Cómo llegaron y cómo se ordenaron los docentes, estudiantes y ciudadanos que se sumaron a la movilización en defensa de las universidades. Te contamos la previa.
Por María Laura González
Ayer se cumplía la cuarta semana de paro universitario y otras medidas de fuerza ante la no resolución de la paritaria y el recorte de fondos para las universidades.
15 horas. Las nubes oscurecían la ciudad y la temperatura había descendido 10 grados respecto al día anterior. La movilización se convocó desde hace una semana y por la mañana ya estaban definidos los cortes de calles aledañas a la plaza de los Congresos en base a los gremios convocantes: Conadu, Conadu Histórica, Fedun, Ctera y UDA.
16 horas. Debajo de la vieja Confitería del Molino se concentraban algunos grupos que comenzaban a cortar las avenidas Callao y Rivadavia. No había presencia policial, sólo los agentes de tránsito del Gobierno de la Ciudad. En la otra esquina ofrecían sándwiches de salame y queso, mientras que en la plaza se olía el humo de los carritos que vendían choripanes. Las vendedoras de pañuelos de colores azul, naranja y verde tenían preparadas capas de nylon para la inminente lluvia.
Las banderas que se vieron desde temprano fueron de las de Universidad de La Matanza, de La Pampa, La Plata y Luján. También de la Asociación Gremial Docente (AGD) del Colegio Nacional Buenos aires. Del otro lado de la plaza, sobre la calle Hipólito Yrigoyen, también esperaban en calma ser llamados por los organizadores los militantes de Barrios de Pie y Patria Grande.
16.25 horas. Las primeras gotas comenzaron a caer y la parada de colectivos frente al cine Gaumont sirvió de refugio para jóvenes que no querían que se humedecieran los volantes que estaban repartiendo del Frente de Izquierda. Quienes los daban eran dos estudiantes, uno de la Facultad de Ciencias Sociales y el otro de Exactas, ambos de la Universidad de Buenos Aires. En la misma parada estaba Marta, que llegó desde Ramos Mejia para vender pañuelos. Tiene un hijo en 5° año del secundario y dice que si la universidad dejara de ser pública y gratuita, no tendría posibilidades de estudiar.
16.30 horas. De a poco, la fila de autobuses estacionados era más larga, mucha gente abordaba la zona en los micros que ofrecían los centros de estudiantes de las facultades. Otros prefirieron hacerlo en transporte público para visibilizar el conflicto.
Mientras caminaba para poder soportar el frío, Micaela, estudiante de Biología, esperaba a su grupo de la universidad. Me ofrece un mate y me cuenta que hace un mes que no tiene clases, que a finales de septiembre tiene los parciales, pero no sabe qué va a pasar. Respecto a arancelar las universidades dice que no está de acuerdo, que ya de por sí cursar tiene costos y a eso hay que sumarle el ir y venir, en su caso desde Adrogué. Para bancarse, da clases particulares y atiende en una panadería.
16.45 horas. La calle ya no era tan fácil de transitar. Con remeras rojas, la escuela de percusión La Chilinga se abría paso como escolta de la columna de Conadu. Los colores de los paraguas van apareciendo en la escena a medida que la lluvia se acrecienta.
16.55 horas. Mariana y Noelia vinieron en tren desde La Plata. Estudian Diseño Industrial y prefirieron venir solas, sin banderas políticas. Cursan en un edificio nuevo, pero dicen que el resto de las facultades se caen a pedazos. El nivel de docentes que tienen es muy bueno, pero que tienen hasta tres profesores adjuntos que lo hacen ad honorem y que los titulares tampoco cobran mucho.
17.00 horas. Un fuerte trueno interrumpe el diálogo y un cántico contra el presidente Mauricio Macri sirve de catarsis. Pese al frío y la lluvia, el reclamo se hace escuchar y la movilización recién comienza.
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