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UN PEDACITO DE CIELO OCULTO


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La historia de un barrio que refleja la realidad del 40 por ciento de pobreza. Cómo se vive en Ciudad Oculta, una de las villas más pobres de la ciudad más rica del país.

Por Belén Lorente

235 metros son los que separan el portón de rejas verdes con Avenida Eva Perón al 6600. Esa puerta alta oxidada marca el límite, así como separaran el cielo y la tierra los 18 números de la rayuela descolorida dibujada en el piso de cemento de adentro. Una pared alta, a la que ya no se le distingue el color original por sus letras grandes de colores que señalan JUEGO le da la bienvenida todos los días a los 570 chicos que asisten a este pedacito de paraíso. Ubicado en el corazón del barrio porteño de Lugano en la villa emergencia N° 15, mejor conocida como Ciudad Oculta,  funciona el comedor La Buena Voluntad, también conocida como Fundación Cielo. Con 235 raciones en mal estado que reciben de parte del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, alimentan diariamente a niñas, niños y adolescentes que asisten para poder tener un plato de comida.

En el primer semestre de 2019, la pobreza alcanzó al 35,4% de la población argentina, según el INDEC, y refiere a que en Ciudad Autónoma de Buenos Aires viven cerca de 574.569 personas con el poder adquisitivo por debajo de la línea. “Ciudad Oculta” es considerada una de las villas de emergencia más grandes de la Ciudad, es decir,  que de cerca de las casi 45 mil personas que se encuentran allí son en su mayoría desocupados, beneficiarios de planes de asistencia con condiciones de vivienda y vida infrahumanas que no cuentan con necesidades básicas. Ante la crisis generada por el gobierno de Cambiemos, muchos padres depende completamente de los comedores de barrios para que sus hijos puedan ingerir alimentos. 

El 30 de septiembre de 2019 se sancionó la ley de emergencia alimentaria que obliga al Estado nacional a garantizar en forma permanente y de manera prioritaria el derecho a la alimentación y la seguridad alimentaria y nutricional de la población de la República Argentina, según lo establece la Ley 25.724 que crea el Programa de Alimentación y Nutrición Nacional. Dicha ley deberá cumplirse hasta el 31 de diciembre del año 2022. Para cumplir lo establecido el Estado deberá aumentar en un 50% su presupuesto determinado para la alimentación. No por nada fue sancionada, según el INDEC, 1 de cada 2 niños es pobre en la Argentina, lo que significa que la mayoría de ellos pueden presentar cuadros de desnutrición, que es una de las mayores causas de morbilidad infantil.

En 1993 las cosas no eran muy diferentes a como son ahora. En Ciudad Oculta comenzó a funcionar un comedor comunitario para combatir la malnutrición generada por las políticas neoliberales de Carlos Menem, y Cielo Escalda fue la encargada de ponerse el proyecto al hombro junto a otros voluntarios. A su vez en el mismo edificio, empezaron a funcionar como guardería ensamblada con lo que tenían bajo el nombre de La buena voluntad. Ante la falta de experiencia entre los voluntarios y que no tenían los recursos suficientes, se les hacía “todo cuesta arriba” según la fundadora. Ante la incertidumbre de cómo hacer las cosa, lograron ponerse en contacto con la Red Solidaria y así pusieron en marcha el plan “Nutrir” para sacar adelante a los chiquitos de bajo peso. “Nosotros pensábamos que ellos iban a proveernos de la comida para el comedor, pero no. Sólo nos dieron las herramientas de conocimiento para hacerlo funcionar”, comentaba Cielo.

Con los años fueron agrandado la guardería hasta hacer un jardín maternal que hasta el 2007 fue solventado íntegramente por la institución para luego  ser integrado, por medio de un convenio, al circuito formal de escuelas infantiles de la Ciudad de Buenos Aires. A medida que esto crecía, también lo hacía el comedor, y el plan llevado a cabo en 1996 tuvo éxito y funcionó hasta el 2007. Se agregaron más actividades para que los chicos que asistían tuvieran diferentes herramientas para el dia de mañana o para que tuvieran un lugar a donde ir y no anduvieran perdidos por los pasillos oscuros de la villa. “Los chicos que están solos se sienten perdidos y es porque les falta amor. Nosotros lo que tratamos es que a los niños no les falte amor y que no les falten los abrazos”, expresa Cielo.

Su mayor problema siempre fueron las raciones de comida que hoy son escasas. En el 2008 recibieron  alrededor de 300 chicos por día, les daban bolsas de comida para que se llevaran a sus casas y solo obtenían cerca de 200 porciones. Ahora con el doble de niños en su mesa solamente reciben 235 por parte del GCBA. 

Silvana es voluntaria en el comedor desde el 2003 y hoy es una de las piezas más importantes para su funcionamiento. Es la encargada de recibir las donaciones y raciones para que los chicos coman. Cuenta que en el 2008 pidieron un aumento en la cantidad de alimento a recibir pero no obtuvieron respuesta hasta hace unos años donde solo le incrementaron 30 más. “Todos los años reclamamos y nunca nos aumentan, los del gobierno saben perfectamente que tenemos 570 chicos en el comedor porque todas las semanas nos mandan un auditor para controlarlo pero no hacen nada”, asegura Silvana. Con el poco comestible que reciben, muchas veces en mal estado, no les alcanza por lo que terminan recurriendo a donaciones o al banco de alimento para completar, y que cada chico pueda comer.

Con todas las dificultades y mucha ayuda, Cielo puede seguir manteniendo en pie el comedor que inició hace ya 26 años y repartir amor a cada niño que asiste a diario. Aparte de todo logró que algunas personas de la comunidad dejarán de depender del comedor y de planes sociales dándoles un trabajo en blanco dentro de su jardín, como es el caso de Alicia Yfran. “Pasé de ser una madre cuidadora a maestra celadora gracias a mi título secundario. Dejé de cobrar un plan para poder ser una empleada del Gobierno de la Ciudad. Agradezco a Cielo por esta gran oportunidad de trabajo y gracias a esto poder darle un mejor futuro a mis hijos”, explicó Alicia.

“La fe, el amor, la esperanza y el compromiso te reciben y reciben a diario a más de 350 familias con diferentes necesidades”, define una docente voluntaria. Aunque todo el cielo se encuentre gris, el sol debe iluminar para los chicos que se acercan al edificio buscando el amor de una familia enorme. 235 metros lo separan de la avenida, 235 raciones son con las que sobreviven y una reja verde les da la bienvenida a este pedacito de cielo oculto en lugano.


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