Inicio » LA PSICOTERAPIA DEL FUTURO

LA PSICOTERAPIA DEL FUTURO


Compartir

Un grupo de investigadores se encuentra estudiando los efectos de las sustancias psicodélicas en el cerebro para entender los cambios en la conciencia y evaluar su posible uso en tratamientos psiquiátricos, por ejemplo, contra la depresión.

Por Juan Cruz Sorgente

Dos físicos, dos psiquiatras, un psicólogo y un ingeniero se sientan en un aula del pabellón I de Ciudad Universitaria. Parece el principio de un chiste malo. Pero, en realidad, no lo es. Los seis forman parte de un grupo interdisciplinario de investigadores que se reúne para hacer ciencia que solo podrían hacer juntos. Integran un área del laboratorio COCUCO, que estudia la conciencia humana y sus diversos estados. Cuentan con la ventaja de ser el primer grupo argentino aprobado por un comité de ética para realizar un estudio metodológico sobre el efecto de drogas ilegales en las personas. En este momento analizan psicodélicos, particularmente, la Dimetiltriptamina (DMT), presente en el milenario brebaje de ayahuasca. Específicamente, los cristales de DMT que se fuman a través de una pipa de agua en la que el fuego no debe estar en contacto directo con la sustancia. Estos se consiguen mediante la extracción y posterior sintetización de una de las dos plantas generalmente utilizadas para la mezcla del ayahuasca: Psychotria Viridis y Banisteriopsis Caapi. Según los usuarios, esta forma de consumo constituye una experiencia muy intensa que involucra el contacto con “seres de otro mundo” y sensaciones abrumadoras pero cálidas. No obstante se trata de experiencias cortas porque el viaje dura aproximadamente 20 minutos. Que el efecto sea rápido es clave para que los científicos puedan analizar tanto las sensaciones subjetivas de los usuarios, como sus ondas cerebrales. 

El director de COCUCO es Enzo Tagliazucchi, un investigador del CONICET que se especializa en el estudio del cerebro y la conciencia. Para materializar algunas de las ideas alrededor del complicado lenguaje científico, ETER Digital se contactó con él para que explique algunas cuestiones sobre el experimento. 

¿Cómo determinan quién puede formar parte del proyecto, y cómo es esa evaluación?

Esencialmente el proyecto tiene criterios de inclusión. Los sujetos tienen que haber tenido experiencia previa con psicodélicos. Precisamente con Ayahuasca, o DMT, al menos dos veces. Se descarta la participación de personas menores de edad y mujeres embarazadas. No pueden participar personas que tengan un diagnóstico de enfermedad psiquiátrica. De hecho hay una entrevista con un psiquiatra previo al experimento para evaluar qué posibles trastornos psiquiátricos hay presentes. 

¿Cuáles son los más comunes?

Típicamente hay una serie de ellos, como por ejemplo esquizofrenia o trastornos de personalidad que los dejan afuera de participar. ¿Por qué? No sería seguro participar en esas condiciones. Tampoco puede haber consumo de medicamentos psiquiátricos. Esencialmente los criterios de salud mental son los más importantes para la seguridad del estudio.

¿Cuál es la diferencia entre el electroencefalograma de una persona en estado consciente, y una que ha consumido un psicodélico?

Hay una frecuencia que predomina el electroencefalograma de una persona en estado de vigilia (normal, ordinaria) que se llama ritmo ALFA. Este es una oscilación que sube y baja 10 veces en cada segundo y lo más notable es que en el estado psicodélico, desaparece. Nuestra hipótesis es que eso indica una pérdida de inhibición en el cerebro.

¿Por qué?

En el cerebro pasan un montón de cosas todo el tiempo. Pero, no necesariamente todas ingresan a nuestra experiencia consciente. Necesitamos que la información ingrese selectivamente. Mi hipótesis es que el ritmo ALFA refleja esa inhibición para que no entre todo lo que ocurre a la conciencia. Lo que pasa en el estado psicodélico, los cambios personales, en la forma de pensar, en procesos atencionales y la memoria se relacionan en última instancia en una pérdida de las facilidades inhibitorias del cerebro.

¿Cuál es tu visión sobre el rol que tendrán los psicodélicos en el futuro?

Los veo jugando un rol importante en psiquiatría. Hay evidencia de que pueden servir como tratamiento para enfermedades que en psiquiatría resultan difíciles de tratar, o ayudar a la terapia, mediante fármacos. Vamos en la dirección de mostrar que efectivamente podrían llegar a tener un resultado positivo en depresión. No es el experimento que estamos haciendo nosotros, porque no es con pacientes, sino con sujetos sanos, pero en general en el mundo hay un interés renovado en los psicodélicos en cuanto a herramientas para psiquiatría. 

¿Se puede aprender algo de estos estudios?

En cuanto a lo que podemos aprender sobre el cerebro humano en psicodelicos pienso que justamente tiene que ver con cambiar un estado de conciencia ordinario por otro. Entendiendo ese estado de conciencia diferente podemos aprender bastante sobre cuáles son esas dimensiones independientes de la mente humana que pueden cambiar bajo una manipulación farmacológica, que si bien hay situaciones en las que cambian, los psicodélicos representan una forma reversible y relativamente segura de inducir esos cambios en personas sanas. Por eso pienso que son tan valiosos como herramienta. 

¿Y en el estudio que realizaron ustedes?

En cuanto lo que estudiamos en este experimento, pienso que todavía es medio pronto para saber si tenemos resultados, pero que sea básicamente la facilitación del acceso a la conciencia y la información en el cerebro, podría ser un mecanismo interesante y unificado. Eso es lo que estamos explorando. 

Luego de que el Doctor Albert Hofmann sintetizó por primera vez el LSD en 1943, comenzó una etapa experimental a nivel psicológico que tuvo su contrapartida en el mundo recreativo. Después de que la contracultura hippie popularizara su consumo, el gobierno estadounidense de Richard Nixon llevó a cabo una guerra contra las drogas que incluyó a los psicodélicos dentro de las sustancias más dañinas y adictivas como la cocaína. Sin embargo, estos efectos negativos no habían sido comprobados en psicodélicos. Los países de la ONU siguieron esta línea, y estas drogas aún cargan con un fuerte estigma. Pero, desde mitad de los ´90, los estudios con psicodélicos surgieron del letargo en el que se encontraban. Las sustancias puede variar: DMT, mescalina, MDMA, psilocibina o LSD son objetos de investigación en todo el mundo para poder ver qué relación tienen químicamente en el cerebro, y experiencialmente dentro de cada sujeto.

El 19 de noviembre pasado, estudiantes del doctorado de ciencias del cerebro del Imperial College London publicaron el estudio “Neural correlates of the DMT experience assessed with multivariate EEG” (Sic), en “Scientific Reports”, que da cuenta de por qué los viajes con DMT se sienten como entrar a una realidad aparte. Generalmente los usuarios describen la experiencia con figuras geométricas, colores vívidos y la sensación profunda de haber entrado en otro mundo. Según los liderados por el doctor Chris Timmerman, esto se debe cómo interactúan las ondas cerebrales. En particular las Deltha, Tetha, Alfa y Betha. Responsables respectivamente del sueño profundo, las etapas iniciales del sueño, momentos de relajación (meditación) y estados normales de vigilia. Luego de haber estudiado 13 casos de cerca, llegaron a la conclusión de que después de haber consumido el DMT, los sujetos experimentaron un incremento en las ondas responsables del sueño (superficial y profundo), que refleja esa sensación de interactuar con otro mundo. Pero estas se mezclaban con las ondas Betha, en un episodio que así retrataron: “Era casi como si estuvieran abriendo los ojos y relacionándose con un mundo externo, solo que ese mundo era el espacio del DMT”.

Mauricio Arias es médico psiquiatra especialista en adicciones y forma parte de COCUCO. Él es encargado de verificar que los aspirantes a participar cumplan con todos los requisitos de inclusión. Y ninguno de exclusión. 

¿Cómo se desarrolla el experimento?

Específicamente no puedo decir nada por un protocolo de seguridad. Lo que puedo asegurar es que no le suministramos nada a nadie. 

¿Qué van a hacer con los resultados?

Vamos a correr análisis computacionales para dirimir todos los aspectos del discurso de los sujetos (todas las experiencias de los usuarios son catalogadas y almacenadas para posteriormente crear patrones que sirvan para el análisis científico).

¿Es el primer estudio que se hace sobre drogas en Argentina?

De esta manera, con la aprobación de un comité de ética, sí. 

Técnicamente, no es la primera vez que se realiza un estudio sobre el efecto de psicodélicos en Argentina. El primero está documentado en el libro “Mescalina, L.S.D. 25. Experiencias. Valor terapéutico en psiquiatría”, de Alberto Tallaferro, que fue un médico que se insertó en el psicoanálisis de la mano de uno de los introductores de esa práctica en el país: Enrique Pichon-Rivière. En 1954 se alejó de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) que había fundado su maestro, presuntamente por su afición cada vez más grande a la teoría del orgón de Wilhelm Reich que “resultaba cada vez más difícil de justificar ante la ortodoxia psicoanalítica”, según escribió en su investigación el psicólogo, e investigador en historia de la psicología, psicoanálisis y psiquiatría, Hernán Scholten.

“Mescalina y L.S.D. 25”, es la primera publicación dedicada a esta temática en iberoamérica. Hoy en día es un libro que no se puede adquirir en librerías, y en Mercado Libre está publicado por 35 mil pesos. En la página uno, Tallaferro concilia la existencia de los psicodélicos como  “ciertos compuestos químicos {…} permiten al psiquiatra la investigación de la psicosis”. Sin haber recibido ningún tipo de autorización, aunque con fines científicos, se realizaron 1117 experiencias con un total de 63 sujetos (49 “normales”, y 14 esquizofrénicos crónicos) que recibieron dosis variables de Mescalina y LSD 25. El último capítulo se llama “Comentarios y conclusiones”, y se destacan algunas reflexiones con respecto al uso de las sustancias. Por ejemplo que “ambas drogas tienen un gran valor para la psicoterapia, no así para establecer el diagnóstico” sino por “la producción de un amplio ‘insight’ con recuerdo posterior del mismo”. 

Para comprender la visión terapéutica del uso del DMT, ETER Digital también habló con Federico Cavanna, psicólogo clínico, becario del CONICET, que forma parte del primer experimento argentino autorizado por un comité de ética para estudiar los efectos de un psicodélico en humanos. 

¿Cómo funcionan los estados alterados de conciencia?

Los estados expandidos de conciencia son aquellos en los que se puede integrar información consciente de otra manera.

¿Cómo se integra?

Se me ocurrió un ejemplo: qué pasaría si le das un psicodélico a un gato o pasa una experiencia en la que el gato puede comprender el lenguaje humano. Entonces habla con vos, con otros, y entiende el mundo humano. Su conciencia llega a un estado expandido, en este caso. Pero después de 10 minutos, el gato vuelve a ser un gato y le tiene que explicar a otro gato qué es lo que pasó. El repertorio de cosas vividas, que ya pasan a ser contenido de la memoria, son difíciles de explicar porque uno no cuenta con las herramientas sensitivas.

Y tampoco tiene el lenguaje para explicarlo.

Claro, porque hasta el lenguaje que utilizamos está estructurado y hecho para unas manifestaciones conscientes que son comunes. Los estados expandidos de conciencia, aumentan la conectividad funcional. Esto quiere decir que hay muchísima más información consciente disponible que se está asociando de maneras raras. Una de las cosas que aumentan es la creatividad. La flexibilidad cognitiva. 

¿Se tratan de usar los psicodélicos como algo terapéutico?

Sí, mi fantasía es poder utilizarlo como co-terapeuta o co-ayudante. En la idea de usar los psicodélicos, se está buscando mucho la correlación por dos lados. Uno por el lado fenomenológico, qué es lo que pasa, lo que siente la persona, cómo se describe e intentar cuantificar eso. La otra es la parte micro, buscar qué mecanismos moleculares o bioquímicos, están tocando. El salto que hay entre uno y otro es enorme. 

—¿Por qué es enorme?

El tema es que si se va solo por el lado de la bioquímica se cae en la farmacología clásica. Ahí dan una dosis de psicodélicos para ver si los síntomas remiten. Pero, para nosotros, los psicólogos, los síntomas son parte de un panorama. Con los psicodélicos, todos los estados alterados de conciencia y las capacidades cognitivas mejoradas deberían permitir empezar a asociar ideas nuevas, tener puntos de vistas alternativos. Todas las cosas conscientes que se dan por ciertas, poder transformarlas y cuestionarlas de otra manera. A lo que es el trabajo psicológico en la terapia conductivo/conductual le viene como anillo al dedo. Lo que pasa es que habría que encontrar cómo.

—¿Creés que en algún momento va a ser legal?

Creo que sí, habrá motivos políticos para que no lo sea, pero yo lo pienso como una herramienta, dentro del campo de una posible psicoterapia, que puede ser usada. 


Compartir