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“LA ACTUACIÓN ME CAGÓ LA VIDA”


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El artista habló sobre su carrera, sus trabajos en televisión, las cuestiones de género dentro del rubro y la situación actual en Argentina.

Por María Victoria Vallejos

Alberto Ajaka se subió por primera vez a un escenario a los 28 años y desde ese momento nunca se quiso bajar. Hoy, con 45 años, ratifica su pasión por el teatro dramático y el descubrimiento personal como director en su propia compañía, Colectivo Escalada, desde 2008. Su debut como D’Onofrio, quien conquistaba a Carla Peterson en la serie Guapas (El Trece), hasta su último papel como el fiscal Manuel Quinteros en la miniserie El lobista (El Trece y TNT), lo volvió popular y le dio la posibilidad de demostrar su talento en cine, teatro y televisión.

-Interpretaste papeles de fiscal, de mafioso y de cura. ¿Cuál se asemeja más a Alberto Ajaka?

-Ninguno y todos. Más allá del oficio, uno podría decir que hay fiscales y fiscales, y a mí me tocó hacer en ambos casos de dos fiscales no corruptos. Soy una persona medianamente honesta en la vida, ahora eso no significa que no entienda la avidez por el dinero, o una ambición corrupta. Creo que tengo todas las miserias y bellezas de cualquier ser humano.

-¿Cualquiera puede ser actor o actriz?

-Sí, por supuesto. El que quiera ser actor y logre que lo acepten como tal puede serlo. Luego está la calidad o el nivel. Una cosa es por diversión y lo otro es la carrera. Si usted quiere ganar plata, que le den premios y que lo contrate Scorsese…

-¿Se necesita suerte?

-No. Podés tener algún favor de la fortuna, pero en algún momento tendrás revés. Son cuestiones del trabajo, amor, dedicación. Yo no podría decir qué es para otros, yo sé lo que ha sido para mí. A mí la actuación me cagó la vida en cierto modo. Ahora quiero más esta experiencia que la anterior.

-Hay una frase que usaste mucho en otras entrevistas. “El aprendizaje va de la mano de una herida”. ¿La explicás?

-Claro. Esto que digo es una perogrullada tal vez, pero crecer produce dolor, incluso físico. Yo me acuerdo que a los 12 años pegué un estirón fuerte y me dolían mucho las rodillas. La actuación necesita expresarse a través de una fisura.

-¿Las cuestiones de género aportan al teatro o al cine?

-En la difusión, quizás. Y ahora se cuela en las tramas.

¿Por qué?

-Hay una teoría que dice que todos los actores somos unas putas, en el sentido de quién se muestra ante otro. El varón conoce de sus elementos femeninos.

-¿Y a la televisión?

-Me da la sensación de que la televisión se utiliza para opinar todo el tiempo y cada uno dice lo que le parece.

-¿Cómo ves la situación actual en Argentina?

-Es desastrosa, deplorable, patética.

¿En todo sentido?

-Cuando no hay guita las cosas no funcionan. Yo no he tenido mucha suerte con los subsidios, pero siempre pude producir. El teatro independiente es un fenómeno de hijos de clase media, entonces un grupo de personas para juntar 50 mil pesos no es tan difícil. En nuestras calles hay mucha desolación.

EL BÁSQUET FUE SU SEGUNDA PASIÓN

Alberto Ajaka recordó su pasado deportivo en básquet durante su infancia, aunque su mayor ilusión era poder formar parte de la Primera División del fútbol argentino en el Club Independiente, del que es hincha fanático. “Cuando tenía 20 años el sueño todavía estaba permitido, aunque no hubiera sido posible porque tampoco lo hacía bien. Jugar al fútbol era una ilusión que se fue achicando con el correr de los años. Ahora es una fantasía, tengo 45 años y me resulta imposible cumplirlo, por eso lo reprimo más”.


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