La artista Violeta Capasso cuenta cómo es la fotografía analógica en tiempos digitales y que se empoderó para hacer de su pasión un trabajo.
Por Paula Manso
Violeta Capasso tiene 25 años y crea imágenes cargadas de intimidad, sensaciones y amistad. El empoderamiento de las mujeres la incentivó a valorar su propia mirada. Dicta talleres en Suki, su propio espacio y es representada por una agencia de artistas estadounidense.
—¿Cómo conectaste con la fotografía?
Conecté con la foto por lo familiar, por los álbumes y porque en mi casa se sacaban fotos con cámara Reflex. En esa cosa de ver a mis padres eligiendo momentos para retratar, algo me quedó incrustado en la memoria de que yo también podía hacer eso, fotografiar, buscar mis momentos y mis lugares. A los ocho años me regalaron una camarita digital muy chiquita que tenía pila y duraba media hora, con ésa empecé a sacar mis primera fotos.
—¿Conservas tus primeras fotos?
Las de la camarita digital se perdieron en un CPU viejo pero tengo mis fotos de rollo desde el 2009 en adelante.
—¿Hay contraste entre lo que fotografiabas en el 2009 y lo actual?
Un montón. Hay mucha diferencia porque sacaba como un adolescente, tenía quince años. Era una cosa de querer mostrar que estamos en un recital, en un lugar. Era más bien un registro necesario para decir que eso sucedió.
—Es como ahora con las redes sociales que se sube una foto para mostrar que estás ahí.
—Sí, es lo mismo. Porque cuando yo empecé a sacar fotos arrancaban las redes sociales como fotolog. Entonces si no había foto era que no había pasado. Eso tuvo que ver bastante en cómo se desarrolló mi instinto fotográfico que no es tanto de buscar un mensaje sino de un registro continuo.
—¿El contexto político afecta a tu obra?
Sí, definitivamente. Sin el feminismo no podría haber hecho nada. Principalmente porque no me habría animado a mostrar nada, no hubiese creído que mi voz tenía importancia.
—¿Cuándo te autopercibiste como artista?
Hace tres o cuatro años dije: “Bueno, soy fotógrafa”. Antes sacaba fotos y no lo tomaba como algo que fuese a ser importante para mí o mi carrera, estaba a un costado por motivos personales como no tener tanta autoestima para trabajar conmigo misma. Cuando logré vencer esa barrera y decidí dedicarme completamente a esto, cambió todo. Cuando salís del closet del arte, que es un trabajo muy interno, vienen otras oportunidades.
—¿Cuál fue tu momento preferido para retratar?
No hay un momento sólo sino varias etapas en las que me reconozco en un espacio. Eso es algo que quiero que esté en mis fotos. Quiero acordarme cómo era yo habitando ese espacio, puede ser una casa, un cuarto de hotel, un lugar donde esté de vacaciones, una persona. Cuando hago fotos que no contienen eso me aburro y no las disfruto.
—¿Qué fue lo peor que te dijeron de una foto?
Me dijeron que era aburrido y cliché. Igual, está bien. A mí a veces me pasa que miro fotos de otras personas con mi estilo y me aburro. Creo también que hay una diferencia entre sacar una foto de un objeto y fotografiar una situación en la que esté el paso de alguien. Lo que más me interesa de una imagen sin una acción es que haya rastro de una persona, de lo humano.
—¿Esas críticas te afectan para seguir creando?
No me afecta cuando produzco pero sí cuando estoy curando mi propia obra. Me esfuerzo y me traumo un poco porque intento cambiar la mirada pero termino haciendo lo que quiero. Acepto las críticas y las tengo presentes pero trato de que no sean lo que me marque el camino a seguir porque aparte de eso tengo una respuesta bastante favorable.
—¿Qué diferencia encontrás entre exponer tus fotos en redes sociales a exhibirlas en una muestra?
Es duro. El momento en que veo mis fotos colgadas me pasan un montón de cosas y también con los que las ven. Se juega salir al plano real, eso contiene un montón de factores como que la gente no vaya a la muestra porque llueve o queda lejos. Todo lo que se ve masificado en internet con miles de likes en persona no es tan así. Necesito salir de internet para saber cómo me está yendo.
—¿Qué pasaría si por alguna razón extraordinaria no pudieras sacar fotos?
Probablemente tendría bastantes problemas. De todos modos me llena mucho dar talleres, no por la técnica sino por acompañar a otros fotógrafos en su proceso. Esa tarea requiere mucha energía, empatía y fuerza. A veces me gusta más que producir mis fotografías porque puedo poner todas mis herramientas para alguien Y me resulta un lugar más cómodo que enfrentarme a mis propias imágenes.
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