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LA CIUDAD DEL ARTE CALLEJERO


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Lisboa, ubicada a orillas de la desembocadura del río Tajo, es una ciudad conocida por su gastronomía variada, sus catedrales y castillos, y sus tranvías amarillos. Sin embargo, desde las paredes de sus barrios, se desprende otra cara: la del Street Art. Mientras que en muchas sociedades el arte callejero es un enemigo público, desde hace nueve años, la municipalidad de la capital portuguesa decidió aprovechar esta disciplina para proteger las fachadas históricas de la degradación del tiempo y de las pintadas vandálicas. Esta determinación, implementada a través de la Galería de Arte Urbana (GAU), favoreció la llegada de reconocidos artistas locales e internacionales como Vhils, Pixel Pancho, How & Nosm, Clemens Behr, Okuda, Óscar San Miguel, Interesni Kazki y Bicicleta Sem Freio entre muchísimos más.

Por Amatista Casamajor (@bulletsnrockets)

Hugo, uno de los trabajadores de la GAU cuenta cómo arrancó el proyecto: “en 2008, luego de una larga limpieza de las inscripciones vandálicas en las fachadas del Barrio Alto 一 epicentro de la vida nocturna en pleno casco antiguo 一, decidimos que era necesario crear un espacio alternativo dedicado exclusivamente al arte urbano. Por eso instalamos varios paneles en la Calçada da Glória para que los artistas pudieran pintar en ellos libremente, en espacios legales y legítimos”. Como era de esperar, convencer a los grafiteros de que el Estado no iba a perseguirlos fue difícil, aunque finalmente el objetivo se logró y comenzaron a ser reconocidos como facilitadores del arte y referentes del arte urbano tanto en la escena local como en el resto del mundo.

Con un presupuesto anual que ronda los 30 mil euros, la prioridad de la Galería de Arte Urbano es concientizar al mundo del graffiti de la importancia de preservar el patrimonio artístico y cultural de la ciudad. Xosé Vicente, funcionario de la municipalidad de Lisboa y miembro de la GAU cuenta que para conseguir la participación de los vecinos se impulsaron actividades como Reciclar o Olhar (Reciclar la vista), un proyecto desarrollado con la colaboración de la Dirección Municipal de Ambiente Urbano, que implica la realización de intervenciones artísticas en camiones de basura y contenedores de reciclaje de vidrios en toda la ciudad. La iniciativa está abierta a todas las edades, sin necesidad de experiencia previa y se gestiona a través de convocatorias donde se presentan distintas ideas.
Con los años el alcance del arte urbano dejó de limitarse a algunas calles del Barrio Alto y hoy los visitantes y los locales pueden ver murales de todos los tamaños tanto en barrios más modernos como Parque das Naçoes como en los más alejados como Belem. Para encontrar nuevos lugares que pintar, el equipo GAU busca paredes que podrían ser aprovechadas por un artista aunque, según cuenta la antropóloga Inés Machado, hay muchos propietarios que se ponen en contacto con la galería para ceder el espacio. Se les exige un mínimo de tres meses para mantener la obra, para que el esfuerzo y el gasto de materiales sean rentables, pero muchas veces se terminan manteniendo durante años.
Según Machado 一 quien se dedica a documentar fotográficamente los murales 一 , el aumento del turismo en la capital portuguesa está hoy muy vinculado al street art. “Al ser un arte efímero, crea la necesidad de visitar la ciudad periódicamente”, explica. En los últimos años surgieron distintos walking tours, como los de la empresa Lisbon Street Art Tours que recorren la ciudad siguiendo un recorrido de los graffitis más importantes y llamativos. Además, desde la GAU y la editorial Zest, se publicó un libro que recopila muchas de las obras distribuidas por la ciudad y viene acompañado de un mapa con la ubicación de cada una de las pintadas. Así, Lisboa está transformándose en un museo de arte contemporáneo al aire libre digno de ser recorrido. Ahora que el control de migraciones quedó atrás, es momento de comprar una tarjeta de transporte y salir a recorrer la capital portuguesa.


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