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CULTURA

Katy Perry revolucionó Buenos Aires: tango, política, empanadas y un show entre luces y sombras

Katy Perry aterrizó en Buenos Aires el domingo 7 de septiembre y desde su llegada no dejó de generar repercusión. A diferencia de sus anteriores visitas, esta vez la cantante estadounidense se convirtió en protagonista de una serie de situaciones que excedieron por completo lo musical.

Un show de tango, Evita y una fan que la llamó “peronista”

La primera noche de su estadía en Buenos Aires, Katy fue vista en el Hotel Faena, donde asistió a un show de tango. Allí recibió un retrato de Eva Perón como obsequio y al salir del lugar donde un grupo de fans ya la esperaba, no solo se detuvo a saludar, tomarse fotos y firmar autógrafos con cada uno, sino que también posó sonriente con el cuadro de Evita; en una imagen que se volvió viral al instante.

El momento coincidió con el triunfo electoral de Fuerza Patria, lo que disparó lecturas simbólicas y todo tipo de memes en redes sociales. Una fan incluso le gritó entre risas: “You are peronista!”, mientras ella sostenía el cuadro ante decenas de cámaras. La escena se multiplicó en X (ex Twitter) y TikTok, sumando millones de visualizaciones en pocas horas.

Una fake news política y el blooper de Feinmann

Foto: Los Andes

Al día siguiente, la figura de Katy volvió a estar en boca de todos por una razón muy distinta: se viralizó una foto falsa en la que supuestamente se la veía visitando a la ex- presidenta Cristina Fernández de Kirchner en San José 1111, el departamento donde ella cumple su condena. La imagen fue compartida por múltiples cuentas y hasta llegó a los medios.

El periodista Eduardo Feinmann difundió la noticia en su programa en A24 como un hecho real, lo que generó un fuerte revuelo. Horas más tarde, tras descubrirse que se trataba de una foto editada, Feinmann debió retractarse públicamente. El episodio generó burlas, memes y un debate en redes sobre la rapidez con la que se difunden noticias falsas.

Katy Perry en el Movistar Arena: entre el espectáculo visual y la pérdida de autenticidad

En la última década el pop internacional transitó un proceso de espectacularización creciente. La consolidación del streaming, la competencia feroz por la atención del público y la estandarización de las giras globales llevaron a que muchos artistas privilegien producciones gigantescas, con escenografías monumentales, efectos especiales y coreografías casi teatrales. Un modelo que busca impactar visualmente y generar contenido para redes sociales, ha diluido en parte la espontaneidad y el protagonismo de la música en directo. En este marco, incluso cantantes consagradas como Katy Perry adoptaron shows conceptuales con un alto componente de playback y puesta escénica, siguiendo la tendencia de un pop cada vez más performático y menos centrado en la ejecución vocal o instrumental.

Foto: Página 12

El 9 y 10 de septiembre Katy Perry regresó a Buenos Aires para ofrecer por primera vez dos funciones consecutivas en un estadio cerrado como el Movistar Arena. Fue su cuarta visita al país y para muchos seguidores, un reencuentro esperado con una artista que supo marcar una época. Sin embargo, lo que se vio sobre el escenario distó bastante de aquella vocalista que conquistó al público argentino en sus primeras presentaciones.

Durante los últimos años la cantante ha atravesado cambios notables a nivel artístico. Después del éxito de sus tres primeros discos “One of the Boys” (2008), “Teenage Dream” (2010) y “Prism” (2013), Perry fue adoptando cada vez más los códigos de la industria pop mainstream. En ese proceso, su estilo original y genuino, que mezclaba con frescura pop, rock y un toque punk, comenzó a diluirse. El espectáculo en Buenos Aires dejó en evidencia esa transformación: visualmente impactante, dividido en cuatro actos con estética futurista y coreografías milimétricas, pero con poco espacio para la música en vivo.

En escena, los músicos quedaban relegados a un costado casi invisible, mientras decenas de bailarines y pantallas gigantes acaparaban la atención. La propia Perry parecía, por momentos, un personaje más dentro del despliegue escenográfico. El show se apoyó en pistas pregrabadas, con apenas tres canciones interpretadas en directo. La diferencia entre el playback y la voz real de la cantante se notaba especialmente cuando interactuaba con el público: donde era evidente su timbre poderoso y cálido, recordando por qué llegó a ser una de las grandes voces del pop.

Quienes asistieron pudieron disfrutar de un show visualmente cuidado y de la presencia de Perry sobre el escenario, pero muchos salieron con un sabor agridulce: la sensación de que se privilegió la espectacularidad por encima de la autenticidad.

Desde 2016 la carrera de Perry experimentó altibajos: discos con menor impacto creativo y letras más vacías, compensados por producciones gigantescas que maquillan la falta de inspiración. Recién en su último trabajo aparece una canción titulada, “Lifetimes”, que algunos consideran su primera obra destacable desde Prism. El caso de Perry es ilustrativo de un modelo de entretenimiento que exige cada vez más shows conceptuales y menos música real.

La comparación con otras artistas de su generación resulta inevitable. A mediados de los 2000, cuando emergieron figuras como Lady Gaga, Miley Cyrus y la propia Perry, cada una proponía una estética distinta. Lady Gaga apostaba por la extravagancia; Miley y Katy mezclaban pop-rock con frescura y actitud. En ese momento, las bandas en vivo eran parte fundamental del atractivo y las canciones transmitían autenticidad. Perry mantuvo ese espíritu hasta 2015. Después, quedó atrapada en la lógica de la industria.

El show en el Movistar Arena sintetiza esa tensión. Por un lado, confirma que Perry sigue siendo una estrella capaz de llenar estadios y convocar multitudes. Por otro, evidencia las contradicciones de un pop cada vez más artificial, donde el playback es regla,como sucede también con Billie Eilish, Sabrina Carpenter o Dua Lipa y la autenticidad es la excepción.

Para quienes la vieron en sus primeras visitas al país, esta Katy Perry es una versión más espectacular pero menos humana. La esperanza de muchos fans es que, en algún momento, pueda recuperar ese toque artístico que la distinguió y volver a poner la música en el centro del show. Mientras tanto, el Movistar Arena quedará en la memoria como un despliegue visual impresionante pero con poca esencia en vivo, un reflejo de las luces y sombras de la industria pop contemporánea.

Una despedida con empanadas

En la noche del jueves 11, ya con sus shows terminados, Katy Perry cerró su visita a Buenos Aires con un gesto inesperado y encantador: fue a cenar al famoso restaurante Don Julio, en Palermo, y al salir donde ya la esperaban decenas de fans y curiosos, comenzó a repartir empanadas entre quienes estaban allí.

Foto: Agenciafe

El video del momento no tardó en volverse viral. Sonriente, vestida de forma informal y con total naturalidad, la cantante interactuó con todos, saludó, firmó autógrafos y ofreció empanadas como quien comparte un pedazo de la cultura argentina, ganándose una vez más el cariño del público local.

A diferencia de sus anteriores visitas en nuestro país, Katy Perry dejó mucho más que un show. Dejó una postal viral con Evita, una fake news política, una crítica al pop actual y una escena entrañable con empanadas en Palermo. Un viaje que, sin dudas, será recordado no solo por sus fans, sino también por todo aquel que haya seguido el fenómeno desde las redes.

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