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LLEGÓ EL FUTURO DEL BOXEO FEMENINO


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Victoria Saputo tiró sus últimas combinaciones de golpes que conectó contra su rival, la australiana Emma Lawson, pero a la vez cuidó el resultado evitando los contraataques de su oponente. Cuando finalizó el combate se sacó el cabezal y con sus dos manos levantadas saludó al público que llenó las tribunas del pabellón Oceania del Parque Olímpico. Su cara rebosó de alegría cuando el árbitro levantó su brazo dándola como ganadora. Es que Victoria, con apenas 17 años, se transformó en ese mismo momento en la primera boxeadora argentina medallista olímpica (medalla de bronce). El boxeo juvenil dio su primer aviso sobre el futuro para el deporte argentino.

Por Nicolás Maldonado

El camino de Victoria Saputo se viene forjando desde hace cinco años. Apenas cumplió los 13 años tuvo su primer contacto con jabs, ganchos y uppercuts. “Empecé a entrenarme en el gimnasio de mi papá por cuenta propia, porque quería ponerme en estado físico”, le cuenta a ETER la chica de José C. Paz. “Un día mi papá necesitaba una sparring para entrenar con una chica del gimnasio, me preguntó si me animaba a subirme al ring. Estaba nerviosa, le dije que sí y ahí empezó todo, de ahí empecé a amar este deporte”, recuerda Victoria. Su padre, Guillermo Saputo, ex boxeador, sabe muy bien lo que es participar de los Juegos Olímpicos: fue parte de Atlanta 1996 y Sydney 2000.

Pero a pesar de tener a su papá como gran apoyo también cuenta con su mamá, Nancy. “Mi mamá siempre lo tomó bien que hiciera este deporte. Lo único que me dijo fue que me lo tomara en serio, porque esto no es un juego, acá se reciben golpes, y tengo que entrenarme duro para golpear y que me golpeen lo menos posible”. La ganadora de la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Buenos Aires dice tener una mamá de oro: “Ella es mi fan número 1. Es la que siempre está, me da fuerzas. Estoy muy agradecida por tenerla a mi lado”.

Atenta, Victoria, no se deja llevar por la emoción del éxito y busca tener los pies bien firmes. Mientras sueña en el ring, sigue de reojo los pasos de su referente: Marcela Acuña. “De la Tigresa admiro su ataque agresivo”, dice. “De mi papá también tomo su desplazamiento rápido de piernas, es un ejemplo para mí, sabe mucho y me aconseja siempre”, concluye la pugilista que día a día se entrena y estudia, siguiendo una rutina que arranca a las cinco de la mañana para cumplir con todas sus actividades.

La pequeña boxeadora trabaja con psicólogo deportivo, a quien ve como una figura fundamental para un deportista de cualquier edad de alto rendimiento. “Podés estar bien físicamente, pero si no estás bien psicológicamente no vas a ganar una pelea. Me parece muy importante el acompañamiento de un psicólogo, siempre te ayuda a que estés más fuerta de mente. Este deporte se gana con la cabeza y su fortaleza”, remarca Victoria. Patricia Weightman, psicóloga en el CeNARD, dice: “Victoria es una chica muy fuerte emocionalmente. Y eso la ayuda a soportar más los golpes que recibe. El físico y la cabeza van de la mano”, señaló.

Sin embargo, los sueños para la nueva medallista del boxeo no tienen techo. Luego de cuatro años de entrenamientos duros, doble turnos, peleas en Alemania, Hungria, Estados Unidos, ahora es el momento para el descanso. “Voy a darme un tiempo para estar tranquila. Y el año que viene veré si me preparo para Tokio 2020. Es algo que tengo que evaluar con mi familia”. El futuro llegó, hace rato. El boxeo argentino ve asomar por el ring a una de sus nuevas figuras.


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