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LOS OTROS HIJOS: NI OLVIDO NI PERDÓN

acto 24 de marzo (Adrián Escandar)

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Era mayo, y seis personas desconocidas entre sí, marcharon juntas a Plaza de Mayo en repudio al fallo que otorgaba el beneficio del 2×1 a un genocida de la dictadura militar. Se perdieron entre la multitud, caminaron en silencio.

Por Candelaria Domínguez Cossio

Este 24 de marzo el mismo grupo, casi un año después y con cuatro personas más, se abrieron paso entre la multitud con una pancarta gigante que anunciaba “Historias desobedientes con Faltas de Ortografía”. Es el colectivo de hijos de genocidas. Que encontraron en las vidas de sus compañeros una lucha contra el olvido.
Analía Kalinek dejaba en un jardín maternal a su bebé de un año y medio cuando supo que su padre estaba preso. Recuerda que entró en shock y no pudo entender cómo su padre tan presente, tan amoroso, estaba tras las rejas. Por varios años Analía mantuvo esa posición. Hasta que tuvo acceso al expediente y ahí se enteró de que su padre, Eduardo Kalinek, había sido médico partícipe de torturas y secuestros en la última dictadura militar. En el centro clandestino de detención El Olimpo le decían “Doctor K”.
Liliana Furio avanza junto a Analía por Avenida de Mayo. Sostienen una bandera que dice “Historias desobedientes: hijos de genocidas “. Ella, en cambio, siempre supo que su padre estaba en algo siniestro, aunque no sabía muy bien qué era. La presencia de estos hijos en las marchas del 24 de marzo es una novedad. Cada miembro del colectivo antes iba a las marchas por su cuenta. Pero empezaron a encontrarse y contactar personas con padres genocidas.

Analía Kalinek inició la búsqueda luego de ser excluida de su familia por no apoyar a su padre. Contó su historia en redes sociales y la contactó Liliana Furio. Al tiempo conocieron a Pablo Verna y luego al resto del colectivo: un total de once que dejaron de sentirse solos con el horror.
-Ani siempre decía “tienen que haber más hijos, tienen que haber más” y yo le decía bueno Ani, mirá, no te hagas tantas ilusiones, por ahora somos nosotras, tratemos de dar una voz. Íbamos a reuniones de hijos de militares y mostrábamos nuestra versión de los hechos y les decíamos que lo que ellos creían no era así, que estaban negando una realidad. En ese contexto nosotras estábamos en soledad y sucede el 2×1. Al día siguiente, salió la nota de Mariana en Revista Anfibia. Eran las 8 de la mañana y Ana me llama y me dice “mira ya esa nota, ¿viste? ¡Ya somos 3! ¡Está siendo una explosión, hay otros hijos!” En otro de los posts de la página estaba Laura Delgadillo y en la primera reunión éramos 6 en mi casa- cuenta Liliana.
La primera reunión fue un 25 de mayo en casa de Liliana Furió. Laura Delgadillo llegó última, llena de ansiedad, con emociones encontradas y cuando entró estaban ellos ahí, sentados. Se convirtieron en un grupo hermanado y sólido. Desde la creación del colectivo, varios hijos de genocidas comenzaron a contactarlos para contar sus historias.
Pablo Verna cuenta que creció con la ideología del exterminio: “Yo pensaba que mi padre era un soldado más luchando en una guerra. Pero al caer la dictadura, en los años 83 y 84, empezaron mis dudas. En la tele se hablaba de torturas y secuestros y yo iba a un colegio público donde se hablaba de militantes desaparecidos”. Cuando Pablo fue adulto, un familiar le confesó que su padre, el médico Julio Alejandro Verna, participó en los vuelos de la muerte anestesiando desaparecidos y tirándolos al mar. Pablo fue a la casa de su padre y lo enfrentó. Le preguntó si esos rumores que circulaban en la familia eran verdad y le contestó: “Sí, y lo volvería a hacer”. Al día siguiente Pablo radicó la denuncia y recibió un llamado telefónico de su padre.
-Me amenazó. Dijo que yo, mi esposa y mi hija de siete años éramos sus enemigos. Y el día de la sentencia de la causa ESMA recibo un llamado a las doce menos cuarto de la noche donde me amenaza que él se podía suicidar, que tiene los venenos preparados, que yo no lo voy a ver en el banquillo de los acusados. Además me dice que yo no estoy acostumbrado a tratar con cierto tipo de personas. Después, nunca más tuve contacto.
Julio Alejandro Verna sigue libre. Las investigaciones en su contra comenzaron hace poco.
Ellos avanzan por la avenida con respeto, con solemnidad. Algunos participantes los aplauden, les sacan fotos y los entrevistan. Cuando pasa el camión de las Madres de Plaza de Mayo ellos se corren a un costado y las saludan. Ellas les devuelven el gesto con respeto.


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