De productora a conductora. La presentadora del canal de humor político que superó los 100 mil suscriptores cuenta cómo fue el recorrido que la llevó a concretar su deseo profesional.
Por Sofía Bouzón
Es un sábado más, pero en cuarentena da lo mismo. Es la una y media de la tarde, hora del almuerzo. Ivana Szerman atiende rápido el teléfono. Se disculpa por los sonidos que la rodean. Ella no calienta la comida sino que “manipula” algunas cacerolas. Desde que empezó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, sus habilidades culinarias cambiaron mucho.
Atraviesa el confinamiento en un monoambiente de Villa Urquiza. Está contenta de estar consigo misma porque la convivencia es muy difícil. Se cuida mucho, tal vez demasiado. Sigue a rajatabla los cuidados recomendados por el gobierno nacional de desinfección en el hogar.
-Todo el tiempo siento que por una ventana entra el virus. Que alguien me escupió encima, que me tosieron, que me hablaron. No hay precaución que no haya tomado e igual me siento expuesta.
Desde allí graba a diario voces en off para la presentar las noticias. También algunas apariciones en cámara para pedir aportes a la audiencia de “País de Boludos”. Está segura de que el humor es una excelente herramienta para descomprimir la coyuntura.
-Estás obligado a procesar y reirte de lo que está pasando, a cuestionarlo. Este momento es muy desolador.
Lo que más extraña de la “vieja” normalidad es hacer el noticioso en la casa de su compañero, Federico Simonetti, con quien comparte la conducción. También a algunos afectos: su hermana y su mejor amiga.
Confiesa que el aislamiento fue una buena oportunidad para identificar fácilmente los mandatos que atraviesan las mujeres en los medios. Mandatos que no atraviesan a los hombres.
-En la cuarentena me aparecieron las canas, posta. Hubo comentarios en el programa. Me pusieron: “esas canas si se pueden ver”. ¿Quién te pregunto, hermano? Fede tiene canas y no le dicen, porque un chabon tiene habilitado tener canas. Un tipo no tiene que pasar tantos exámenes físicos. Siempre se le exige más a una mujer. Si no hace las cosas que se espera que haga, va a ser algo que merece comentario.
“Con la pandemia se explicitó que vos no podés ir a trabajar si te sentís mal…. Cuando yo trabajaba en medios tradicionales era: “dale, metete un amoxidal y vamos”. Ponerse la camiseta. Dejarlo todo… Hay otras formas de trabajar ahora”
Es el primer año que Ivana hizo un “parate” académico. A sus 33 años, ya tiene en su haber varios títulos. Siempre supo que iba a estudiar mucho. Tras un fugaz paso por el CBC de Economía, se inscribió en producción de radio en TEA, a sus 19 años. En ese momento, no creía que iba a ser capaz siquiera de resolver los trabajos prácticos de la cursada. Se recibió siendo elegida abanderada por sus profesores.
-Ahora, “intentar” ser productora y trabajar de productora, con la misma tara mental de: voy a ir a una radio, no se me va a ocurrir nada, no voy a poder hacer una sola sección, no voy a poder hacer nada bien. ¡Y me pasé así, diez, doce años!
Su diagnóstico no pudo ser más errado. Mientras cursaba la licenciatura en Comunicación Social de la UBA, no paró de producir radio. En Blue. En Metro también. Tuvo suerte. Se dio el gusto de trabajar con gente de su círculo íntimo.
-Siempre hice programas, porque me tocó, no porque lo busqué, con gente que era mi amiga o era alguien muy cercano. Lo agradecia mucho todos los días.
Trabajar con allegados puede ser tan estimulante como desafiante. Hay que hacer una separación. Sobrellevar los conflictos, impedir que dañen la amistad. No tomarse las cosas personales.
“Si tenés un proyecto en el que crees mucho, tenés que bancarlo un tiempo. Ponerle tu corazón… A veces con el tiempo, si te vas adaptando, si vas escuchando críticas de gente que te pueda sumar… puede funcionar”
-Esta sección no funcionó, hay que sacarla. Uy, eso hiere mi sensibilidad porque yo lo estaba haciendo con todo amor. Sí, pero no funcionó. Hay que hacer otra cosa.
En 2018 logró lo que tanto ansiaba: llegar a la conducción. La convocó Simonetti, con quien se conocen hace diez años. Se cruzaban seguido, actuando o en la radio. En el preciso momento en que el sistema la había expulsado, estaban buscando guionistas. Empezó a escribir. Trabajar en “PDB de tardecita” significó para la joven dejar de lidiar con rigideces corporativas y de rating.
-Con la pandemia se explicito que vos no podés ir a trabajar si te sentís mal, porque es tu derecho y el de tus compañeros, también. Cuando yo trabajaba en medios tradicionales era: “dale, metete un amoxidal y vamos”. Ponerse la camiseta. Dejarlo todo. Esforzarse. Trabajar cien mil horas seguidas a cambio de nada. Hay otras formas de trabajar ahora.
También alcanzó un rol protagónico en la toma de decisiones.
-Es la primera vez que me tratan como una igual. Su opinión (la de Simonetti) es igual de importante que la mía. Si hay que discutir, vamos a discutirlo. Y eso no pone en riesgo, que era algo muy de antes, mi lugar.
Ivana defiende el trabajo independiente. Reconoce que es imposible trabajar “para cumplir”. Es 100% dedicación. Es volcarse de lleno a la creatividad.
-¿Se puede vivir de la autogestión?
Si tenés un proyecto en el que crees mucho, tenés que bancarlo un tiempo. Ponerle tu corazón. Tratar de que salga lo mejor posible, sostenerlo. A veces con el tiempo, si te vas adaptando, si vas escuchando críticas de gente que te pueda sumar y hacerlo mejor, puede funcionar.
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