RADIO
MÚSICA ELECTRÓNICA Y PASTIS

Enzo Maqueira, autor de “Eléctrica”, visitó RadioETER.
Por Paula Llana
“Te encontraste con el examen de Rabec y sentiste las mariposas en la panza. Hacía una hora que estabas con la pila de parciales en la mesa de luz, esperando que Gonzalo se quedara dormido para empezar a corregir. Antes habían mirado el capítulo de Los Simpson de la Venus de jalea”. El comienzo de “Electrónica”, el nuevo y reconocido libro de Enzo Maqueira, impacta desde el principio. Su autor está en “El Sonido y la furia” de Radio Eter, leyéndolo en voz alta. Dentro de un rato dirá que no suele releer los libros que publica porque siempre quiere seguir corriegiéndolos –escribir “Electrónica” le llevó cinco años y doce reescrituras–.
Enzo tiene una campera de cuero y una pulsera de tachas. En medio del programa se saca selfies. Vive usando las redes sociales. No coincide del todo con los que dicen que “Electrónica” representa a una generación que no aparecía en la literatura –aquella, como la suya, que transcurrió su adolescencia en el menemismo- , pero sí que representa a “ese mambo”, el de los jóvenes que escuchaban música electrónica y consumían drogas.
Pero la cuestión no es a quién quiere representar, sino a quién interpela. El uso casi constante del “vos” en el libro genera una rápida identificación del lector con su protagonista, la profesora, que se encuentra perdida luego de enamorarse de un alumno y se replantea toda su vida: sus novios, las viejas noches de electrónica y drogas de la mano de su amigo gay, el ninja. A Maqueira –autor de relatos como “Historia de putas” de editorial Lea y “El Impostor”, de Milena Caserola- le resulta raro que los lectores se sientan señalados. “No fue algo buscado”, admite. Al principio “la había escrito en tercera persona. Después de leerla muchas veces, la misma novela me lo pidió”.
No es la primera vez que el joven autor sobrevuela los ambientes gay, de drogas y de sexo. En Anfibia escribió crónicas osadas como “Sufrir por amor”, donde relata cómo funciona el sadomasoquista en un bar gay de Buenos Aires y “Creamfields o la vieja felicidad del éxtasis” que narra una noche en la famosa fiesta de electrónica. Maqueira reconoce que “la obra de uno es siempre más o menos parecida, aunque a la larga seguramente haga algo que no tenga mucho que ver, sin drogas ni noche”.
“Electrónica” fue publicado hace casi un año y tiene cada vez más éxito. Pero su autor, Licenciado en Comunicación, afirma que para ser escritor no hay una escuela. Dice que viene del under; es difícil llegar al circuito comercial y también mantenerse. “Es como estar jugando en las inferiores y de pronto hacer un gol en primera”, sostiene.
En el libro, el juego no es solo narrativo: también de roles. La obra invita a ponerse en el lugar de la mujer, para evidenciar que hombres y mujeres actúan igual. Maqueira explica que “partí de la hipótesis de que no hay diferencias entre ambos sexos”. El escritor pertenece a una nueva generación que busca sacar estereotipos y clichés de la literatura –y de la sociedad, como dice en el artículo de Clarín “Pido perdón por ser parte del monstruo”-. Para él, el machismo es el responsable de hacernos creer en las diferencias de género. “Respondemos a condicionamientos culturales”, afirma.
El escritor se siente cómodo en el éter. Cuando comienza a hablar suena de fondo Bangers and Mash, de Radiohead . “Escuché la música de Radiohead y me emocioné. Hay mucha memoria emotiva”, dice y explica que, si bien no es música electrónica, atraviesa gran parte del libro. Y conoce las reglas de la radio cuando, para narrar el comienzo de “Electrónica”, pide que le cambien la música a “otra cosa, algo más…”. Gesticula. “Bueno, ‘Warm up’ se llama el primer capítulo”.
DEPORTES
CON SOJIT TUVIMOS ¡PERIODISMO A LA VISTA!

Luis Elías fue uno de los referentes del relato deportivo en el país. Su vida estuvo rodeada de información, automovilismo y convicciones políticas. Fue seguidor y gran amigo de Perón.
Por Cristian Morales Fernández, Belén Longueira, Lucas Pezzani y Nicolás Paura
Vuelta 24 de las 500 Millas de Indianápolis de 1940. Wilbur Shaw y Rex Mays pelean por la punta de la carrera más importante del mundo. El argentino Raúl Riganti choca contra el muro con los relatos del único equipo periodístico allá. No está en el circuito porque no le dieron la credencial. Relata desde un hotel, a 60 kilómetros de la ciudad, con un ventilador de fondo haciendo ruido de motor. Es Luis Elías Sojit, un hombre que tuvo que hacer de todo para poder contar por radio una carrera. Un profesional que relató un Gran Premio de la República desde Catamarca con $3,50 y que en 1943 se hizo amigo de la conductora del programa siguiente al suyo, una chica llamada Eva Duarte.
Tijos, como firmaba en el diario, nació el 7 de mayo de 1910. Fue actor, piloto de autos y uno de los pioneros en el periodismo deportivo. Era un especialista en las transmisiones radiales y su éxito llegó de la mano del Mundial de Fútbol de Italia 1934. Luego tuvo un paso por el boxeo, hasta que llegó a su gran amor: el automovilismo. Se destacó por ser el inventor de las transmisiones del TC y por seguir a Juan Manuel Fangio por toda Europa. Asimismo, trabajó en Radio Rivadavia, Radio El Mundo y Radio Mitre. Algunas de sus frases preferidas fueron: “¡Coche a la vista!”, “Perón cumple, Evita dignifica” y “Es un día peronista”. Él era un peronista nato. Tanto es así que durante el derrocamiento de Perón tuvo que exiliarse del país. A los años volvió, fue preso por su ideología y, una vez libre, volvió a la radio, por un tiempo bajo el seudónimo Torre Mágica. Falleció el 20 de julio de 1982.

“Tenía una personalidad muy especial, era muy capaz y con una gran memoria. Tuve la oportunidad de estar con él en Europa y siempre se ha portado muy bien conmigo. Cuando Perón vuelve a la Argentina, lo nombraron como director de las radios del Estado y cuando necesitábamos alguna ayuda nunca tuvo problema en darla, pese a que éramos competencia”. Así lo recordó Eduardo González Rouco, la voz del automovilismo. “Ha pasado muchas horas frente al micrófono en los grandes premios cuando no había muchos elementos para recibir información desde afuera. Supo hacer historia en la radiotelefonía argentina y, por otra parte, junto a su equipo logró que las radios, que eran del Estado, sean privatizadas”, agregó Cacho.

DEPORTES
OSVALDO CAFFARELLI Y SU VOZ DE LAS VELADAS SABATINAS

Fue un relator de boxeo que, desde el micrófono de Radio Rivadavia, marcó una época dorada del deporte contra las cuerdas entre 1960 y 1980.
Por Luz Maidana, Yeshica Zambrano, Clara Camarotta y Julián Suez
“Atención, Argentina. Atención, país. Uno, dos, tres, cuatro… ¡Monzón, campeón del Mundo!”.
Entre llanto y la pasión a flor de piel se escuchó el escalofriante grito y memorable conteo del eterno Osvaldo Caffarelli, la voz radial del boxeo. El relator erizó la piel de los argentinos, emocionó a toda una nación aquella noche del 7 de noviembre de 1970, con su transmisión por Radio Rivadavia. Su voz quedó inmortalizada en aquel round número 12, cuando anunció la consagración del título mundial de la mano de Carlos Monzón.
En 1954 comenzaba el camino para convertirse en una de las voces emblemáticas de este deporte. Aguantó al lado del ring por 30 años en Rivadavia. Aquellas memorables veladas del Luna Park son sinónimo de Caffarelli. Las peleas internacionales disputadas por los argentinos fueron su pasión y el deporte al que se dedicó con fervor tras una parada corta por el fútbol. Caffarelli junto a Ernesto Cherquis Bialo y, luego en dupla con Horacio García Blanco, con su particular tono, nos regaló decenas de alegrías en campeonatos. Uno de ellos fue la consagración de Monzón ante Benvenutti en Roma, como gran hito. En la mañana del 7 de enero de 2002, el hincha de Racing, estando en su casa en La Paternal, falleció luego de sufrir una hemiplejia, a causa de una enfermedad terminal. Entonces, tal como era su frase célebre de las transmisiones: “¡Cayeron los cortinados!”. Sin embargo, seguirá resonando en los cuadriláteros sin importar su ausencia.
Walter Nelson, yerno de Caffarelli, llenó de elogios al relator de boxeo y comentó que él fue quien lo involucró en los medios de comunicación.
DEPORTES
¡ATENTO, FIORAVANTI!

Amante del domingo y artista con su voz, grave y única. Con anteojos negros y redondos, para que el sol no arruinase su función, hablaba un idioma único. Su relato no solo fue la construcción de los actos de jugadores como Pontoni, el “Chueco” García y Genaro Cantelli, sino también obrero de sueños de niños que pateaban la pulpo.
Por Alejandro Olaechea, Mariano Fontanella, Matías Trabichett y Miguel Álvarez
Nacido en Uruguay, pero santafesino de corazón, Joaquín Carballo Serantes, fue el primero en narrar desde lo alto de los estadios y establecer conexiones con otras canchas. Un revolucionario total, diferenciado al contar acontecimientos por su modo de hacerlo. Está en el podio de los mejores relatores deportivos de la historia argentina. Adoptó para la radio el pseudónimo de Fioravanti por el personaje que compuso siendo adolescente, cuando estudiaba teatro.
Inició su actividad en el diario La Provincia de Santa Fe a los 17 años. Luego, en El Orden fue Jefe de Deportes, y en Buenos Aires escribió en Noticias Gráficas y en La Razón, como redactor de la columna de contratapa (1939-58). Su primer trabajo en radio fue de lector de noticias en Radio Prieto. Comenzó relatando en la emisora La Voz del Aire. Su primer partido fue Peñarol-River.
El domingo 13 de abril de 1941 debutó en su nueva etapa con un Newell’s 3 Boca 2, al que recordaba como “el primer partido que narré”, no por falta de memoria, pero sí por considerar que su etapa anterior era un período de transición.
Fioravanti trabajó en las tres emisoras más importantes de una época considerada de oro del fútbol argentino: Splendid, Mitre y El Mundo. “Tuve el honor de relatar dos veces el clásico santafesino, ambos en Unión, con empate y triunfo de Colón; uno de mis sueños se concretó en la década del ‘60 con los ascensos de ambos a primera división”, declaró una vez el narrador.
Desde 1924, con la primera transmisión realizada por Horacio Martínez Seeber, hubo muchísimos grandes íconos de la transmisión deportiva. Sin embargo, los especialistas consideran que a la par de José María Muñoz y Victor Hugo Morales, siempre estará Fioravanti, el hombre que cambió el formato del relato en toda Sudamérica.
Uno de sus últimos relatos, fue el memorable zurdazo del Chango Cárdenas, ante el Celtic de Glasgow, en la final de la Copa Mundial de Interclubes que Racing ganó en el 67. Para él, consideró ese relato como su broche final.
“Amables oyentes, espero que el programa haya sido del agrado de todos ustedes. Si fuera así, esto nos llenaría de una íntima y gran satisfacción”. Así se despedía de cada transmisión. Hasta que en 1972 tomó la decisión de retirarse. Aunque su garganta volvería a activar en 1978. Formó dupla con Carlos Parnisari en Radio Splendid durante el Mundial que se realizó en Argentina. Fue más que un relator. Fue un minucioso en la escuela periodística del relato. Despojado de cualquier tecnología, supo dejar con su voz, inteligencia y profesionalismo un legado certificado, del narrador claro y conciso.
Víctor Hugo Morales lo ubica a Fioravanti en un lugar de privilegio. “Antes los relatores nos salteábamos jugadas; la aparición de la ‘Spika’ con la que los hinchas iban a la cancha ejerció como un control a las cosas que decíamos”, describió, a la vez que reconoció como principales referentes de la narración radial a sus compatriotas Carlos “Solé, Eduardo ‘Lalo’ Pelliciari o Fioravanti”, aparte del argentino José María Muñoz. – Víctor Hugo Morales.
Por su parte, Raúl Fernández, hoy “estudios centrales” en las transmisiones de Radio La Red, quien trabajó con Fioravanti, expresó justamente en AM 910: “Fue una excelente persona. Un señor, con gran apego a utilizar bien las palabras del castellano. Daba buenos consejos. Fioravanti se apoyaba mucho en la ‘L’ del golll. Los goles en aquella época se gritaban menos que ahora. Hoy se alargan más. Cuando yo era chico y vivía en Versailles me encerraba en la cocinita de casa a escuchar la radio, el partido que fuese. Una vez le dije a mi madre que iba a trabajar con ese hombre. Y se dio. En los últimos días de su vida lo atendió un médico que es otro gran periodista deportivo como Nelson Castro”.

Fioravanti falleció el 30 de noviembre de 1989. Para los mayores, no hubo ni habrá nadie como él. Joaquín Carballo Serantes fue el creador de la transmisión bastante parecida a las actuales, el autor de una impronta que quedó marcado hasta el día de hoy. Relató desde una cabina ubicada en lo más alto del estadio y no desde el borde del campo o en la platea, para evitar que se colaran los insultos de los hinchas. Creó las conexiones para tener al instante todo lo que sucedía en las otras canchas. Durante años contó con un auspiciante único (cigarrillos Caravana, Bodegas y Viñedos Giol) para que las largas tandas y las voces de sus locutores comerciales no consumieran los mejores momentos de los partidos. Cuando terminaba sus relatos resumía la jornada con una síntesis que acababa con la repetición del relato de los goles.
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