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LA VICTORIA QUE REVIVIÓ A UN PAÍS


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Durante la década del 70, Perú dejó una huella en los Mundiales de buen fútbol y desenfado. Hubo un partido trascendental en México 1970 que marcó el destino del país.

Por Matías Fernández Burzaco

“Este año, como todos sabemos, se juega el Mundial Brasil 2014. Ya sé, es un nuevo Mundial… al que no vamos”, se lamenta la periodista Norma Martínez en el documental “Sucedió en el Perú”. Y esa frase –dicha lentamente, con humor– puede resumir los años de Perú en los Mundiales: el pasar y pasar los canales como hojas de revista vieja, el ruido en las calles, el silencio en las casas. La historia de Perú es corta y es, sobre todo, muy pobre: jugó cuatro mundiales (Uruguay 1930, México 1970, Argentina 1978, España 1982) y nunca superó la segunda fase. Tiene dos anécdotas que, por cómo se recuerdan allá, parecen reliquias: el primer expulsado de la historia de los mundiales fue peruano –Plácido Galindo–, el mejor gol de tiro libre de la historia lo hizo Teófilo Cubillas, la figura que soñó con ser el nuevo Pelé. Perú siempre se encontró con el equipo que al final de la competencia fue campeón del mundo.

Pero hubo un partido que los marcó.

Al primer Mundial ––el de Uruguay 1930–– fue como invitado porque los países europeos, con el argumento de los costosos gastos en viajes, no estaban dispuestos a ir. Al final, solo Yugoslavia, Francia, Bélgica y Rumania asistieron. Perú también. En su debut perdió 3-1 con Rumanía ––Galindo se iba como primer expulsado, Luis de Souza Ferreira marcaba el primer gol––, después cayó 1 a 0 con Uruguay en el Estadio Centenario, que recién se inauguraba. En ese partido, apareció la primera leyenda mundialista de Perú: José María Lavalle, el wing derecho que jugaba en el Alianza Lima, nunca dejó pasar al delantero Álvaro Gestido, una de las figuras uruguayas: lo persiguió por todo el campo de juego, fue la sombra. Hasta ahí llegó Perú. Después hubo silencio por 40 años.
En 1969, la selección peruana clasificaba por mérito propio. Integraba el Grupo 1 de las Eliminatorias con Bolivia y Argentina. Con Bolivia, en la altura de La Paz, perdió 2 a 1; en Lima, le ganó 1 a 0 a Argentina gracias a un zurdazo de Pedro Perico León tras un gran pase de Héctor Chumpitaz; luego, también en la capital peruana, vapuleó 3 a 0 a Bolivia con goles de Alberto Gallardo, Luis Cruzado y Teófilo Cubillas, la joya que empezaba a mostrarse como figura. En el último partido, Perú tenía que empatar con Argentina para clasificar y dejarla sin ir al Mundial de México. En La Bombonera. Entonces, ante un imponente público, Osvaldo Ramírez metió los dos goles para un empate.

Argentina afuera.

Perú, se sentía, era campeón.

Pero el 31 de mayo de 1970, mientras Perú atravesaba un golpe de estado encabezado por Juan Velasco Alvarado, hubo un terremoto. Dejó 80 mil muertos, 20 mil desaparecidos. Un alud cayó desde el pico del Huascarán, la montaña más alta del país. Todo Yungay, una ciudad ubicada en el norte, desapareció. Arrasó el departamento de Áncash, y las ciudades de La Libertad, Huánuco y Lima. Fue el sismo más destructivo de la historia del país. Tres días después, la selección peruana tenía que jugar en México el primer partido del Mundial frente a Bulgaria. Había jugadores que tenían un familiar directo afectado por el terremoto. Perú ––camiseta roja sin banda–– perdía 2 a 0 hasta la mitad del segundo tiempo. Pero de pronto se despertó, remontó: ganó 3 a 2 con goles de Gallardo (un derechazo potente), Chumpitaz (de tiro libre) y Cubillas (luego de una doble pared con Ramón Mifflin). Un día antes del partido, recién ese día, se enteraron de lo que había pasado en su país: la gente se lo gritaba en la calle mientras ellos pasaban como superestrellas en un micro. Javier Aramburú Menchaca, un arquitecto que también era dirigente, encontró un puñado de tierra, ingresó al vestuario antes de que empiece el encuentro y les mostró:

—Ésto es tierra peruana: miren. El país está temblando, tenemos que ganar por el Perú.
“Es real –cuenta Eddie Fleischman, periodista peruano–. El terremoto sacudió el país. Al principio no se lo quisieron decir a los jugadores, pero después se enteraron y… el arquero Rubiños tenía familiares en Trujillos, en el norte, cerca del terremoto. Entonces en todos había preocupación, la comunicación no era como ahora. Los jugadores salieron a la cancha sin saber realmente qué había pasado con sus familias”. A partir de ahí, el equipo encontró un golpe de confianza: pudo avanzar por primera vez a segunda ronda. Pero en Cuartos de Final le tocó Brasil -el mejor Brasil de la historia, con Pelé, Gerson, Tostao–, perdió 4 a 2 y eso interrumpió su avance. Perú fue el equipo que más peligro le genero al Brasil del 70.

Perú volvió a casa. Eran héroes nacionales. El aeropuerto estaba repleto de hinchas. Alvarado, el general de tendencia socialista, los recibió en Palacio de Gobierno. Las calles explotaban. “Fue un golpe anímico para toda la gente, la verdad ––asegura Fleischman––. ¡Perú había volteado el partido! En el sub 17 del 2007 con Los Jotitas sucedió algo similar. Prácticamente, además, era la primera aparición de Perú en un Mundial, y eso pesó mucho más. Nadie se acordaba del otro, que había sido 40 años antes. Le dio una inyección anímica a todo el país, el país se repuso después del desastre natural. Aunque haya perdido con Brasil, la sensación que quedó fue que habían dejado al país en un lugar digno”.

Después perdió la clasificación a Alemania 1974. Volvió en la edición siguiente, Argentina 1978, y quedó eliminado en segunda ronda en un polémico partido en el que Argentina tenía que ganar por una diferencia de cuatro goles para pasar de instancia, y terminó humillando a Perú con un 6-0. El resultado, a partir de que Argentina atravesaba una dictadura, levantó sospechas. Y decenas de versiones sobre qué ocurrió en la previa del juego. Una dice que dice que Jorge Videla, el militar que conducía el golpe de Estado, ingresó al vestuario de la selección peruana en el entretiempo. Otra que como Ramón Quiroga, el arquero del equipo peruano, era argentino, no impidió que conviertan los goles. Hay, también, imágenes de Videla saludando a los jugadores peruanos. “Si Argentina necesitaba ganar por 8 goles, los hacía —piensa Fleischman—. Hay quienes dicen que hubo arreglo con algunos jugadores puntualmente. Siempre se sospechó de un central, Rodolfo Manzo, que después del Mundial se fue a jugar a Vélez Sarsfield: se pensó que era parte de un arreglo. Por lo que yo hablé con jugadores peruanos del 78, sintieron que después de pasar primera ronda ya habían cumplido y querían volver a casa. El equipo estaba fusilado, sin físico”. En cuanto a los hechos, no se sabe ni se puede probar qué pasó con ese resultado. Pero ese día, el 2 de junio de 1970, Perú había recuperado un poco de felicidad.


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