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DEPORTES

Volvieron los 90 a Entre Ríos: las canchas de pádel superan a las de fútbol 

La ciudad de Concordia hoy vibra al ritmo de un deporte que fue moda 30 años atrás.

Entre 1990 y el 2000 fue la década de la pizza con champán. Del famoso y añorado por muchos 1 a 1. De la constante oleada de argentinos en el exterior sintiéndose poderosos porque su moneda (el peso) por fin valía y era fuerte. De la farándula y la frivolidad, en todos sus ámbitos, en su máximo esplendor. Y también del boom por un deporte, el pádel, que empezó a crecer en moda, fanáticos y canchas, y que parecía haber llegado para instaurarse de manera vitalicia en todo el país.

Ahora bien, esa primavera no fue eterna. Con la debacle económica y el inicio de los 2000, se puso fin a su explosión. Concordia, Entre Ríos, no fue ajena a ello, y tanto canchas como complejos fueron abandonados o demolidos. Sin embargo, lo que pareció ser una sentencia de muerte, el paso del tiempo, sumado a algunos cambios, lo convirtieron en furor -sobre todo post pandemia- en una ciudad que ya cuenta con casi 30 canchas, superando a las de fútbol, y que no para de generar nuevos adeptos que se suman a la fiebre nacional y mundial por la paleta y la pelotita. 

“Creo que a este deporte le quedan todavía dos años más de crecimiento y después se va a mantener, pero no va a caer”, afirma Joaquín Aranda, dueño del complejo de canchas “Hangar”.

Complejo de canchas profesionales montado en Concordia

La cantidad de jugadores no para de aumentar. Muchos de ellos provienen de otros deportes como el fútbol o el tenis tentados por la diversión e intensidad del juego; con el agregado de que las modificaciones que se implementaron -como el cambio de suelo de cemento a césped sintético, paredes vidriadas y paletas de goma más livianas- disminuyeron considerablemente el riesgo de lesiones que tenía hace 30 años. 

En este sentido, Aranda sostiene que la transformación de la superficie sumado a las instalaciones donde se puede comer y pasar un buen rato con amigos, es la principal razón por la que muchos empezaron o volvieron al pádel.

El número de profesores también ha crecido como respuesta a la demanda de gente que quiere aprender. En los 90, su práctica estaba más asociada a personas mayores y tomar clases no era la regla. No obstante, los tiempos cambiaron. Daniela, reciente jugadora amateur, comparte: “Al principio iba sólo a jugar, cuando me invitaban. Ahora estoy tomando clases una vez por semana porque me enganché y quiero mejorar algunas cosas técnicas”. 

Historias como ésta ocurren todo el tiempo, donde lo que comienza en encuentros ocasionales, deriva en ganas de progresar. Hoy en día, Concordia ya cuenta con complejos que tienen hasta sus escuelitas en las que cada vez más niños y adolescentes empiezan a jugar desde temprana edad con la ilusión -¿por qué no?- de convertirse en jugadores profesionales, cuestión que era impensada hace 10 o 15 años atrás. 

Las redes sociales, la televisación de los eventos, argentinos destacados entre los mejores del mundo, sin lugar a dudas han sido clave como plataformas de difusión y crecimiento. Asimismo, su masificación ha provocado determinados cambios sociales que denotan el impacto que ha tenido sobre ciertas costumbres. 

Históricamente, los padres se volcaban hacia deportes más clásicos como el fútbol o el básquet como actividades iniciales para sus hijos. Niños vestidos de futbolista y canchas, sobre todo de fútbol, se multiplicaban por toda la ciudad de Concordia siguiendo la tradición de un país adicto a la pelota. Sin embargo, esta tendencia ha cambiado en los últimos años y cada vez es más común ver pequeños con su paleta y bolso en mano asistiendo a clases de pádel.

Nuevo complejo de canchas en Concordia con restaurante para el postpartido.

En cuanto a los adultos, el hecho de que el físico y la técnica no sean imprescindibles para jugarlo, hace que haya lugar para todos. Si a ello le sumamos el costado social que trae aparejado su práctica, con múltiples asados post partido o familias enteras que se quedan a comer en la cancha, el combo es perfecto. 

“El pádel es un deporte grato donde hay competencia, compañerismo y un tercer tiempo. Este conjunto de cosas hizo que la gente que probó el deporte no lo abandone nunca más”, expresa Carolina Aranda, presidenta de la Federación Argentina de Pádel (FAP).

Ahora bien, no se trata solo de recreación, despejar la mente y hacer una actividad física. Competir es otro de los combustibles que alimentan la búsqueda de mejorar y avanzar de categoría. En Concordia hay tantos torneos como fines de semana existentes en el calendario. La adrenalina de sentir que se está jugando por algo, aunque algunas veces sólo sea el honor o subirse a un podio para una foto, genera un aluvión de parejas dispuestas a darlo todo por coronarse campeones.

Este entusiasmo ha llevado a intentar profesionalizar lo más posible los niveles de organización. Por ello, los jugadores están divididos en base a su nivel y hasta hay veedores que se encargan de controlar y descalificar a quien intente sacar ventaja jugando en una categoría que no le corresponde. Al respecto, la directora de la FAP enfatiza: “Hoy se vive una etapa donde casi todos los fines de semana hay torneos. Si uno como dirigente u organizador sigue una línea que le dé un orden al deporte, la competencia va a ser igualitaria”. “Podés ganar o perder, pero sabes que siempre vas a estar jugando con alguien de tu misma categoría”, determina.

Canchas al aire libre donde los profesores dan clases a sus alumnos.

Está claro que el pádel ha sido uno de los deportes de mayor crecimiento en los últimos años producto de múltiples factores como la organización, cambios implementados, efecto contagio en la gente y hasta factores externos como la pandemia, ya que fue uno de los primeros deportes en habilitarse en tiempos de restricciones. 

Actualmente, conviven en Concordia aquellos complejos históricos que resistieron la crisis y se readaptaron, con los nuevos que se construyeron en los últimos cinco años. La pregunta, duda o incertidumbre que sobrevuela entre dirigentes, organizadores, dueños de canchas y el público en general es si estamos ante un deporte que volvió para asentarse definitivamente (optimistas) o si se trata sólo de una burbuja que corre riesgo de explotar como consecuencia de la saturación (pesimistas). Como en múltiples ámbitos y en la vida en general, la respuesta la tendrá el tiempo.


*Estudiante de Periodismo deportivo a distancia.

Además en ETER DIGITAL:

Pádel: el deporte de los 90 que resurge y causa furor 

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