteño en particular y luego a algunos lectores del mismo en redes sociales. 

—¿Cómo se crea humor negro sin pensar (o pensando) en herir susceptibilidades?

—No hay que escribir humor o pensar con miedo, después se puede revisar y analizar los contextos: dónde lo vas a decir, quién lo va a escuchar. Pero en la etapa de la creatividad no hay filtro, hay que tirar todo a la parrilla.

—¿Y en este caso en particular?

—Si ves el video no dije nada malo e incluso me animo a decir que hay un subtexto mucho más oscuro de lo que yo dije, como la romantización de la pobreza o la tomada de la clase baja a modo de zoológico.

—¿Te preocupa o trajo consecuencias?

—Al margen de todo esto, nos invitó a mi productora y a mí a evaluar los materiales que se suben a redes sociales. No porque me molesta que me puteen sino que tal vez puede ponerse en juego mi cuenta de Instagram y eso me perjudica mucho laboralmente. Después si me puteas, no pasa nada. Te la discuto, me siento a charlar y no tengo problema en decir que me equivoqué.

—¿Con qué no jode Tato Broda?

—Tengo problemas de autoestima con respecto a lo físico y generalmente no hago chistes de eso porque me golpea a mí, o lo hago pero me sigue doliendo. Y con tal de hacer humor soy capaz de lastimarme.

—¿Llevás problemas personales al escenario o redes sociales?

—La gracia del stand up es contar lo que te pasa. Si te pasa otra cosa de lo que estás diciendo, se arma una especie de dualidad donde no sale bien lo que estás haciendo. Es muy difícil en el humor que viene desde el discurso propio ocultar qué te está atravesando.

—¿Hay un Raúl Broda, por un lado, y un Tato Broda, por el otro?

—Sí, es un personaje de mí mismo.  Trato de encontrar al yo más gracioso y colocarlo arriba del escenario. Si me conocés, te das cuenta que soy una persona conflictuada, tengo cara de orto, no soy gracioso… Pero hago lo que puedo, le pongo la mejor voluntad con buena fé y buena onda.

—Por lo que contás, es bastante complejo hacer humor.

—Es otro concepto de trabajo. Yo lo hablo, por ejemplo, con mi hermana que trabaja en una concesionaria y, si vamos a competir por quién labura más horas, gana ella, pero yo muchas veces trabajo un sábado a la noche, ella no. 

—Además tenés que hacer reír…

— Vos podés hacer tu trabajo estando al 20% de energía, yo tengo que estar al 100% siempre. Por eso me pauto historias (en Instagram) los martes y, si me pasa algo o estoy triste, no las hago. Me respeto porque puedo hacer eso.

—¿Siempre podés hacerlo?

—Ahora, me voy a contradecir, hay días que tengo que vender una función o una pauta de una marca que me auspicia y la jeta la tengo que poner.   

—Imagino también que es distinto un escenario a un bar…

—Sí. En 2009 estuve en una sala en Palermo y yo estaba arriba del escenario y veía que los mozos no paraban de hablar, había una mesa que hacía media hora estaba mirando al mozo para pedir. Yo estaba obsesionado con controlar todo. En ese momento necesitaba que no me distrajera  y lo hacían.

—¿Cuál es  tu mejor público?

— Fui a todos lados pero el Conurbano es una maravilla para hacer funciones. Mucho público, te da la posibilidad de actuar en un montón de lugares y después volver a casa en 40 minutos. En el oeste es donde más me gusta actuar porque es gente agradecida, que disfruta, sale y no tiene problema en gastarla en lo que quiere. 

Ya cómo espectador, ¿qué temas no te gusta escuchar? 

—En el rol de espectador como bien dice la teoría de comunicación de (Marshall) McLuhan, el medio es el mensaje. Depende quién me hable. 

—¿Por ejemplo?

—Si alguien de clase alta hace un chiste sobre unos negros que se están mojando un día de lluvia, no me río, pero me lo dice alguien que vive en la calle o le pasó eso y se ríe de eso, por ahí me cago de risa.

— Uno de tus sellos son tus consignas de Instagram como los domingos de “Anti corch”, donde se cuentan historias de fracasos y pensamientos oscuros de la gente…

—A mí me gusta tener un código personal con mis seguidores y secciones, pero es un día más en el que hago historias. 

—¿Te acordás cómo surgió la temática? 

— Fue de pedo. Estaba aburrido y dije: “Hagamos historias para levantar este domingo, la anticorchación”. Lo repetí al domingo siguiente porque me pasó lo mismo y ahí quedó como sección. Hasta tuve un patrocinador por unos meses y ahora me quiero matar que tengo que hacer historias los domingos, pero se dió y es divertido.

—¿Pasó lo mismo con los viernes de “Picant Friday” que se vuelca más a las parejas o lo sexual?

— La mayoría de las cosas surgen de pedo. Disfrutamos hablarlo con mi productora y disfruto pensarlo. La clave de la creatividad es pasarla bien.

—¿Tenés alguna historia o frase favorita?

—Lo que pasó con el loro sigue siendo insuperable.

—Fue en enero, un tipo que le secuestró el loro a la ex pareja y le dijo que lo encontró para volver a hablarle.

—Es épico. Cuando lo leí casi me desmayo de la risa porque es toda una historia. Siempre me escribe el tipo, es de Tucumán Decí que no es de Jujuy. Cuando haga show allá le voy a dar 5 filas y que haga lo que quiera. Me lo cogería encantadísimo (se ríe).

—Bueno, lo podés invitar a “Pasto”, tu nuevo show. ¿Cómo fue estar sólo después de tantos años de hacer “Furia” con Natalia de los Santos? 

—Fue muy gratificante porque salió muy bien, pero muy difícil. Y sin embargo, la dificultad no pasó por el escenario sino por la concepción del show, la administración, producción y la presión de que todo recaiga sobre mi propia nuca pequeña y débil. Eso fue lo más difícil.   

—Mencionaste la presión, ¿qué tipo de presión sentiste?

—Hay mucho de uno mismo, inseguridades porque me vienen a ver exclusivamente a mí. Capaz antes me sentía aparaguado por “Furia”. Acá vienen por “Tato” Broda. Un tipo vino a verme a Rosario desde Buenos Aires, otro vino a mi preestreno en Capital desde Uruguay. Aceptar eso es fuerte. 

—¿Qué es “irse al pasto” para “Tato” Broda?

—Irse al pasto es un estilo de vida. Es tan positivo como negativo, bueno y malo a la vez. Significa decir lo que pensás sin importar lo que digan y a mí me importa tanto todo que no me importa nada. 


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