Ya no escribimos para lectores que desayunan leyendo el diario ni hacemos radio para oyentes cautivos. También se están evaporando los televidentes al tiempo que estas tres categorías de receptores se amalgaman en una sola: los usuarios.
Por India Molina y Carolina Bologna para ETERMediaLab
Se sabe; los medios y el periodismo están mutando. Ya no escribimos para lectores que desayunan leyendo el diario ni hacemos radio para oyentes cautivos. También se están evaporando los televidentes, al tiempo que estas tres categorías de receptores se amalgaman en una sola: los usuarios. Esa nueva forma de referirnos a las audiencias que, como no son pasivas -aunque nunca lo hayan sido- se camuflan y disponen, detrás del teléfono móvil, un perfil de acuerdo al contenido que buscan o reciben, sobre todo, desde las redes sociales.
¿Qué hacen los medios de comunicación tradicionales ante este escenario? Ensayan respuestas -en el medio pierden el Norte, que debiera ser la calidad de la información- e intentar adecuar la estructura que tienen a los tiempos que corren.
Para seguir aprendiendo y explorar los desafíos que se nos plantean como periodistas, asistimos al 10º Foro Internacional de Periodismo Digital organizado por la Universidad Nacional de Rosario.
Una nube de palabras e ideas nos acompañó los dos días en los que transcurrió el evento:
Los paneles y ponencias funcionaron como grandes disparadores de ideas. Salimos con ganas de hacer, de explorar los recursos, de investigar y de producir si queremos que nuestra profesión siga creciendo y ganando lectores. ¿O usuarios? ¿O audiencia? ¿Prosumidores quizás? Todos esos nuevos perfiles están comprendidos en la búsqueda de una nueva narrativa capaz de contar, informar, emocionar y hacer partícipe a quien esté del otro lado de la pantalla, se llame como se llame.
Quizás uno de los teóricos más citados haya sido Manuel Castells -otro fue Carlos Scolari, la estrella del evento- quien con sus teorías sobre la era de la información dio pie a una consigna reveladora: “De la emoción a la acción”. Pues bien; este es el contexto: medios desguazados, menos lectores, menos televidentes pero mucho consumo de información (de la buena y de la otra) en redes sociales. Y mucho algoritmo también, cuidado que no nos indiquen con qué canción queremos salir a bailar.
Más allá del ritmo, entendemos que la clave está en mixear relatos con herramientas, información con diseño, historias con soportes, narración con datos, redes sociales con narrativas. Lo transmedia, bah; ese lenguaje periodístico que contempla distintos medios -generalmente incluidos en una plataforma, aunque no solamente- y que involucra al usuario en una interpretación participativa. De ahí que el proceso comunicacional no quede reducido a un mensaje o contenido de uno para muchos.
A Patricio Irisarri, periodista y productor de contenidos digitales en la Dirección de Comunicación Multimedia (UNR), le consultamos cuál es la potencialidad de la narrativa transmedia:
Mismas disputas de poder y nuevas formas de comunicar
¿De qué hablamos? De redimensionar nuestro campo de acción, de pensar dónde se disputa la comunicación por estos tiempos y salir a ganar ese terreno. Del documental transmedia como formato para construir hegemonía desde nuestros espacios. De pensarnos, nos guste o no, como sujetos móviles y, en tanto tales, crear narrativas especiales para alcanzarnos.
En este sentido en el Foro se habló tanto del documental interactivo, como de la cartografía sonora y los cuadros vivientes en museos. También se dio cuenta de los cambios en la profesión: las fuentes están al alcance de la audiencia, ya no solo del periodista, por tanto la gestión informativa profesional se hace más necesaria aún. Sobre todo cuando el noticiero del prime time se hace eco de las métricas que funcionan en redes sociales: que millones de personas vean un video no lo convierte en noticia. ¿Y los criterios de noticiabilidad que enseñamos en las carreras de Periodismo? Tenemos que actualizar los manuales, recordé mientras escuchaba a Lila Lucchesi, doctora en Ciencias Políticas y especialista en medios digitales.
“Si el contenido es el Rey, la narrativa es la Reina”
Lo dijeron dos, tres, cuatro expositores, sin contenido no hay historia. Y en un recorrido por el panorama de la producción en Latinoamérica, tanto Alejandro Ángel Torres (Colombia) como Arnau Gifreu (España) enumeraron muchos y muy buenos documentales transmedia producidos para medios comerciales y autogestivos de la región. En todos había Historias para contar, así, con mayúscula: los incendios en Chile por el conflicto mapuche y la importancia de la conservación del patrimonio histórico de los campanarios en Mina Gerais (Brasil) son sólo algunos ejemplos.
En los documentales hay contenido, información, investigación, consulta de fuentes, producción: periodismo en estado puro. Pero también se incluía la participación de las audiencias, una especie de expansión de la historia para que el lector cuente su experiencia o participe en la construcción del mensaje.
Al término de su conferencia sobre la producción de documentales de no ficción en Latinoamérica dialogamos con Arnau Gifreu, magister en Artes digitales y realizador multimedia, sobre las posibilidades que brinda la producción transmedia como dispositivo para mantener la memoria.
También el periodismo llegó a Instagram
Parte de los cambios en los modos de producir tienen que ver, lógicamente, con el teléfono móvil, ese cordón umbilical con el mundo que está modificando las rutinas profesionales.
Los medios van donde están las audiencias, sobre todo los más jóvenes, el público objetivo más difícil de alcanzar (¿seducir? ¿convencer?). Y los jóvenes están, mayoritariamente, en Instagram.
El portugués Denis Porto Renó, doctor en Interfaces interactivas (Universidad de Aveiro, Portugal) presentó la ponencia “Instagram como espacio para reportajes imagéticos: miradas transmedia”. A decir verdad nos quedamos con dudas: ¿qué podemos aportar los periodistas, tan ligados a la palabra, a esa red social donde la preponderancia está puesta en la imagen? Denis Porto fue categórico: “Instagram es tendencia y si no somos los periodistas alguien más va a captar la potencialidad de ese lenguaje, solo que sin el compromiso que los periodistas tenemos para la transformación social”.
Alfabetización transmedia: por qué con estudiantes
En nuestras sociedades contemporáneas signadas por el consumo, la globalización y las nuevas tecnologías, los jóvenes y adolescentes son los principales productores de información: porque hacen, porque comparten, porque reproducen, porque comentan o likean.
Carlos Scolari lo advirtió en 2015, cuando comenzó su investigación Transmedia Literacy, un proyecto que cuenta con investigadores de Australia, Colombia, España, Finlandia, Italia, Portugal, Reino Unido y Uruguay y que apunta a comprender cómo los jóvenes consumen, producen, crean y aprenden en entornos digitales utilizando competencias transmedia.
La ponencia de Scolari, cierre del evento, se centró en la presentación de su investigación: los adolescentes se relacionan con las TIC y medios de comunicación formando culturas colaborativas de producción. Si bien desde los años `60 varios investigadores vienen estudiando la relación entre educación, medios y consumo crítico, los nuevos medios y, sobre todo, los contenidos en las redes sociales, merecieron una investigación específica que, además del análisis de la información recabada, produjo el Kit del Profesor, un cuadernillo de actividades para la adaptación en clase de las estrategias transmediáticas recabadas.
La alfabetización transmedia entiende al estudiante como prosumidor y al profesor como un actor que facilita el conocimiento; ni más ni menos que la continuación de la alfabetización mediática crítica. En los años `60 hablábamos de lectoescritores, en los `70 de espectadores críticos y en los `90 estudiábamos las condiciones de producción y recepción. Hoy la multimodalidad, lo transmedia y la hipertextualidad co crean prosumidores críticos y eso es lo que Scolari y su equipo rastrearon en las más de 300 entrevistas en profundidad realizadas en diferentes países: las competencias de los jóvenes y adolescentes y sus aprendizajes en entornos digitales como videojuegos, redes, web y culturas participativas.
Según Scolari, “el desafío de la educación transmedia es que los estudiantes generen sus propios contenidos. Eso implica, además, tener más respeto por los textos que producen los alumnos.” Porque no se trata solamente de considerarlos nativos digitales (“Ningún niño nace con un iPad debajo del brazo”, asegura) ni estigmatizar sus prácticas, sino de entender que viven (vivimos) en una ecología en donde los medios nos transforman. Del trabajo se desprende que algunos jóvenes se organizan en distintas plataformas de producción y fan ficción y crean contenidos extendiendo la narrativa de ciertos bienes culturales. Otros se encuentran, crean identidad, gestionan comunidades y producen en redes sociales, comunidades online y apps. ¿Cómo y dónde aprendieron todo esto? ¿Qué puede hacer la escuela para capitalizarlo? ¿Qué sujetos serán los que produzcan y consuman información en los próximos veinte años?
Volvamos a la situación actual de los medios y a la inestabilidad de las rutinas de producción: si hoy las audiencias son representadas como navegadores seriales en busca de información y contenido, la pregunta sería: ¿Qué, quién, dónde, cuándo y cómo seguiremos ejerciendo nuestra profesión de periodistas? Si durante años respondimos las 5W de todo hecho informativo que cubrimos… ¿por qué habríamos de dejar estas sin responder?
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