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“VIVIMOS PORQUE RESISTIMOS”


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A un año de la primera marcha, la segunda bajo el lema Ni Una Menos, una nueva convocatoria multitudinaria en todo el país, se impuso en la agenda mediática. En la Capital metropolitana el recorrido fue de Congreso a Plaza de Mayo. Fueron muchos los reclamos expresados por distintos movimientos de mujeres, pero un grito único de desesperación y hartazgo tronó en cada una: “Vivas nos queremos”.
Por Paula Llana (@Chunia_) y Rosaura Barletta (@Rotaura)
Brujas, travas, despojadas, lastimadas, furiosas, enérgicas, putas, “las pibas que vos violaste”, asesinadas, ultrajadas, reivindicadas, empoderadas, resucitadas, hartas, vivas. Algunas de las identidades que flotaron en el inconsciente de las miles de mujeres que decidieron poblar la nueva convocatoria Ni Una Menos ayer, y que recorrieron virulentas cada centímetro desde el Congreso a la Plaza de Mayo. Los pañuelos verdes, las pancartas que imprimían el impacto de los padecimientos, las caras conmocionadas, dolientes y convencidas, postales que dejó la marcha más resonante y multitudinaria del movimiento de mujeres del país que materializó su segunda edición.
“Las pibitas de catorce ya volvimos”, clama desprolijo un lienzo blanco escrachado con aerosol. Lo sostiene, de un lado, Ariel Lujan, la joven que denuncia por violencia de género a Cristian Aldana, la estrella de El Otro Yo. Lo sostiene, sonríe y baila al ritmo de la primera batucada que irrumpe en la cabecera de la movilización. Emily Victoria Matos, activista trans, agarra el otro costado de la bandera.

La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, contuvo cientos de independientes que se plegaron a la cabecera de la marcha, como suele pasar con los ‘sueltos’. El reclamo por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo se coló por todas las grietas posibles. Los rumores sobre una supuesta ruptura en el grupo organizador a causa de esa consigna perdieron entidad: la movilización entera quiere aborto legal.
La libertad para Belén, un reclamo directamente ligado, también se expresa a cada paso. La chica encarcelada por tener un aborto espontáneo, u homicidio doblemente agravado, para la Justicia, fue condenada a ocho años de prisión y conmocionó al país de punta a punta. Tucumán, otra vez, como uno de los centros políticos de la violencia machista más atroz.
En la calle Uruguay se posiciona, entre cánticos, la bandera colorada de la Colectiva Lohana Berkins y la puesta estética arrastra a fotógrafos y periodistas a treparse a las bocas de subte y los medidores de gas para capturar escenas. A la delantera se ubica Susy Shock, recitadora, poeta, cantante y activista trans. Lució un llamativo peinado de flores, pero eso no opacó la furia del hartazgo: “Señor, señora: no sea indiferente / Se matan a travestis en la cara de la gente”.
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Una niña de trece o catorce años esconde torpemente su identidad detrás de un pañuelo en señal de resistencia. Después de acomodarse levanta y agita un cartel: “El amor no mata, el macho sí”. Vino con amigas. Un corazón rosa trazado al costado de la inscripción da cuenta, otra vez, de que la necesidad de frenar la violencia del patriarcado interpeló a unas nenas a la salida del colegio. Interpela, también, a un señor de cincuenta, que emocionado agita el tradicional Ni Una Menos y tiene el cuello envuelto en el verde del aborto legal.
Mientras la manifestación recorre Avenida de Mayo en sentido a la Plaza, una niña está parada sobre el cordón de la vereda. Con los brazos levantados, muestra a los asistentes un cartel con la inscripción “Vivas nos queremos”. A su lado, la mujer que la acompaña observa la marcha. Llora.
Según un informe de La Asociación Civil La Casa del Encuentro, durante el año pasado se produjeron 286 femicidios en el país y 214 menores de edad quedaron sin su madre. Rosa Romero levanta un cartel que pide justicia por su hija, Roxana Pacheco, asesinada por su ex pareja en el 2011 delante de su hijo de cuatro años. Hoy Rosa vive con los tres hijos de Roxana y lamenta que el asesinato de su hija no haya sido juzgado bajo la figura de femicidio- que, desde fines del 2012, supone reclusión perpetua o prisión perpetua, al que matare: ‘A una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”-.
La bandera del Frente Renovador, como varias, tenía inscripta la frase que parió a la marcha y eso la confundía con el grupo de periodistas convocantes, que no se encolumnaron en ningún espacio en particular. La columna avanzó silenciosa pero nutrida entre Libres del Sur y Patria Grande, cuya carta de presentación era un “Vivas Nos Queremos” con cada letra por separado empuñado por la militancia.
En los márgenes de Avenida de Mayo, en containers y paradas de colectivo, en medidores de gas y bocas de subte, en paredes y persianas, alguien, algunos, distribuyeron y pegaron los papelitos que promocionan la prostitución y que tanto abundan en las zonas de Once y Constitución. Esta vez, las siluetas femeninas de curvas exacerbadas llevaban títulos como “Tu prima”, “Tu hermana”, “Tu vecina”, entre otros.
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En el medio de 9 de Julio observa el transitar de la movilización María Luján Rey, mamá de Lucas Menghini, ofreciendo volantes de Bien Común, el partido de la organización La Alameda. “Algo de todos”, dice el eslogan, y el impreso enumera una serie de necesidades urgentes para materializar a Ni Una Menos: asistencia jurídica gratuita a víctimas, casas de emergencia para las mujeres, aplicación de la Ley 26.485, cupo laboral obligatorio en el Estado para víctimas de trata y abuso, entre otras.
Los primeros en llegar a Plaza de Mayo son independientes, no agrupados. Caminan, tranquilos, por las calles desiertas de la city porteña, un viernes a las seis de la tarde. Son muchos. Una pareja ocupa un banco sobre la vereda mientras toma mate. Observan el paso de la gente. “Ni ama ni esclava. Libertad y amor. No más violencia” dice el cartel que dejaron descansando a su lado.
El ingreso de columnas a la Plaza de Mayo duró poco más de dos horas y media. La Catedral vallada, como parte del paisaje. Conmocionó la llegada de un frente de mujeres entre las que se encontraban la madre de Plaza de Mayo – Línea Fundadora Mirta Baravalle junto a decenas de víctimas de la violencia de género. Iara Carmona, abusada durante cuatro años por su padrastro policía, y Carina Abregu, quemada por su ex pareja, son dos de las organizadas de larga data. La llegada de ese grupo provocó un respetuoso silencio entre los que ya habían ingresado a la Plaza, que se ubicaron torpemente detrás de un cordón de seguridad, para no sofocarlo. Improvisadamente se empezó a leer una lista de más de cien chicas víctimas de femicidios. “El mató a mi hermana”, resonó estrepitosamente entre las frases del murmullo de fondo. Luego de cada nombre, un solemne “Presente” recordaba el motivo de la convocatoria. “Justicia: ausente / Gobierno: ausente”, se repetía de tanto en tanto.
El año anterior, la manifestación se había desarrollado solo en los alrededores del Congreso. “Llegamos a la sede del poder político, porque le queremos decir a Macri que entendemos que él es responsable de la violencia contra las mujeres y que tiene presupuesto, dinero y poder para llevar a cabo una política que resuelva este problema”, afirmó Manuela Castañeira, militante de la Agrupación de mujeres Las Rojas y del Nuevo MAS (Movimiento al Socialismo).
Según Castañeira, el movimiento de mujeres y las víctimas de violencia han recibido un gran apoyo a partir de la primera edición del Ni Una Menos por parte de la sociedad, pero no por parte del estado. “Hoy no estamos mejor (que el año pasado) , sino que estamos peor. Los pocos programas de erradicación de la violencia han sido desmantelados. Echan a los trabajadores y les dicen ñoquis, y las mujeres quedan más desamparadas. Para graficar la situación, en Córdoba hay 900 botones antipánico que cuya señal es atendida por solo dos trabajadoras”, denunció la mujer.
Hace un mes fue asesinada Samantha Ayelén Guabello, de 24 años. “El novio la mató. La torturó, la quemó con cigarrillos, y la golpeó en la cabeza. Ya tenía denuncias por violencia de genero por parte de la ex pareja y abuso de un menor de dos años -había recibido una condena por el abuso-. Tenía que estar preso y estaba suelto”, denuncia su amiga Priscilla, que esta vez no encontró otra alternativa que movilizarse. “El cuerpo de Samantha lo encontraron tres días después, en la vivienda que alquilaban, en Berazategui. A él lo encontraron trabajando en Misiones hace tres días. Yo había venido el año pasado, para apoyar a las mujeres que ya no están, y en contra de la violencia. Y ahora me toca venir por mi amiga”, se lamentó.
Muchos grupos de jóvenes permanecen conversando sentados en el pasto, mientras las columnas empiezan ya a desconcentrar. Santiago Traibel es estudiante de la Facultad de Agronomía y vino con un amigo. “Me motiva las ganas de que siga surgiendo un movimiento en repudio a la cultura patriarcal dominante, que nos saca libertades a los hombres y mujeres”, sostiene. Aunque no confía en los resultados políticos que pueda llegar a tener la movilización. “ Con el nuevo gobierno que tenemos no sé hasta dónde nos van a escuchar, qué respuestas vamos a conseguir. Lo importante es seguir diciéndolo”, sostiene el joven.
Laura Marrone, de Izquierda Socialista, se posicionó rápidamente una vez que se detuvieron los cánticos y se dispuso a dar una entrevista para plantear las reivindicaciones de la organización en materia de género. Sobre las acusaciones existentes de la participación de un pedófilo en el partido, declaró que son mentiras o equivocaciones y que jamás existió un proceso en el que se dé curso a la denuncia realizada contra su compañero.
No hubo un acto formal en el que las periodistas que integran el grupo Ni Una Menos -Ingrid Beck, Marina Abiuso, Ana Correa, Florencia Etcheves, Mercedes Funes, Micaela Libson, Marcela Ojeda, Hinde Pomeraniec, Valeria Sampedro y Soledad Vallejos- leyeran el documento unificado que circuló por las redes sociales. Con similitudes grandes con el del año pasado, la enorme mayoría de los puntos exigidos no tuvieron siquiera un curso formal en las instituciones, el comunicado incluye como posicionamiento la exigencia del derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
Sobre el final, a las 21:30, la mayoría de las columnas habían desconcentrado. Sólo algunas agrupaciones continuaban en la Plaza haciendo algún acto particular y muchos grupos de jóvenes sobre el césped que comían, tomaban algo o descansaban. En el lado derecho de la manzana, al borde de la Avenida Yrigoyen, se apostaron chicos y chicas que habían participado de la convocatoria y, con parlante y algo de cumbia, armaron un improvisado baile para cerrar la jornada.

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