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OPERACIÓN RETORNO


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La historia de dos argentinos que viven con sus familias en Siria, un país devastado por una guerra civil que ya lleva dos años. Ambos comparten un objetivo: conseguir los documentos para regresar al país y escapar del horror.

Por: Andrea Blumtritt, Paula Amatista (@PaulaAmatista), Úrsula Asta (@ursuasta), Sandra Acosta (@sandraleda) y Erika Silva ( @7Erika)

 

“Nunca me imaginé que iba a intentar por todos los medios volver a Buenos Aires. Cada vez que hablaba con mi hermana o mi mamá, les repetía que estábamos muy bien acá, incluso después de que enviudé. Pero ya no podemos seguir así. Casi no dormimos. No tenemos casa y vamos de un hotel a otro, rogando que no vuelen en pedazos con el próximo coche bomba”. Alejandro H. es argentino. Nació en Capital Federal en 1964 y hace 25 años decidió visitar el país de sus progenitores, Siria. Allí conoció a Eljassa, con quien se casó y tuvo dos hijos: Mahmoud y Mahamed, quienes hoy tienen 22 y 18 años respectivamente. Alejandro, que apenas llegó a Siria consiguió un trabajo como cadete y así fue asentándose en ese país, nunca pensó en volver a Argentina, solo para alguna que otra visita ocasional. Pero desde hace un mes es lo único que quiere.

Nadie decide o elige su lugar de nacimiento. La mayoría de las veces esta potestad la tienen los padres y casi siempre esto sucede en el país donde ellos viven. Así se obtiene la nacionalidad y, con ella, todos los derechos y deberes que conlleva ser ciudadano de un Estado. Pero muchas veces la vida tiene caminos diferentes y entonces cualquier persona puede terminar viviendo en otro país, enfrentándose a todos las complicaciones que eso significa. Hoy, para muchos argentinos, sin importar el motivo original que hubieran tenido al momento de migrar a Siria, significa vivir bajo fuego, vivir en peligro constante, vivir una guerra civil que ya dejó más de 100 mil muertos (ver Un conflicto…).

Ese es el caso de este argentino, de Alejandro, quien además asegura que el problema es que sus hijos nunca tuvieron documentos argentinos. Y ahora tampoco tienen los sirios. “En el consulado argentino en Líbano están haciendo todo lo posible por conseguirles documentos de emergencia a los chicos, pero al no tener ningún papel de ellos se hace más complicado todavía”, expresa preocupado. Su posición es difícil. Él puede salir del país casi sin inconvenientes, pero sus hijos no pueden moverse. Y el ser mayores de edad también dificulta que se los traslade bajo un mandato de “patria potestad”. Desde Buenos Aires, Amalia y María Delia, hermana y madre de Alejandro, están también desesperadas por la situación. Amalia, con una voz acongojada, relata: “La última vez que hablé con Ale no sabían dónde iban a parar. No tiene casa y cada vez que cruza al Líbano tiene que dejar a los chicos. Y tiene miedo de no volverlos a ver”, y sigue: “Mi mamá no para de llorar y yo no quiero contarle todo. Sin embargo en el consulado son bastante confiados y piensan que todo se puede resolver vía el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) o Naciones Unidas. Yo no lo sé. No entiendo nada y tengo miedo”.

 

Foto: AFP

Desde el inicio de la actual crisis en Siria, la Cancillería argentina ha prestado toda la asistencia necesaria a los compatriotas que residen en ese país, tanto en la evacuación para los que así lo desearon, como a los que decidieron permanecer en ese país. Esa es la situación de la señora Palmira B, que no fue la excepción. Jubilada y residente en Siria, tiene cuatro hijos adultos de nacionalidad siria, argentinos por opción, y ocho nietos sirios.

La familia B posee pasaportes sirios pero, dadas las actuales circunstancias, la tenencia de los documentos argentinos les facilitaría sus desplazamientos a países occidentales. Es por ello que Palmira se puso en contacto con las autoridades consulares. Su idea es salir de Siria, junto a sus nietos residentes en Damasco (son tres) y las nueras de dos de sus hijos: del que recientemente se traslado a Egipto y del que vive en Damasco, capital de Siria. “Yo le expliqué a la señora cónsul que una vez que termine con mis trámites personales, materiales y familiares concurriré, con mis nueras y nietos a la Embajada argentina en Beirut, capital de Líbano, a fin de que me entreguen los pasaportes correspondientes”, relata tranquila Palmira. Sin embargo, según indicaron sus nueras, ellas no quieren viajar a Argentina, sino que desean irse a Egipto. “Está claro que no entienden que Egipto es lo mismo, que no podemos quedarnos acá. Por eso yo le dije a la señora Cónsul que le estoy sumamente agradecida por las gestiones”, plantea Palmira y continúa: ”Estoy tomando todos los recaudos para salir de Siria e intentar convencer a todos mis hijos y nueras de trasladarse a la Argentina o permitir que los nietos que se encuentran en Damasco (tres de los ocho) viajen conmigo”.

 

Un conflicto que comenzó en 2011

La “Primavera Árabe” tuvo su primer estallido mediáticamente conocido en Túnez en 2009 y desde allí fue extendiéndose a otros países como un reguero de pólvora. En 2011 la guerra civil se desató en Siria y en lugar de menguar ha recrudecido cada vez más.

En el marco del debate internacional sobre la situación en Siria y los últimos enfrentamientos, el presidente norteamericano Barak Obama sostuvo que “nadie pone en duda que se usaron armas químicas” y agregó que “si Estados Unidos no actúa, el régimen de Al Assad no verá razón para dejar de utilizar armas químicas”. El gobernante sirio Bashar Al Assad niega haberlas utilizado y acusa de su uso a la insurgencia, relacionada con distintos grupos políticos y religiosos, que desde hace más de dos años lucha por derrocarlo, en un sangriento conflicto armado que ya dejó más de 100.000 muertos, según la Organización de Naciones Unidas.

A su vez, el presidente ruso, Vladimir Putin, declaró que la iniciativa ofrecida al país árabe para que ponga su arsenal químico bajo control internacional tendrá éxito sólo si Estados Unidos y sus aliados renuncian a atacar Siria.

Política internacional aparte, Siria hoy es un país devastado. Allí, en medio de una calle donde días, semanas, meses antes los niños jugaban para después entrar a sus hogares, hoy sólo se ven las ruinas de las casas que albergaban a estas familias. Son pocos los que aún las habitan. La mayoría de la población civil de Siria abandonó sus hogares y está migrando. Más de 1.500.000 ciudadanos han llegado al Líbano como refugiados y se estima que otros tantos lo han hecho a Egipto y Arabia Saudita. De todas formas, millares de sirios todavía se encuentran dentro de las fronteras del país, sólo trasladándose internamente, huyendo de los bombardeos y disparos, esperando poder volver a lo que un día fue su hogar, o a lo que quede de él.


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