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SUBIDO AL CABALLO


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Los caballos son su pasión, desde chiquito convive con ellos. Luego de subirse al podio en el Jumping Challenge 2018, el jinete argentino buscará otra medalla y hacer historia en los Juegos Olímpicos de la Juventud. Una joven promesa de la cual se espera mucho para Tokyo 2020.

Por Osvaldo Sotomayor

La equitación es considerada un deporte elitista. Si bien, en algunos casos, no hace falta tener un caballo propio para la práctica, para disputar una competencia olímpica es útil tenerlo. Richard Kierkegaard es el jinete que representará al país en los próximos Juegos Olímpicos de la Juventud, que se disputarán del 6 al 18 de octubre. Con apenas 16 años, explica: “La conexión que se tiene con el caballo es muy importante, tenés que dominar un animal de 500 kilos”. Kierkegaard se entrena con sus siete caballos diferentes y todos tienen características distintas. Es un plus con que el joven cuenta para el momento de la competencia. Los atletas de cada país no podrán llevar sus caballos, porque serán demasiados. Con lo cual disputarán el certamen con un animal, seleccionado por sorteo. Un animal que no conocen. “Todos los días entreno con uno diferente y un poco me beneficia, porque aprendés a controlar distintos caballos, eso es lo que realmente me hace un jinete”, dice Kierkegaard, quien trabaja alrededor de una hora con cada caballo. Solo en los Juegos Olímpicos de la juventud los caballos son prestados. El comité organizador será quien presente una serie de caballos.

El deporte ecuestre data sus primeras apariciones en Juegos Olímpicos a partir de Suecia 1912, solo para hombres. Varios años más tarde, en Estocolmo 1956, subsede de Melbourne, la mujer obtuvo su espacio en el deporte por primera vez. En la clasificación para los actuales Juegos de la Juventud tuvieron posibilidades dos chicas argentinas, Avril Rosso y Victoria Santacroce, quienes finalmente acabaron sin tener el único lugar para octubre.

La equitación consiste en que el jinete logre el mayor control de su caballo y de sí mismo. Existen tres tipos de pruebas: la doma clásica, concurso completo y salto. Este último estilo es el que desarrollará el Kierkegaard, quien contó cómo se prepara: “Lo primero que se trabaja es relajar al caballo, porque a veces pueden estar nervioso y no rinde. Después entreno sobre las imperfecciones para achicar el margen de error y salto una vez a la semana”. Los saltos se dividen en dos. En los saltos individuales, cada deportista deberá superar una serie de obstáculos, para ver la habilidad y la rapidez con la que el jinete logrará dominar un caballo desconocido y competir de manera exitosa. En salto por equipo, en el que compiten seis equipos (uno por cada continente, con un máximo de cinco y un mínimo de tres combinaciones de atleta y caballo) deberán superar un recorrido en el que habrá entre 10 a 13 obstáculos. En caso de empate por medallas en los diferentes estilos, se resolverán con un desempate.

La doma clásica es una disciplina en la que el caballo tiene que hacer todo lo que su jinete le indique con armonía y equilibrio. Y la que resta, la prueba de concurso completo, que se divide en tres partes. En el primer día es el adiestramiento del caballo, en el que deben cumplir una serie de ejercicios determinados. El segundo día se desarrolla la prueba de fondo, en la que se mide la velocidad y resistencia del animal. Finalmente se practican saltos, algo similar a la competencia anteriormente mencionada, pero con otra finalidad: precisión del salto y la velocidad de ejecución son algunos de los dominios del jinete que tendrá en esta prueba.

Richard Kierkegaard aprovechará estos juegos y demostrará su potencial que ya le dio resultados muy positivos, como la medalla de plata en el Jumping Challenge 2018 que se disputó en Uzbekistán a comienzo del mes de septiembre. Su meta es conseguir un lugar en los juegos olímpicos de Tokyo 2020 y subirse al podio en estos juegos. El jinete argentino buscará brillar y hacer historia para el deporte ecuestre con una medalla en su propio país.


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