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OBRIGADO TITE, BRASIL A CUARTOS DE FINAL


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“Somos un equipo fuerte, competitivo, con una idea de juego, con calidad técnica colectiva e individual y un aspirante a ganar el mundial”. Con esas palabras definió Adenor Leonardo Bacchi a la selección de Brasil, a su selección, equipo que es uno de los posibles candidatos a ganar el mundial.

Por Ignacio Hernández y Uriel Liberotti Dominguez

Adenor nació en Caxias do Sul, al sur de Brasil en 1961. De pequeño su familia decidió mudarse a España por cuestiones económicas. Una vez viviendo en la provincia de Granada, la familia Bacchi tomó el apodo de “titis”. A su corta edad, Adenor mostró interés por el fútbol y empezó a practicarlo. Ya de grande, volvió a Brasil, económicamente estable, y, dado el apodo de su familia en España, empezaron a llamarlo Tite, mote que perdura hasta la actualidad.

Ya en su ciudad natal, Tite comenzó a jugar en el club local en 1978, donde duró 6 años. También tuvo un paso fugaz por Clube Esportivo de Bento Gonçalves y Associação Portuguesa de Desportos, donde jugó un año en cada club. Su carrera como jugador finalizó en 1989 en Guaraní, donde estuvo tres años. Tite no pudo obtener ningún campeonato con los botines puestos, pero lo mejor lo esperaba en el banco de suplentes.

Su carrera como entrenador comenzó en Grêmio Atlético Guaraní, club ya desafiliado de la Confederación Brasileña de Fútbol, donde duró un año sin éxito. Su primer título fue al mando del Veranópolis de la Segunda Divisão en 1993. Luego ganó otros seis campeonatos regionales dirigiendo a Caxias, Grêmio, Internacional y Corinthians.

En 2001 llegaría su primer título nacional, esta vez en el banco de Grêmio. Entre 86 equipos, el de Tite fue el mejor de la Copa do Brasil. En 2011 y 2015 ganó el mismo torneo pero dirigiendo al Corinthians.

Sin embargo, su primer gran logro se iba a dar recién en 2008, donde, al mando del Internacional, ganó la Copa Sudamericana al derrotar a Estudiantes de La Plata. Al año siguiente ganó la Suruga Bank y se despidió del Internacional para tomar rumbo hacia Corinthians. En el club de São Paulo se consagró campeón de la Copa Libertadores de América en 2012, mismo año en el que obtuvo el Mundial de Clubes en una final soñada contra el Chelsea por la mínima (1-0). Al año siguiente ganó la Recopa Sudamericana y se despidió del fútbol local para tomar un puesto, por ese entonces, muy caliente: la selección brasileña que venía de malos pasos con Dunga.

Durante el partido por octavos de final del mundial con México, Tite se mostró muy tranquilo a comparación del técnico mexicano Juan Carlos Osorio, a quien saludó con un caluroso abrazo antes del partido. Con el resultado favorable y ante los ataques de los aztecas, Tite pidió tranquilidad y organización defensiva, sin dejar de mostrarse, fiel a su estilo, manso y sereno. El trabajo hecho por Tite al frente de la verdeamarela clasificó a Brasil con varias fechas de anticipación en la eliminatorias sudamericanas. Un dato: desde que dirige a su selección perdió una vez en 25 partidos: 1-0 ante Argentina en el debut de Jorge Sampaoli en Australia. La serenidad y la templanza del entrenador, por caso, no chocan con sus primeras palabras al momento de asumir: “Estoy aquí porque no se han dado los resultados y entiendo que la mejor manera de contribuir es aplicando aquellas palabras que han guiado mi vida y mi carrera: transparencia, democratización, excelencia y modernidad”. Por ahora, sobre todo para los resultadistas, viene cumpliendo con creces su rol. Todo dependerá de cómo termina su equipo en el Mundial de Rusia. Tal vez Brasil no haga gala excesiva del jogo bonito, pero ser efectivo y contundente en el fútbol actual lo arrima al objetivo mundialista.


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