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Ya hubo un jugador polaco que quiso ser héroe contra Argentina


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Argentina se enfrentará en el último partido del grupo C contra Polonia. De este lado del charco se habla del duelo personal entre sus figuras, pero para el equipo europeo puede ser la revancha de aquel partido donde el mejor jugador de su historia no pudo vestirse de héroe.


En Argentina se espera el enfrentamiento entre Lionel Messi y Robert Lewandowski, en Polonia, quizás, lo que buscan es revancha. ¿Estará a la altura su figura? Lo cierto es que en los años dorados de la selección europea, cuando Kazimierz Deyna llevaba la corona, quiso ser villano en Rosario y no pudo.

Caminando por Varsovia y frente al estadio del Legia puede verse la estatua de un jugador llevando la pelota con su pierna derecha, haciendo una finta, quebrando la cintura, la cabeza levantada y el peinado característico: raya al costado y un flequillo largo que cruza su frente, probablemente sea el mejor jugador de la historia polaca.

Necesitó 97 partidos para demostrarlo, con cinta de capitán en el brazo se colgó la medalla dorada en la cita olímpica de Múnich 1972 y coqueteó con la Copa del Mundo dos años después, cuando Polonia, perdió la semifinal contra Alemania, local y posteriormente campeona, y se impuso ante Brasil para quedarse con el tercer puesto. Más luego volvió al podio olímpico, esta vez, en segundo lugar en Montreal 1976.

Pero la hazaña que nos conecta con esta estrella nos lleva al 14 de junio de 1978, en el Gigante de Arroyito. Argentina ganaba el partido con un gol de Mario Alberto Kempes en el primer tiempo, el mismo jugador que minutos más tarde evitó un tanto de cabeza del equipo rival con las manos (situación que en ese entonces sólo le costó una tarjeta amarilla y el tiro desde el punto de penal).

El héroe polaco, con la número doce en la espalda, se puso la capa y como referente de ese equipo en años dorados se hizo cargo de la pelota. Caminó con sus característicos pasos largos. Tomó aire. Ensordeció los oídos frente a un público local que le gritaba. Esperó el silbatazo, avanzó en un trote lento hacia la pelota y abriendo el pie derecho concretó un lanzamiento suave y para nada esquinado que el arquero Fillol tomó sin demasiados problemas.

El partido terminó 2 a 0 en favor de la Albiceleste y lo demás es historia: Daniel Passarella levantó la primera copa del mundo para nuestro país, nada más y nada menos que en el estadio Monumental.

En ese mismo mundial los polacos se enfrentaron con México, que también forma parte del grupo C en Qatar 2022, pero Deyna pudo demostrar su grandeza al concretar el 3 a 0 que le dio la victoria a su equipo. Varias coincidencias para confiar en que las historias se repitan.

1978 fue su último año en el equipo que lo vio crecer y en el que militó desde 1966. Con 30 años y una extensa carrera de gloria emigró al fútbol inglés y jugó tres temporadas en Manchester City. Aunque ya estaba consagrado a nivel mundial, tuvo que esperar que el gobierno comunista de aquella época en su país le permitiera la salida. De todas maneras fue el comienzo del fin de su carrera que duró muchos años más. El Media Luna, como le decían, no se adaptó y lesión tras lesión prácticamente no pudo jugar.

Como si conociera los avatares del destino decidió no abandonar el fútbol. Con 35 años viajó a Estados Unidos para participar en la North American Soccer League (NASL) en San Diego Sockers. Los números fueron los de un campeón 162 goles y 155 asistencias en 259 partidos.

El mejor de los polacos, que no pudo ser protagonista en el mundial de Argentina 1978, tuvo su papel en la mítica película Evasión o Victoria, dirigida en 1981 por John Huston donde compartió elenco nada más y nada menos que con Sylvester Stallone y Pelé, entre otros tantos jugadores fundamentales de los años ‘70.

Sus goles, gambetas, pases y esas escenas quedan en el recuerdo y en la memoria de esa Polonia que supo ser enorme dentro del campo de juego. No existe mucho más de su vida, en 1989 Deyna falleció en un accidente automovilístico mientras conducía bajo los efectos del alcohol. Hoy el estadio de su ciudad natal Starogard Gdanski lleva su nombre y su figura posa en una estatua sentada en la grada con una pelota entre los pies.

En Argentina se celebra que, al menos aquella vez, no pudo vestirse de héroe y recordamos esas coincidencias que nos acercan, con expectativas, a un mundial donde se enfrentará el mejor de los nuestros (vivo) contra el mejor de los suyos, también con vida: Messi y Lewandowski.


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