Ariel es chaqueño, tiene 26 años y hace dos se mudó a Ámsterdam. Mientras que su vida sexual en Buenos Aires explotaba en Holanda los usos y costumbres lo pusieron en alerta: “te preguntan si jugas safe, si usas preservativo te dejan de hablar. Acá todos están en PREp”.
Por Bernabé Fernández Moyano
Pensada como una medicación para reducir los riesgos de infección a parejas de portadores de VIH el PREp – profilaxis pre exposición – pasó de ser una excepción a convertirse en la pastilla anticonceptiva del colectivo gay en el primer mundo.
La pastilla, que se vende bajo el nombre comercial de Truvada y que desde 2004 circula por Estados Unidos parece casi milagrosa: si se toma religiosamente todos los días puede reducir el riesgo de infección en más del 90 % y 70% si la persona es usuaria de drogas inyectables, todo sin preservativo.
Es tal el avance del PREp que Grindr, la aplicación de citas gay más popular en el mundo, habilitó en 2016 la opción “En PREp” en el filtro de estatus de VIH; Scruff y Growlr – las otras apps más usadas en Argentina – la incluyeron poco después.
Para Ariel, que vio cómo varios amigos argentinos que participan regularmente en fiestas sexuales con drogas se contagiaron VIH la situación le parece, por lo menos bizarra: “no soy ningún santo… ¿Pero qué garantías hay de que la persona que dice estar medicada, y que se inyecta meth (la droga que producía Walter White en Breaking Bad) va a seguir un tratamiento diario? yo no me arriesgo”.
Mientras que la medicación se consume como caramelos en Estados Unidos donde diversos planes privados de salud ya integran la pastilla en sus prestaciones (había en 2016 136 mil usuarios registrados en el país del norte, un aumento del 880% desde 2012) en Europa la situación varía: mientras que en Holanda la medicación no es gratuita pero se puede comprar en farmacias con una receta médica (desembolsando 54 euros por mes) en Inglaterra sus usuarios la compran online a proveedores de pastillas en China y el sudeste asiático.
Parecería que la expansión del PREp es imparable pero también trae riesgos: un estudio publicado recientemente por la prestigiosa revista The Lancet HIV afirma que en Australia mientras avanza el uso de la medicación entre los varones gay también se reduce el uso del preservativo; En países menos desarrollados como Argentina, con poca información en cuanto a métodos alternativos de protección, la ecuación no podría terminar bien.
El caso Criollo.
Mientras que en Brasil desde diciembre del año pasado se inició un plan piloto de distribución de pastillas a 9000 personas con alta exposición al virus del SIDA (prostitutas, transexuales, personas que usan drogas inyectables) En off desde la Secretaría VIH del Ministerio de Salud dicen que la llegada del PREp es “inevitable” pero que hasta ahora no hay fecha ni planes para incluir la medicación el plan nacional de SIDA.
Es que para suerte de los argentinos – gracias a la ley nacional de SIDA aprobada en los 90’ – el estado, las obras sociales y las prepagas debe garantizar gratuitamente los medicamentos para tratar el virus, pero también en off, los voceros del Ministerio se preguntan si finalmente se debe garantizar con dinero público una medicación amplia preventiva cuando hay otros métodos anticonceptivos más económicos y seguros que la PREp.
Matías Muñoz vocero de la Red Argentina de jóvenes y adolescentes positivos en diálogo con Revista Watt afirma que lo que hay que defender es la estrategia de prevención combinada y afirma que el gran problema en Argentina es el acceso al diagnóstico: “por la discriminación las personas no se realizan el test, ya está comprobado que una persona medicada y negativizada, no contagia el virus, primero deberíamos ir por eso”.
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