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MILITANCIA ACTIVA EN AISLAMIENTO


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Las organizaciones sociales en el Barrio 31 no frenaron con las medidas de emergencia sanitaria por la pandemia de coronavirus. Al contrario, el contexto de vulnerabilidad exigió redoblar esfuerzos solidarios para acercar agua potable, alimentos y atención médica a quienes más lo necesitan.

Por Camila Brizuela

El rol de las organizaciones solidarias que se encuentran dentro de los barrios de emergencia y los asentamientos es fundamental, más en estos tiempos de cuarentena. Dentro del barrio 31, la Poderosa, la Corriente Villera Independiente y la Comisión de los Derechos Humanos por la Inclusión son algunos de los organismos que tuvieron que intensificar sus tareas durante el aislamiento obligatorio, debido a las condiciones de vulnerabilidad.

El Barrio 31, ubicado en el barrio de Retiro es habitado por más de 40 mil personas.Según el último relevamiento del 2019 que realizó el Observatorio Villero de la Poderosa, hoy están viviendo entre 4 y 10 personas en cada casa. A su vez, la Encuesta Anual de Hogares del 2018 (último dato disponible) demostró que el 9.1% de las viviendas de la ciudad de Buenos Aires son las que se encuentran en situación de hacinamiento.

A la gran sobrepoblación urbana se le suman las malas condiciones de vida, en donde la falta de servicios sanitarios se convierte en uno de los principales problemas, ya que, por ejemplo, casi ninguna casa está conectada al servicio formal de agua y cloaca. El barrio recibe agua en camiones cisternas, que no es segura, que se entrega esporádicamente y que carece de un calendario de entrega, según lo afirma la coordinadora de la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria, María Eva Koutsovitis.

El hacinamiento, la falta de agua potable en algunos sectores, la mala alimentación y las insuficientes condiciones sanitarias generan un mal escenario para una enfermedad como la COVID-19 que se propaga fácilmente. Y a su vez, a este complejo escenario se le agrega el impacto negativo que condiciona a la economía de la población, porque en su gran mayoría está compuesta por trabajadores informales. “La cuarentena se vive gracias a la ayuda de los comedores populares asistidos en el barrio ya que muchos trabajan como independientes o feriantes, actividades que se limitaron por la situación actual”, comenta Celia Casimiro, militante de la Poderosa. 

“A partir de que se declaró el aislamiento en el comedor Gustavo Cortiñas debimos cambiar el modo en que entregamos las comidas”, cuenta Cristina Martínez, también militante de la Poderosa de Retiro, y agrega: “dejamos de dar los alimentos dentro del local y empezamos a pedirles a las familias que trajeran sus propios tuppers”. De esta forma, logran prevenir el contagio y a la vez evitar la acumulación de gente al momento de retirar.

“En el barrio lo que más repercute es que los alimentos, frutas y verduras aumentaron un 100% en cada producto, ya que la excusa de los vendedores es que no consiguen proveedores”, afirma Graciela Duarte, militante de la Corriente Villera Independiente (CVI) y promotora comunitaria dentro del sector de salud y género. En consecuencia, en el comedor de la Poderosa comenzaron a entregar por día entre 300 y 400 raciones de cena y entre 140 y 230 raciones de merienda, cuando antes entregaban 135 a la noche y 70 a la tarde. Más del doble de lo que se repartía, lo que implica, a su vez, más artefactos, más productos y más personal voluntario.

Frente a este escenario, el infectólogo Lautaro De Vedia, expresidente de la Sociedad Argentina de Infectología y actual médico de la salud pública, analiza la situación actual del barrio 31 y sostiene que es importante adoptar las medidas que se recomiendan en esta pandemia por parte del gobierno pero que es imprescindible que el Estado y los diversos sectores trabajen para encontrar alternativas, adecuadas a la situación de las villas. “Es importante acercar la atención médica, ampliando los horarios de los centros de salud, o disponiendo de unidades de atención móviles, además de contar con más centros en donde recibir a la gente para comer o para otro tipo de asistencias”, sostiene De Vedia.

“Los promotores de salud articulamos con el Centro de Salud y Acción Comunitaria (CESAC) y los trasladamos para la atención médica” suma Graciela Duarte, de la CVI. Aunque Celia Casimiro, de la Poderosa, comenta que en los centros de salud del barrio tenes que estar haciendo fila desde las 4 de la madrugada para conseguir un turno y a veces incluso no llegas a conseguir. Y suma que si tenés la suerte de conseguirlo, hay que esperar también para que te atiendan, entonces podes llegar a pasar más de medio día ahí.

En contraposición con el punto de vista del infectólogo, Daniel Menéndez, referente del movimiento político Barrios de Pie y ahora subsecretario de Promoción de la Economía Social y el Desarrollo Local, dice que es utópico pensar que en los barrios populares se pueda llevar a cabo un aislamiento. Y agrega que desde la subsecretaría creen que hay que fomentar el trabajo en el lugar, con pequeñas obras de infraestructura, y pensar el barrio como una unidad de aislamiento.

En esta misma línea, la Comisión de Derechos Humanos por la Inclusión pide al  poder ejecutivo Nacional, Provincial y Municipales a adoptar medidas específicas para villas y asentamientos, que puedan cumplir con las medidas preventivas sanitarias, estableciendo las condiciones de hábitat que son necesarias y brindando la prestación de los recursos materiales necesarios en salubridad, higiene, agua segura y alimentación a la población, en especial a los comedores comunitarios que no pueden dejar de brindar su asistencia a adultos y niños.

Debido a los fuertes reclamos de los habitantes de los barrios populares de la ciudad de Buenos Aires y también al grito de las organizaciones sociales, el presidente de la Nación Alberto Fernández puso en consideración la situación crítica de estos sectores. La parroquia Nuestra Señora de Luján del Barrio 31 ya está acondicionada para asistir a los adultos mayores, que se encuentran dentro del grupo de riesgo. Y a su vez, se está teniendo en cuenta la opción de tomar a estos asentamientos como cuerpos propios de aislamiento.

Además, el bloque de legisladores porteños del Frente de Todos presentó un documento que contiene propuestas específicas sanitarias para las más de 73 mil familias que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad, donde se incluye la creación de un Comité de Emergencia Sanitaria, Social y Económica para los barrios populares. “Es indispensable abordar las particularidades del aislamiento en estas zonas, a través de la búsqueda de soluciones concretas para los diferentes problemas que se presentan y adecuar las regulaciones generales a las particularidades de estas situaciones”, sostienen los legisladores en el documento.

Desde que comenzó el aislamiento obligatorio, el acompañamiento solidario de las diferentes organizaciones que ponen el cuerpo en cada una de las luchas, consume mucho tiempo y también financiamiento comunitario, que va desde las recaudaciones de cada barrio y cada cooperativa, hasta la última estrategia efectiva de autogestión, utilizando incluso la pequeña suma de reservas que las asambleas suelen guardar para que los más jóvenes pueden irse de vacaciones, contando también con las donaciones.


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