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42 KILÓMETROS DE INCLUSIÓN


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El último Maratón de Buenos Aires convocó a más de 9 mil corredores el domingo 13 de octubre. Además de los atletas profesionales y aficionados, cultores del “running” y caminantes de todas las edades, se destacaron varios grupos de personas con capacidades diferentes y atletas especiales. Aquí, las impresiones de algunos de ellos después de la carrera..

Por Luis Raynaud (@kukiraynaud)

En el 490 A.C. un tal Filípides conoció la fama tras recorrer en tiempo récord los 42 kilómetros que separan Atenas de la llanura de Maratón para terminar salvando de una muerte segura a todas las mujeres e hijos de la capital griega tras informar, justo a tiempo, la victoria del ejército helénico sobre la invasión persa. El domingo 13 de octubre, 2503 años después y a algunos miles de kilómetros de la mítica capital griega, se corrió la 29ª edición del Maratón de Buenos Aires en conmemoración a la hazaña de Filípides, con la diferencia de que, en esta ocasión, el esfuerzo fue por la inclusión solidaria.

FOTO 1 Como era de esperar, los representantes de Kenia fueron los dueños indiscutidos del podio tras recorrer el trayecto en poco más de dos horas. Pero, claro, no fueron los únicos en destacarse en un evento deportivo tan masivo. En este maratón participaron 9100 corredores, todo un récord al superar por más de mil atletas la convocatoria del 2012. Y en el contexto de este auge del running, se dio la promoción y participación cada vez más activas de asociaciones no gubernamentales de ayuda solidaria, y de fundaciones de apoyo a personas con capacidades diferentes.

“A todos nos sirve esto, a la sociedad le sirve, lo mejor es la integración en todo sentido. La sociedad cuando se integra respira”, cuenta Martín Méndez, representante de la Fundación Ñandú, organizadora del maratón, que trabajó para hacer efectivas las becas (inscripción, indumentaria, comida y traslado) por las que 58 pibes del Club Atlético Madre del Pueblo, ubicado en la villa 1-11-14, pudiera correr la mini-maratón de tres kilómetros. Esta competencia fue una propuesta pensada para los más chicos. En este caso, las edades de los competidores no pasaron los 16 años y la largada fue media hora después de la carrera principal, a las ocho de la mañana.

“Desde los 7 años que corro”, cuenta “Dani” (ahora con 15), mientras muestra a la cámara su medalla de campeón y no puede contener la más brillante sonrisa. “Corrí tranquilo, el segundo venía lejos”, dice, mientras recibe el abrazo de todos sus amigos y el aliento de los profesores que lo ayudan a entrenar todos los días en las instalaciones del Madre del Pueblo..

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“Le dimos duro, pero igual él ya venía entrenando antes de arrancar atletismo conmigo. Tiene muchas condiciones, mucha capacidad”, cuenta Francisco, el profesor, quien compone junto a otros seis colegas el equipo de entrenamiento que trabaja en el club a diario dándoles a los chicos la posibilidad de practicar deportes como fútbol, atletismo, natación y hockey. “La fundación nos banca desde muchos lugares. En lo económico, indumentaria. Posibilitó que pudieran correr los chicos inscribiéndolos, dándoles las remeras y facilitándoles también el transporte”, expresó el profesor.

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La Fundación Ñandú actúa desde la premisa de que el deporte es una herramienta con gran capacidad de cambio social y gestiona en consecuencia desde todas sus dependencias buscando brindar apoyo en áreas estratégicas para promover el atletismo en general, y así contribuir con la transformación de la sociedad en un espacio mejor para todos: “Hay una sociedad muy difícil ahí, eso lo hace complicado, mucho sacrificio. Son chicos que tienen un alto grado de riesgo por otro tipo de problemas, sociales, que no son precisamente salir a correr. Yo creo que el deporte es fundamental, es clave en este tipo de cuestiones”, afirmó el representante de Ñandú, destacando la importancia del accionar de su equipo de trabajo para el futuro de los chicos en la villa.

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La carrera recorrió varios de los lugares más significativos de la ciudad como el Obelisco, Plaza de Mayo, la Casa Rosada, el Cabildo, el barrio de La Boca, Puerto Madero, la reserva natural y la zona norte por los barrios de Retiro, Recoleta, Belgrano y Palermo. En la llegada pudieron verse los rostros de los competidores exhaustos que, recibiendo el aliento del público presente en las tribunas sacaron el último esfuerzo para recorrer los últimos 300 metros y completar la carrera. Este fue el caso de Francisco Sanclemente Buga, un atleta discapacitado colombiano que corrió en silla de ruedas su primer maratón y consiguió un histórico quinto puesto en esta categoría. “Arranqué la carrera a ritmo. Veía pasar varios atletas pero eso no me desalentó. Entrené duramente cuatro meses para preparar mi estrategia y no la abandoné”, cuenta Francisco mientras se hidrata, después de llegar.

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Completó la carrera 2 horas y 43 minutos con el número 1806 pegado en su remera. “Después del kilómetro 30 aumenté la velocidad hasta que llegué atrás del quinto y el sexto, me mantuve a rueda dos kilómetros y, faltando seis, de nuevo cambié el ritmo para llegar solo en la quinta posición”, afirma Sanclemente, y, visiblemente emocionado tras recibir un beso de su novia agradeció emotivamente a todo su equipo de trabajo y familiares por la gran carrera que realizó.

Cien metros antes de la llegada también pasó algo de lo más singular. A medida que iban llegando los competidores se pudo ver cómo una fila compuesta por unos 30 chicos con diferentes discapacidades intelectuales avanzaban por un costado ante las miradas de todos en el público. Eran los pibes de la Fundación Bacciagalupo, que se dedica a la promoción del deporte en niños y jóvenes con discapacidad intelectual como herramienta para lograr una mayor integración en la sociedad, mejorar su calidad de vida y potenciar su desarrollo psicofísico.

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La Fundación participó con el plan “Corro x 2”, una iniciativa solidaria para recolectar fondos, mediante la cual un corredor podía inscribirse y correr los últimos 100 metros de la carrera en dupla con uno de los chicos. La emoción fue muy grande y valió la ovación del público a cada pareja que cruzó la meta.

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Tampoco se quedó atrás Roberto Cárcamo, el primer atleta asistido que completa los 42 kilómetros. El ex campeón argentino, Oscar “El Indio” Cortínez, fue quien empujo la silla de Roberto durante todo el trayecto, que completaron en 3 horas y 22 minutos.

Cárcamos tiene 50 años y sufre una parálisis cerebral que afecta su aparato locomotor y lo obliga a estar en una silla especial, con asiento ergométrico y ruedas de ciclismo. Forma parte de la Fundación para el Atletismo Asistido, que cuenta con más de 20 atletas que se entrenan duramente en clases de psicomotricidad y equinoterapia. La llegada a la meta de la dupla despertó un gran entusiasmo en todo el público presente, que se fundió todo en un solo grito de aliento y felicitación.

La pasión por el running se encuentra en pleno auge en nuestro país, cada vez son más los que eligen salir a “sentir el viento en la cara” y deciden ir por el cambio. En la carrera no hay diferencias, todos son corredores. El objetivo es llegar y se ayuda con aliento y consejos a todo el que lo necesite. Porque no existe lo imposible y el esfuerzo hace a la inclusión, sumando la solidaridad a los valores de la competencia.

 

 

 

 


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