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Pedro Saborido: “Lo factible también tiene belleza”


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De la radio a sus guiones para Tato Bores. De Peter Capusotto y sus videos a sus libros sobre el peronismo y el conurbano. Hipótesis sobre el proceso creativo y las exigencias artísticas, según una mente maestra de esta época.


Empezó a volcar su humor en guiones junto a Omar Quiroga, que luego en la década de los 80s lo llevaron a Radio Mitre y FM 100. Años más tarde ambos trasladaron este humor a guiones televisivos para Tato Bores. También participó en Magazine For Fai, Delikatessen y Todo x 2 pesos. En la actualidad es popularmente conocido por su humor en Peter Capusotto y sus videos. Pedro Saborido, guionista y humorista, habló con ÉTER digital sobre la disciplina para hacer lo que uno quiere y le gusta “en el margen de lo posible”, y no deja dudas al respecto: “Yo hago lo quiero, en una medida que funciona, entonces me adapto un poco, pero hago esto, no sé hacer otras cosas, no me sale, entonces cuando me preguntan por qué no hago un programa de entretenimiento con muchos puntos de rating, yo respondo: ‘Porque hay que saber hacerlo, no es que uno hace lo que se le cante el orto’”.

En las profesiones que implican producción artística, puesta en escena de imaginación y atributos de la propia personalidad, se encuentran ciertas disyuntivas entre: satisfacción, conformidad y limitaciones que difieren en comparación a trabajos más prácticos que se basan en ecuaciones redondas y resolubles. “La gente se desdobla cuando se propone algo, porque se pone en juego lo que uno quiere, más lo que uno puede, lo que efectivamente termina aceptando y lo que se exige así mismo: esta última es una exigencia en la que vos mismo sos el que te exige y el exigido”, señala.

En los momentos que encaró un proyecto o una idea para hacerla tangible, el guionista comenta que encontró, al finalizar el proceso, que el resultado no era idéntico a la expectativa de la imagen que había en un principio. “Trato de acercarme a una idea. Obviamente todo lo que hago tiene una carga de frustración, pero de una frustración que tolero y con la que convivo, porque, si no, no puedo hacer nada”.

-¿Siempre te enfocas en cumplir con tus expectativas a la hora de encarar un proyecto?

-La verdad es que estamos en el capitalismo, y tengo que ver que el proyecto se pueda sustentar, se pueda llevar a cabo, y si implica más gente, que les pueda pagar. Salvo que sea algo fuera del espíritu de un trabajo y lo puedo hacer también, que lo hago incluso: hago cosas que no cobro. Pero tiene también distintas energías, y esas energías pueden depender de cómo estás vos, en qué estabas de tu vida, o con qué ganas o cómo te funciona, y a veces hay algo ahí que va entre el deseo y la aptitud, o sea: la oportunidad. Es como si te dijera: bueno, vos deseabas hacer todo este millón de cosas a la vez, pero no llegás con los tiempos, entonces empezaste por a, después por b, después por c, entonces hay una factibilidad y lo factible también tiene belleza, porque se hace. Entonces no es que  soy posibilista, trabajo también con las posibilidades, y digo: puedo encarar algo que sea un quilombo hacerlo, y sé que lo va a ser. También me gusta encarar cosas que sé que las puedo hacer y que no voy a tardar 6 años, son escenarios diferentes. Y podría haber una pretensión, de mi parte, de hacer algo más, pero no sé si me lo creería. Y está bien: eso es exigencia. Me refiero a un tipo artísticamente más exigente que yo, más como un -John- Lennon, que arriesga más, y yo no sé si tengo eso. Cuando me dicen “escritor” me imagino un tipo que lee mucho, y yo no sé si lo tengo.

-¿La frustración es algo que se debe evitar o hay que aprender a llevarla para poder seguir trabajando en lo que a uno le gusta?

-Hay dos tipos de obsesivos: el adaptativo y el no adaptativo. El primero es una persona que, a pesar de que es perfeccionista, en un determinado momento llega a conformarse con el logro conseguido y no pierde la noción de que quizá, en la próxima, pueda lograr algo más cercano a lo que quiere, acepta los pasos, se va perfeccionando. El no adaptativo, se frustra, porque es tanto lo que pretende que no lo puede hacer.

-¿Cómo te definirías vos en lo personal y en lo profesional?

-Bueno, soy peronista, soy comunista y soy hippie. Eso se fue dando también por un contexto, soy más hippie que otra cosa. No me crié en un ambiente hippie, pero sí en una época donde estaban Los Beatles. Después me junté con rockeros del sur, y eso me dio un lugar; entonces yo creo que, también, termino hablando de esas cosas que me dan un lugar. Yo termino hablando de lo que veo, dirigido a la gente que me da un lugar para estar. Lo mismo que hacía de chico lo hago ahora pero para más gente, porque en el fondo lo que vos vayas a hacer o lo que yo haga, artísticamente, comunicacionalmente o periodísticamente, puede tener distintos tipos de pretensión en cuanto a responder a tu deseo.

-¿Por ejemplo?

-A mi siempre me gusta explicarlo con el ejemplo de una feria de artesanías: en una feria de artesanías una persona hace su artesanía, no sabemos si es la que quiere hacer, por ahí es la que mejor sale o la que mejor se vende, pero no todo el mundo pasa y compra porta-sahumerios. Y en ese mundo estamos, en cuánto hacemos para los demás y cuánto hacemos para uno, y cuánto la negociación entre lo que hacemos para nosotros y para los demás aparece precisamente equilibrándose.


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