“No pido piedad: solo aspiro a que haya gente que crea en esto”, dijo Óscar Washington Tabárez el 8 de marzo de 2006 cuando fue presentado como técnico de la selección uruguaya. Así daba inicio a su segundo ciclo como DT. Con esa frase comenzó su nuevo mandato frente al conjunto celeste. La confianza, el apoyo y la credibilidad de los directivos, de la hinchada y, en especial, de los jugadores daban crédito al muy buen trabajo de Tabárez, que hasta nuestros días continúa en su cargo.
Por Leandro Guerra
El actual DT de Uruguay nació el 3 de marzo de 1947 en Montevideo bajo el seno de una familia humilde. Apasionado por el fútbol y con un enorme amor propio por el aprendizaje, voraz, se recibió de maestro. Su vocación para enseñar vestido de guardapolvo y tiza, le dio su primer trabajo en Peñarol, donde años después (en 1987) sería campeón de la Copa Libertadores.
Ese viaje había comenzado en la década de 1980. Logró el primer puesto en los Juegos Panamericanos de 1983 con la “Garra Charrúa”, obteniendo su primer gran victoria. Luego recaló en las divisiones inferiores de la mayor, hasta que en 1988 se hizo cargo de Uruguay y lo llevó a la Copa del Mundo Italia 1990. Esa experiencia duró poco, cayó eliminado en octavos contra el país anfitrión y, después, fue despojado de su cargo. Tras aquella experiencia pasó por Deportivo Cali. Llegó a Boca, Diego Armando Maradona lo definió como “un bife de chorizo, no te hace ni bien ni mal” y ese año fue campeón de la Argentina. Luego entrenó al Milan y también estuvo en España.
En un marco nada favorable para el técnico, con problemas en la Federación uruguaya, el ataque de los medios por la ausencia en Alemania 2006 y una hinchada fervorosa y caliente como la uruguaya, asumía Tabárez como técnico. Pero su vocación por enseñar no la había perdido y consiguió clasificar a Sudáfrica 2010 con una camada de excelentes jugadores acompañados de hombres con experiencia, casos como el de Sebastián Abreu, Diego Pérez o Diego Forlán, quien fue el goleador del torneo con 5 goles. Juno con aquel plantel se adjudicó el cuarto puesto en el Mundial. Al año, siguiente, el “Maestro” guió a la Selección uruguaya a ganar la Copa América 2011 realizada en la Argentina. Esa Copa ayudó a la formación de jugadores en las inferiores y consagró a Luis Suárez, Fernando Muslera y Edinson Cavani como ídolos nacionales. Como contracara, se le diagnosticó una extraña enfermedad: el síndrome de Guillain – Barré, que afecta al sistema nervioso.
Tabárez logró el pasaporte para Brasil 2014 y tuvo dos buenas actuaciones en la Copas América. El año pasado, con la enfermedad avanzada, consiguió el boleto para el Mundial en Rusia, con un meritorio segundo puesto detrás de Brasil. La enseñanza nunca acaba para el “Maestro” y, a pesar de no tener una buena movilidad sigue enseñando a los nuevos proyectos para el futuro uruguayo. Tabárez logró, con disciplina, rigor y mucho conocimiento, que Uruguay diera un paso adelante. Un paso adelante en pos del fútbol rioplatense.
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