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LA CONDENA ES PARA TODA LA FAMILIA


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En Argentina hay 76.261 personas presas, según el Sistema Nacional de Estadística sobre Ejecución de la Pena (SNEEP). En casi todos los casos, esas personas tienen familia. Una familia que transita la cárcel con ellos desde afuera. La Asociación de Familiares de Detenidos en Cárceles Federales acompaña y orienta a las familias que se encuentran con este mundo nuevo y del que poco se habla.

Por Agustina Banchiero

Martes a las cinco de la tarde. Es el momento de la semana en que la Asociación de familiares de detenidos en cárceles federales (ACIFAD), ubicada en Callao y Corrientes, abre sus puertas al público. Es el día en que Andrea Casamento junto con un grupo de voluntarios, entre ellos abogados y comunicadores, asesora a todo aquel que llega desorientado y pidiendo ayuda porque tiene un familiar preso.

-Yo no formé una familia para quedarme sola -dice una joven que llegó por primera vez a la asociación con su bebé en brazos.

-No estás sola, están distintos -contesta Andrea- están juntos, acompañados, pero están separados y vos tenés que ponerte firme porque también tenés que estar con tus hijos.

-A mí me pone mal porque no entiendo -dice la joven madre.

– Vas a aprender y de hecho ya aprendiste un montón. Sabés lo que es un juicio, sabés lo que es un fiscal, una causa, un defensor, un penal, un expediente. Todas las dudas que tengas, acá las podemos charlar las veces que sea necesario – responde una de las abogadas voluntarias.

Poco se habla de lo que es tener un familiar preso. Nadie cuenta que es casi un trabajo de tiempo completo y que cuesta caro. Nadie ayuda a entender el lenguaje difícil con que se maneja la Justicia y que los procesos son largos-casi la mitad (47,7%) de los presos no tiene una condena firme, según un informe del SNEEP- y engorrosos. Nadie cuenta que hay que llegar muy temprano a la mañana al penal, que es un viaje largo porque las cárceles están alejadas de la ciudad y que hay hacer una cola extensa a la intemperie. Nadie cuenta que hay ciertas comidas que no te dejan entrar, que te requisan por completo y que no podés ir vestido de cierta forma. Nadie prepara a las familias para la cárcel. Para tener un ingreso financiero menos. Para enfrentar el criar hijos sola o solo. De la cárcel es algo de lo que no se habla, que da vergüenza y genera un estigma grande sobre toda la familia.

La condena es para toda la familia. El estar preso es para toda la familia. Al padre o madre que está libre le cuesta decirle a sus hijos lo que pasó, porque tiene miedo. Es difícil tener un familiar preso por la cantidad de prejuicios que eso genera. “Pensar qué van a decir en la escuela de tu hijo; van a decir que es una mala familia, que no los cuidan. ¿Van a dejar que sus hijos jueguen en tu casa con los tuyos?”, cuenta Noemí, integrante de la asociación. 

Con todo esto se encontró Andrea Casamento cuando en 2004 llevaron preso a su hijo Juan por equivocación. Él estaba en un bar de Plaza Serrano cuando lo confundieron con alguien que había robado cuatro empanadas con un cuchillo tramontina. Pocos días antes de que su hijo vaya preso, habían secuestrado y asesinado a Axel Blumberg. “Cuando fui a explicarle al juez que se había confundido, me dijo: “yo no quiero marchas en mi puerta”. Hablaba de la misma marcha contra la inseguridad a la que yo había ido días antes”, cuenta Andrea. Juan estuvo preso seis meses en la cárcel de Ezeiza hasta que lo absolvieron.

“Después de lo que yo viví no puedo hacer otra cosa. A veces la vida te pone en un lugar en donde a partir de ahí decís: ¿Qué hago con esto? No lo puedo guardar. Yo no pude”, confiesa Andrea. Así fue como en 2008, junto con un grupo de mujeres que conoció en la larga fila de visita al penal y una abogada que las asesoró, fundaron la ACIFAD. Es un espacio de asesoramiento para transitar y desandar la cárcel. Cuando cae un familiar preso, tenés que empezar a aprender, te das cuenta de que no tenés idea de que es una cárcel hasta ese momento. Nadie te enseña, no existe un lugar que te diga qué hacer en estos casos o cómo manejarte. “A veces viene alguien por primera vez y a veces viene gente que hace siete años está viniendo. Vienen con la misma duda que yo tenía hace 14 años: ¿Qué es lo que hago con este problema?”, dice Andrea.

Todos los que están presos en algún momento van a salir. La cárcel no los prepara para eso. No los mantiene asesorados a nivel tecnológico, no los tratan en sus adicciones, no los capacitan en algún oficio, no les enseñan a poder reinsertarse nuevamente en la sociedad. La cárcel aísla y margina. Según un informe hecho por La Nación Data en diciembre 2017, solo el 8% de los detenidos pudo acceder a las salidas transitorias. Al resto de la población carcelaria no se le dio este beneficio. Las salidas transitorias son el único lazo que tiene el preso con el mundo exterior para no quedar aislado completamente de la sociedad y facilitar su reinserción. “Todo el mundo cree que se acabó la condena, que ellos aprendieron dentro de la cárcel y todos felices. Hasta los familiares vienen acá y dicen “ya falta poco”. Pero no, hay que desandar mucho, hay que desandar la cárcel”, cuenta Andrea y agrega: “No podemos permitir que este sistema termine con la vida de nuestros hijos. Tenemos que estar paradas para recibirlos de nuevo.”


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