Los Juegos Olímpicos de la Juventud tienen como uno de sus objetivos el encuentro entre culturas y la participación por encima del resultado y la obtención de una medalla. Nurul Amirah Karim seguro que no se propuso salir última en Cross Country, pero eso no impidió que la gente la ovacione igual.
Por Martín Morenza
“Karim, Karim, Karim”, acompañado de una ola de aplausos era el grito que salía desde el estadio de Cross Country y los alrededores en el Parque Olímpico. Nurul Amirah Karim, es una chica de 15 años de Brunei Darussalam, un país de Asia que queda en el medio del Océano Indico. Karim compitió en los 4000 metros de una de la pruebas de atletismo que volvió al programa olímpico en Buenos Aries 2018, el Cross Country. Llegó en el puesto 52, última de la carrera, a cinco minutos de la atleta que finalizó una posición por delante de ella.
En la primera de las cinco vueltas que tienen los 800 metros del circuito con desniveles y diferentes terrenos, Karim llegó última. Pasos cortos, casi como un trote que hacen nenes de jardín de infantes, mirada al suelo y respiración profunda era lo que acompañaban a la asiática. En el momento que pasó lo más cerca posible de las vallas, una señora de unos 60 años empezó aplaudir a la niña. Se sumaron todos los que estaban alrededor y desde las plateas del estadio se escuchó: “Vamos que vos podes”. Los aplausos se incrementaron exponencialmente. 28 grados caían sobre la cabeza de la chica de 15 años que iba última por varios metros, era la única que usaba una calza larga a pesar de la temperatura. Karim miró a la tribuna y siguió con su paso casi igual al de cuando un bebé empieza a caminar.
En la mitad de la tercera pasada, Edinah Jebitok y Sarah Chelangat le sacaron una vuelta, además de la cabeza y media de altura que le llevan, a Karim. La señora que había generado la ovación a partir de sus aplausos, no puedo contener el llanto. Las lágrimas caían sobre sus palmas que no paraban de aplaudir. Karim nunca cambió el ritmo, pero tampoco paró. Otra batería de aplausos con la llama olímpica de fondo abrazó a la asiática. La ugandesa Chelangant ganó el oro en 12 minutos con 32 segundos, pero apenas recibió aplausos y una pequeña ovación desde el sector de las delegaciones. “Ganó la número dos”, le dijo un hijo a su padre que estaba sobre sus hombros. Todos conocían a las chicas por el dorsal de la espalda y no por el hombre que llevaban pegado a la panza. Excepto a la 34, Karim.
Las otras 51 participantes lograron completar la prueba antes de que Karim comience a correr su última vuelta. Los últimos 800 metros tuvieron una constante. Desde las dos tribunas y el perímetro del circuito rugió un solo grito: “Karim, Karim, Karim”. La señora de 50 años no podía para de llorar, aplaudir y corear. La gente que pasaba por esa parte del Parque Olímpico no hacía más que mirar como tantas personas ovacionaban a una chica de Brunei. Karim cruzó la meta con una ovación de unas 1000 personas y levantó sus brazos en señal de haber logrado terminar el circuito. Su entrenador la abrazó durante medio minuto y retiró a Karim. Pero la aventura no había terminado ahí. Unas 30 personas se acercaron a la puerta por la que salía los atletas. Las medallistas salieron rápido y apenas les pidieron unas fotos. 20 minutos más tarde salió ella, y sus 30 hinchas inmortalizaron el momento con la atleta que había salido última y había conmovido al Parque Olímpico.
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