Es uno de los periodistas deportivos que logró tener más ascenso profesional en los últimos dos años, abriéndose lugar en señales deportivas como ESPN y en radios nacionales como Continental y Urbana Play. De partir de Corrientes con ocho años a cumplir 40 siendo socio vitalicio del Club All Boys del barrio de Floresta: el perfil de Leonardo Gabes.
Cuando Leonardo Gabes se dio cuenta de que quería ser periodista deportivo tenía 5 años. Estaba leyendo de prestado, en un puestito de diarios, la revista “El Grafico” en el barrio San Antonio Oeste, en su Corrientes natal. Con una edad en la que muchos nenes empiezan a jugar al futbol y hacer goles, Leo los miraba y relataba. Esa era su manera de divertirse. Recuerda que sus amigos lo tildaban de loco, pero “relatar es algo con lo que se nace”, dice él. Hoy, cada vez que se encuentra delante de un micrófono siente esa misma pasión que tenía de pibe.
— No fueron fáciles las cosas — comenta. No me crié en un barrio cinco estrellas. Fui trabajando de todo para poder pagarme la vida. Mi carrera se forjó con mucho esfuerzo. De trabajar haciendo un reparto de alimentos con una camioneta hasta fabricar vidrios blindados.
Eran épocas en las que Gabes tenía en mente una sola pregunta: “¿Todo esto que estoy haciendo valdrá la pena?”
Gabes se define como una persona muy versátil, pero entiende que versátil no es un sinónimo de hacer todo bien. “La versatilidad es parte de mi identidad”, dice el periodista deportivo y relator, que tiene tres trabajos. Al mediodía en la tele, y a la tarde y noche, en la radio.
El 19 de diciembre del año 2001, cuando miles de argentinos protestaban en Plaza de Mayo al grito de “que se vayan todos”, Gabes estaba en Rivadavia y Tacuarí, en pleno centro porteño y foco del estallido social, rindiendo su último final para recibirse de periodista. “La malaria económica duro muchos años”, dice. Hasta que Daniel Cacioli le dio la oportunidad de arrancar a trabajar en Radio Nacional.
Empezaban a quedar atrás los días de ir a los estadios a relatar en la camioneta que usaba para trabajar en el reparto, y la pregunta que él tenía en su cabeza, comenzaba a tener respuesta. En un partido en el que se enfrentaban San Telmo y Ferro en la isla Maciel, por un problema en los traslados llegó a la cancha en una camioneta Peugeot que llevaba las banderas de la barra brava de Ferro. Comenzado el partido, una persona ingresó en la cabina y le robó el grabador que usaba para trabajar. Cortó la transmisión y salió a correrlo hasta recuperarlo. “Creo que de ser un loco de atar, ahora soy un ser humano casi normal”, dice y aclara que no es un personaje impostado y que él es así adentro y afuera de la cancha o en una esquina.
Ya antes de su exposición mediática era conocido por muchos. De todos los grupos de amigos varones promedio del conurbano bonaerense, Gabes podía encajar bien en cualquiera y en todos a la vez. De hecho, el periodista tiene la increíble destreza de poder nombrar los mejores bares o boliches por cada barrio que se le consulte. “De chico presentaba cumbia y City Hall me enseñó a caminar”, recuerda el relator.
Ahora es viernes por la tarde, y Gabes, antes de entrar a la radio, se perfuma un total de cinco veces. A saber, dos en el cuello, y una en cada antebrazo. El restante lo esparce en el aire, porque, dice, representa alegría. El perfume fuerte, su moderno y caro reloj en su muñeca izquierda lo identifican, y también ser tendencia en todas las redes sociales los días viernes. El motivo: “los chorigabes”, su sección radial en Urbana Play donde presenta cumbias melosas del recuerdo. Si, un rockero fanático de La Renga, despliega un arsenal cumbiero a lo largo de una lista de temas de casi una hora de extensión en la que enloquece a la audiencia, la cual lo puede seguir por la radio en formato clásico o también a través de plataformas de streaming como Youtube o Twitch.
El show se retrasa, porque el animador decidió no salir a escena hasta que los “chorigabes” sean primeros en tendencia. Sabe que puede exigir a su público fiel y pide que lo cuiden. Mientras tanto, en el estudio de la radio, el resto del equipo se suma a la cruzada. Se dicen al aire las redes y el número de WhatsApp. Llegan los mensajes, los audios, las fotos de a cientos que parecen miles.
— ¿Todavía no somos primera tendencia? — pregunta Gabes. Y ordena al operador técnico que haga sonar un tema de Gilda, para darle rienda suelta a la fiesta radial. Ahora sí, los chorigabes están en marcha. Se escucha cómo el periodista y todos los presentes cantan a los gritos pisando el tema, como si fuera una canción de cancha. Antes de que termine la pista, los chorigabes ya son primeros en tendencia en toda Argentina.
A base de mucho carisma y alegría Gabes convirtió un lugar de trabajo como es un estudio de radio en un ambiente festivo. También emulan ser discotecas los puestos laborales de los que están prendidos del otro lado del dial, o de la pantalla en su defecto. Todos se divierten, y el presentador también. Se divierte y trabaja.
— Lo que me motiva es que la gente se divierta — sostiene el periodista, y agrega que muchas personas le agradecen por la calle la alegría que brinda cada viernes. Como suele ocurrir en estos casos, el nacimiento de los chorigabes fue casi por accidente. La idea fue impulsiva. En la emisora anterior, Radio Congo, habían puesto unas cumbias al aire y Gabes estimulado, tal vez, por su pasado y su conocimiento de la noche, tomó un micrófono y empezó a deslizar frases graciosas a modo de animación. La acción innovadora tuvo un rápido rebote entre los oyentes, por lo que se empezó a trabajar en buscarle una forma definitiva al segmento. Fue mutando de nombres, de “la cumbia del amor” hasta llegar a los chorigabes, pero siempre con el mismo objetivo: divertir.
Así como varias radios deciden bautizar sus estudios con nombres de personalidades del espectáculo, Radio Congo decidió apodar su estudio principal como “Estudio Elu”, en señal de agradecimiento a la labor desarrollada por el periodista en su paso por la emisora. El término “Elu” es un juego de letras que surge de las palabras “el uno” y constituye un mote que Gabes recibió después de trabajar en el programa conducido por Clemente Cancela, y que lo mantiene al día de hoy.
— Uno no tiene dimensión de lo que está pasando— dice Gabes en alusión al éxito de su sección radial.
—También hay oyentes que no se pierden ninguno de los partidos que relato— agrega el relator, y cuenta que durante la semana un taxista que lo trasladaba a la radio le juraba que lo escuchaba en todos los medios pero menos en los chorigabes porque era del palo del rock pesado. Dice, Gabes que esa mixtura de estilos hace a su forma de ser, tiene amigos en la tribuna de All Boys, el club de futbol de su infancia, y tiene amigos empresarios de la moda como Ricky Sarkany.
— No salgo a la calle sin reloj porque me parece una falta de respeto — comenta. Vuelve a mirar su costoso accesorio. Se da cuenta que es la hora y reflexiona: “El paso del tiempo es una circunstancia, todo se va a acabar, entonces disfrutemos lo que queda”.
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