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LA ESTRELLA ROJA


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Christian Eriksen es el líder danés. Erik El Rojo, como se lo conoce, es el hombre que con sus tres goles en el repechaje contra Irlanda se ganó el corazón de su país.

Por Matteo Ferrari y Julia Yacila

“Siento que todavía estoy viviendo en un sueño, desde que me convertí en un jugador de fútbol profesional. Fue lo que soñé y está pasando”, expresó Christian Eriksen para el canal de televisión danés State Tv. El capitán de la selección de Dinamarca se aferró desde muy pequeño a la idea de ser futbolista. La isla Fionia fue el escenario donde empezó a dar sus primeros toques con la pelota; apenas tenía tres años cuando sus padres lo inscribieron en Middelfart –equipo de su ciudad natal que lo formó durante diez años-. “Su pasión por el deporte se reflejaba en el día a día, en su puntualidad, en cada entrenamiento”, destacó Ramus Flalk Jensen, amigo de la infancia y compañero de equipo.
A los 13 años llegó la hora de viajar, porque Eriksen se sumó al Odense Bolklub y para llegar a este tenía más de una hora de viaje. El esfuerzo traería recompensas, ya que con éste equipo competiría en el Campeonato Juvenil Danés y llegarían a la final. Perdieron contra el Brondby, pero Christian fue nombrado “Mejor Jugador Técnico” del torneo, y desde aquella final los grandes clubes de Europa empezaron a fijarse en él.
Los viajes se trasformaron en parte de su rutina. Eriksen fue invitado por el Barcelona, Milan y Chelsea para realizar pruebas con tan solo 15 años. “Toque el balón dos o tres veces y no me fue muy bien”, contó años después sobre su visita a La Masía catalana. Al finalizar las pruebas los tres clubes rechazaron al danés. “Chelsea todavía quería que tuviera una tercera prueba, pero yo dije que no a eso. Después de rechazarlo dos veces, sentí que no era el lugar correcto para él. La mentalidad inglesa del Chelsea no funciona: son completamente fríos con la forma en que tratan a los jugadores juveniles. Las instalaciones de entrenamiento son buenas, pero los niños no deberían ir allí”, declaró Thomas Eriksen, padre de Christian.
Pero esas no fueron las únicas posibilidades que Christian iba a tener. A solo 500 km de su ciudad natal, el Ajax de Ámsterdam le dio luz verde: lo compró y lo sumó a sus reservas. Para Eriksen llegar a Holanda significó un baño de realidad: “Cuando jugaba en Dinamarca ¬pensaba que era bueno, pero no lo fui hasta que crecí en el Ajax. En mi primer año en Ámsterdam entrenábamos con Dennis Bergkamp y Wim Jonk como entrenadores. Aprendí cómo pasarle el balón a un delantero. Trabajamos varios movimientos, nos enseñaron cómo medir la carrera y pasar exactamente el balón en el sitio correcto en el momento justo”.
Luego de dos años jugando en el club holandés, Christian debutó en la selección nacional de Dinamarca en marzo del 2010 gracias a la convocatoria del técnico Morten Oslen. Meses después se transformaría en el jugador más joven -18 años- que disputó el Mundial de Sudáfrica. Al año siguiente cosechó diversos premios individuales: el mejor Jugador del Fútbol Danés, Talento de Fútbol Holandés, Talento Ajax del año y estuvo en el equipo Euro U-21 del Torneo de la UEFA. Johan Cruyff lo eligió en uno de esos reconocimientos, y elogió su categoría: “Este premio es sólo el principio, un estímulo para lograr lo máximo en su carrera. Su talento está ahí, ahora es cosa suya. Puedes compararlo con Brian y Michael Laudrup. Sólo el tiempo dirá si Eriksen puede alcanzar su nivel”.
El danes no es el único de su familia que juega al fútbol. Louise Eriksen de 22 años, su hermana, también tiene habilidades con la pelota. Hoy por hoy ella es profesional en el KoldingQ, que compite en la Elitedivisionen (la primera liga danesa de fútbol femenino). Mientras que su hermano es el centrocampista del Tottenham, ella es defensora.
“Trato de seguirla tanto como puedo, y hablamos a menudo. Intento visitarla tanto como me sea posible” expreso Christian, respecto a su hermana. El 23 de los Spurs estructura sus días de una manera rigurosa. En la revista danesa Euroman, Christian contó cómo es su día a día: se despierta ocho en punto y conduce hasta las instalaciones del club. Tarda entre media hora y 45 minutos, dependiendo del tráfico. A las nueve en punto se encuentra en el club para cambiarse y desayunar. A las diez y media tiene un entrenamiento por una hora y media. Llegan las doce en punto y realiza un entrenamiento de fuerza antes del baño y el almuerzo. Para las catorce y media se encuentra en su casa otra vez. Aprovecha para relajarse en el sofá, a menudo con un poco de televisión, una película. Algunos días, sale con su novia Sabrina y van a la ciudad a comer o de compras o al cine. “La gente piensa que los jugadores profesionales tienen un trabajo fácil, que entrenan durante dos horas y luego nos vamos a casa. No funciona así. Para prepararte para el próximo partido, necesitas descansar, dormir, comer muy bien y cuidar tu cuerpo. Algunos jugadores necesitan un psicólogo deportivo, pero yo no, porque hago todo por mi cuenta”.
Erik El Rojo tiene asegurado un lugar en la próxima Champions junto con el Tottenham. Sin embargo, su próximo desafío está en Rusia. Es el referente de la Dinamita Roja, el hombre que con sus tres goles en el repechaje contra Irlanda selló la clasificación al escenario futbolístico más importante de todos.


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