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LOS JUEGOS FANTASMA, PARTE UNO


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Los millones de pesos de los contribuyentes invertidos en la promoción y divulgación de los YOG parecen no haber tenido el impacto buscado: los vecinos de la Capital Federal y alrededores desconocen las particularidades de la competencia y aquellos que conviven en las inmediaciones de los escenarios no son la excepción.

Por Axel Pérsico

¿Los Juegos Olímpicos van a hacerse en Argentina? ¿Son nacionales, sudamericanos o mundiales? ¿En qué parte de Buenos aires se van a realizar? ¿Cuándo son? Todas estas son algunas de las preguntas que hacen muchos habitantes de Capital Federal cuando se les informa acerca de los Juegos Olímpicos de la Juventud que comenzarán el 6 de octubre. La ignorancia y la indiferencia recurrentes pueden deberse a la poca propaganda hecha, pero también hay otros factores: la casi nula importancia dada al evento por parte de los ciudadanos se corresponde con problemáticas de una magnitud aún mayor a la de los Olímpicos, la desigualdad social.

La Villa Olímpica, ubicada en el Parque de la Ciudad, en el límite entre Villa Soldati y Villa Lugano, está conformada por una serie de edificios cuya estructura contrasta abruptamente con la del resto del barrio. Justo enfrente se ubica el complejo habitacional “Barrio Néstor Kirchner”, donde viven más de 50 familias que forman parte de la cooperativa “Los Bajitos”. Esta organización forma parte del “Proyecto Comunidad”, que se creó en 2002 para proveer una vivienda digna a personas que anteriormente vivían en el asentamiento “La Lechería” en La Paternal. “Están construyendo hace un año, pero hay muchos vecinos que no están enterados de los Juegos. Dicen que los departamentos van a quedar para gente del barrio, aunque no se sabe para quiénes”, cuenta Jesús, que vive en el complejo hace nueve años.

El contraste vuelve a repetirse a pocos metros. Sobre la avenida Fernández de la Cruz se alzan unos enormes edificios de tonos grises y blancos. Estas viviendas son parte del nuevo barrio “Papa Francisco”, el que le proporcionará un nuevo hogar a más de 300 familias. No es coincidencia que la nueva urbanización esté colocada de forma estratégica para tapar a la Villa 20 y que la construcción se haya acelerado a pocos meses de los Juegos. Cruzando la calle, está el hipermercado Jumbo, donde se entregan los pases electrónicos que permitirán ver las distintas disciplinas deportivas. Allí, más precisamente en el local de la empresa de telefonía Samsung, los vecinos se acercan a retirarlos. “Es una lástima que las casas de la Villa Olímpica terminen siendo para la gente que puede pagarlas y no para las personas que realmente las necesitan. Hay gente pobre y trabajadora que nunca va a poder acceder a una”, declara Alejandra, que vive en Lugano y hará las veces de enfermera durante los YOG.

Los Juegos no tienen la culpa de la desigualdad. Pero cuando incluso la publicidad falla, quiere decir que hay algo más importante a lo que prestarle atención. Especialmente en el sur de la Capital, donde las diferencias sociales son más marcadas que en otros barrios. Aunque pueda resultar un orgullo que el Comité Olímpico Internacional haya elegido a la Ciudad de Buenos Aires como sede, los millones invertidos no tendrán repercusiones en las condiciones de vida de la gente más desprotegida, esa que se pregunta, en vísperas del inicio, qué es esa competencia deportiva que albergará su barrio.


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