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La última conquista albiceleste

Foto gentileza El gráfico

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La selección argentina es la segunda con más títulos de Copa América (14), detrás de Uruguay (15), pero hace 28 años que la ampliación de sus vitrinas está en pausa. Repasamos el título que consiguió en 1993, en Ecuador, de la mano de Basile, Goyco y Bati.

Por Nicolás Huapaya y Luciano Israel Castro

En 1993 Argentina era la campeona vigente de la Copa América y no solo tenía en sus planes defender el título sino también llevarse el bicampeonato. Alfio Basile decidió mantener la base de la última copa y depositó la confianza en aquellos jugadores que ya conocía. El equipo arrastraba un envidiable e inédito invicto, que luego de este certamen llegó a ser de 31 partidos oficiales (hubo dos amistosos más ante combinados).

Los convocados para Ecuador 93’ fueron: Sergio Goycochea (River), Luis Islas (Independiente), Norberto Scoponi (Newell’s), Ricardo Altamirano (River), Fabián Basualdo (Newell’s), Jorge Borelli (Racing), Fernando Cáceres (Zaragoza), Néstor Craviotto (Independiente), Oscar Ruggeri (América de México), Sergio Vázquez (Universidad Católica), José Basualdo (Vélez), Dario Franco (Zaragoza), Alejandro Mancuso (Boca), Fernando Redondo (Tenerife), Leonardo Rodríguez (Atalanta), Diego Simeone (Sevilla), Gustavo Zapata (Yokohama Marinos), Alberto Acosta (Boca), Gabriel Batistuta (Fiorentina), Claudio García (Racing Club), Néstor Gorosito (San Lorenzo), Ramón Medina Bello (River) y Julio Zamora (Newell’s).

Camino a la gloria

Bolivia, Colombia y México fueron los rivales en la fase de grupos. Si bien no fue una primera ronda soñada, la selección logró clasificar. Todo comenzó con una victoria ante Bolivia, con gol de Bati, aunque ese cotejo quedó en la memoria por la grave lesión sufrida por Darío Franco: fractura de tibia y peroné.

Los sueños se renovaban y la expectativa crecía. Argentina logró clasificarse en el segundo lugar ya que luego de la victoria en el primer partido, fueron todos empates 1 a 1 ante México (el gol del Cabezón Ruggeri evitó la derrota) y Colombia (golazo del Cholo Simeone desde un ángulo cerrado). La alegría y el festejo por haber clasificado se cortó de cuajo cuando se supo el rival al que debía enfrentar la selección por haber clasificado segunda. En cuartos la esperaba nada más y nada menos que Brasil. En el clásico, la verdeamarelha arrancó mucho mejor y se puso en ventaja a los 37 minutos del primer tiempo, con gol de Müller. Sin embargo, en el segundo tiempo lo empató Leo Rodríguez y fueron a penales. Desde el punto de penal, gracias a las manos de Goyco (cumplió con su cábala de orinar en pleno campo de juego en medio de la ronda de compañeros), Argentina obtuvo el pasaje a semifinales luego de ganar por 6-5.

En semifinales ya esperaba una vieja conocida, Colombia. No hubo vencedores ni vencidos en el transcurso de los 90 minutos y nuevamente se definió por la vía de los penales. Como si estuviese todo guionado la serie fue casi idéntica a la afrontada con los brasileros: los cinco penales iniciales fueron convertidos en su totalidad. De esa forma, un país entero depositaba sus sueños en los guantes de Goyco, como había pasado en cuartos y en el Mundial de Italia 90. El colombiano Aristizábal miró fijamente al arquero, fue, pateó y ¡atajó el Vasco!, demostrando una vez más ser el dueño del arco argentino y protagonista de grandes hazañas. Cacho Borelli selló la historia.

En la definición frente a México, Argentina formó con Goycochea; Basualdo, Ruggeri, Borrelli y Ricardo Altamirano; Zapata, Simeone, Redondo y Gorosito; Batistuta y Acosta. Los goles llegaron todos en el complemento. Bati abrió el marcador a los 18 minutos con un derechazo tras una corrida a pura potencia. Rápidamente, los mexicanos consiguieron el empate, a los 22, por intermedio de Galindo, de penal. Pero otra vez el Batigol, esta vez a los 29, sentenció el partido. La pelota se fue al lateral, el Cholo Simeone se apuró a sacar, el goleador enganchó en el área y, esta vez de zurda, la mandó a guardar y le dio a la Argentina su decimocuarta Copa América. Ruggeri la levantó, el pueblo festejó.

Después vinieron la pérdida del invicto ante Colombia de visitante (2-1), el 5-0 de la tarde negra del Monumental, y 28 años de sequía y finales perdidas.


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