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Bolivia, una selección con poca altura


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Por Ignacio Miravalle y Matías Moreno

En este informe presentaremos un análisis táctico del elenco de César Farías, que enfrentará por la Copa América a la Argentina el lunes 28 de junio, por el grupo que además integran Uruguay, Paraguay y Chile. Su goleador Marcelo Moreno Martins es, sin duda, su emblema.

César Farías, DT de Bolivia

El venezolano César Farías asumió la difícil tarea de intentar, antes que nada, mejorar el juego que ofrecía la selección boliviana y luego, completar la ilusión de llegar a su primer Mundial desde Estados Unidos 1954.

Ahora, ¿cómo juega la Bolivia de César Farías? En cuanto al esquema, se pueden observar dos bien claros: 4-5-1 y 4-4-2.

Los bolivianos apuestan a cargar el juego por las bandas, con el lateral y el volante, tanto por izquierda como por derecha, para hacer el “2-1”. Las pelotas largas también son una característica, pero cuando falta Marcelo Moreno Martins, su jugador emblema, no hay quien pueda bajarlas y eso obliga a tener que elaborar un poco más el juego, y ahí es cuando se ve ese intento de profundizar por las bandas con transiciones verticales que dañen al rival. Lo cierto es que la elaboración de las jugadas no es una de sus virtudes y, por eso, se producen pérdidas rápidas de la pelota.

Cuando se torna un poco más ofensivo (en pocas ocasiones), el 4-5-1 puede mutar a un 4-2-3-1, soltando a uno de los jugadores del centro del campo. Allí, realizan una primera presión rápida tras perder la pelota para poder, en primer lugar, acomodar al equipo y, si existe la posibilidad, recuperar alguna pelota alta que les pueda permitir un ataque rápido.

A la hora de defender, Farías elige una leve presión hasta el borde del área y agrupa gente por el medio, sin descuidar las marcas personales que se les asignan a los jugadores más desequilibrantes. Por esto es que, a la hora de buscar un contraataque, si no recuperó la pelota alto por esa presión rápida de posición, el arco rival le queda muy lejos y debe recorrer mucho campo para intentar generar peligro.

Además, este repliegue defensivo junta a los jugadores dentro del área o en el borde de ella y le dificulta al seleccionado rival filtrar pelotas por la cantidad de piernas en el centro. Pero esto es un arma de doble filo, ya que deja espacio libre para que se tiren centros desde el costado del área, algo que Bolivia sufre mucho, ya que la mayoría de los goles que le convirtieron, llegaron por esa vía: por ejemplo, en el 0-5 contra Brasil en la primera fecha de estas Eliminatorias, todos los tantos llegaron de centros, bajos o por arriba, desde cerca del área. Estos problemas defensivos se profundizan ante la falta de un líder, que le hable al resto del equipo y los acomode para poder defender mejor o, como mínimo, de forma más ordenada.

El fútbol boliviano se encuentra en una etapa de estancamiento, que se observa, en un principio, en la Liga del país. Los equipos están formados por muchos jugadores de más de 30 años, lo que hace que el ritmo de los partidos no sea intenso y esto se nota a la hora de las competencias internacionales: no hay conjuntos bolivianos clasificados a Octavos de Final en las dos principales competencias CONMEBOL, la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana. La altura es otro factor para marcar: sigue la creencia de que es “imposible” ganar en el altiplano boliviano, pero lo cierto es que varios equipos sudamericanos han logrado buenos resultados allí y lo mismo ocurre con las selecciones. Entonces, no se le da mucho énfasis al juego y sí al estado físico.

A todo esto, se le suma que la mayoría de los convocados por Farías son del fútbol boliviano, por lo que casi ningún jugador aporta algo “distinto”, y ahí es donde sufre el seleccionado que, en Brasil, donde la altura no es de 3.577 metros sobre el nivel del mar, amenaza con exhibir poca altura futbolística.


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