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“AQUEL RACING FUE UN EQUIPO REVOLUCIONARIO”

Esta tarde Juan Carlos Rulli está sentado en una de las plateas de socios del estadio Juan Domingo Perón. Lejos de su papel de batallador del medio campo habló sobre los partidos más importantes de su carrera: “Llegamos a la final del mundo y nos tocaba disputar el primer partido en Escocia. En esa época no había filmaciones, no sabíamos ni qué color de camisetas tenían, ni cómo eran, no había información”.
Por Jonathan Callisaya (@callibj) y Franco Rivas / (@francoboston26)
Rulli conoció el verde y blanco de la camiseta del Celtic en un estadio completamente hostil: 83.437 escoceses estaban en el Hampden Park para ver a once desconocidos sudamericanos enfrentarse con el campeón europeo. El primer paso de Racing fue errado. El 18 de octubre de 1967, Billy McNeill, defensor y capitán del equipo local, cabeceó luego de un córner y derrotaba al equipo de argentino. “Fue un partido bastante difícil. En cierto momento pudimos haberlo empatado por un gol que se erra el Yaya (Juan José) Rodríguez. Nos ganaron merecidamente”.
Nueve años antes de la final Intercontinental, Juan Carlos Rulli debutaba en primera división en Estudiantes de La Plata. Jugó cuatro años en el Pincha para después irse a Boca. En el club de la Ribera salió campeón del torneo local de 1964. Pero en ninguno de los dos brilló más que en Racing. Desembarcó en Avellaneda en 1965 y se quedó cinco años. Un lustro inolvidable marcado por la huella de los títulos. El más importante, la Copa que jugó contra el Celtic y que había perdido en el partido de ida. La revancha, era en casa. “Teníamos confianza. Perder 1 a 0 no era un resultado muy lejano. Tenían que venir a Sudamérica y la cosa cambiaba”, afirma.
El Cilindro de Avellaneda estaba colmado de hinchas el día del partido. Era una final del mundo. “Fue un partido complicado porque arrancamos perdiendo pero pudimos dar vuelta el resultado”. Gemell de penal puso en ventaja al Celtic. Pero los goles de Norberto Raffo y El Chango Cárdenas dieron vuelta el partido y empataron la serie.
En fotos de esa época se puede ver a un Juan Carlos Rulli como un tipo serio, concentrado, enfocado en lo suyo. Pero esta tarde en el Cilindro de Avellaneda está totalmente distendido. Con la mirada en el pasto de la cancha recuerda a aquel Racing: “Era un equipo fantástico. El arquero, los zagueros, los volantes, los delanteros, en su momento fue un equipo revolucionario”. Con sus palabras y gestos transmite una muestra de orgullo por haber sido parte de ese equipo.
Ese plantel que después de igualar la serie viajó a Uruguay para definir quién sería el campeón. “Fuimos a disputar el tercer partido con más confianza, porque se jugaba en Sudamérica y ganamos el segundo partido”.
En Montevideo se jugó el desempate, pero el partido trascendió por otro nombre distinto al que se llamó en realidad. “No fue un buen partido el tercero”, dice el ex mediocampista. “Fue un partido muy disputado, muy luchado, con muchas infracciones, con expulsados”, detalla. En total fueron cinco los que echaron de la cancha, entre ellos Rulli. “Pero bueno, Racing a pesar de eso impuso su juego y tuvimos la fortuna de convertir. El Chango (Cárdenas) y ese gol pasaron a la historia”.
Antes de irse de la cancha por la decisión del árbitro, Rulli se la pasó a Cárdenas, quien metió un zapatazo para que el 1 a 0 fuera definitivo: “Nos posibilitó el orgullo de ser el primer equipo argentino a nivel clubes campeón del mundo”.
Después de irse expulsado a pocos minutos de que el partido llegara a su fin, Rulli se fue al vestuario y esperó tranquilo. “Creo yo, que no me tendrían que haber expulsado. En el vestuario no había casi nadie, me senté a sacarme la ropa y entró un periodista, El Beco de El Gráfico, que me abrazó y le pregunté: ‘¿Qué le pasa?’. ‘Salieron campeones’, me respondió. ‘¿Y? ¿Qué tiene que ver?’, le dije. En ese momento no te das cuenta, en ese instante no le das trascendencia a lo que lograste. Después, con el tiempo, te vas dando cuenta de lo que fue.
Montevideo, la capital de Escocia
El tercer partido tuvo al Estadio Nacional de Montevideo como sede, con 35.000 hinchas argentinos que viajaron en avión y ferri para presenciar el partido desempate. Rulli no recuerda haber visto hinchas, banderas ni mucho menos camisetas del equipo escoses, pero sí se encontró con apoyo hacia el rival. “En Montevideo, el Celtic tenía 25.000 hinchas a favor: los uruguayos”. Luego de lo acontecido en las tribunas del estadio, Rulli recordó sus sensaciones de enojo: “Después de eso no fui a veranear por mucho tiempo a Uruguay, tardé 30 años en reconciliarme con ellos, no asocio al pueblo uruguayo con el futbolero. Eso, que quede claro. Pero me pareció mal que hayan llevado banderas inglesas al estadio en vez de alentar a un equipo argentino, eso me dolió”. Además el ex referente del medio campo, añadió: “Cuando un equipo uruguayo se enfrentaba a uno brasileño, el público argentino apoyaba al rioplatense”.
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“La verdad está en lo que se trafica vía la risa”
Del interior del portero eléctrico sale una voz cálida. “Ahí voy”, la misma voz que a través de una sonrisa indica el camino. Sobre la pared, tras la inmensa biblioteca, un gato Ramón mira desde la cómoda silla donde descansa. Su dueña es la psicoanalista y escritora Alexandra Kohan. Con una mirada crítica y un estilo libre de imposturas, presenta su último ensayo El sentido del humor, donde navega por las aguas de los fallidos, los desvíos y las risas.

Del interior del portero eléctrico sale una voz cálida. “Ahí voy”, la misma voz que a través de una sonrisa indica el camino. Sobre la pared, tras la inmensa biblioteca, un gato Ramón mira desde la cómoda silla donde descansa. Su dueña es la psicoanalista y escritora Alexandra Kohan. Con una mirada crítica y un estilo libre de imposturas, presenta su último ensayo El sentido del humor, donde navega por las aguas de los fallidos, los desvíos y las risas.
¿Hay algo de la actualidad que te haya impulsado a escribir sobre el humor?
Hay algo de la actualidad que me interesa destacar en un momento particular. Cuando escribí lo del amor efectivamente había muchísima proliferación de discursos prescriptivos alrededor del amor, eso me incomodaba mucho. Lo del cuerpo surgió más por la pandemia y lo del humor, si bien es un asunto que me importa hace más de 20 años y es un tema al que vuelvo. Los últimos años se han vuelto muy solemnes y entonces me interesaba agarrar eso. Son temas que en la actualidad cobran una forma particular que me interesa discutir.
En tu libro menciónás que para vos no hay transmisión ni práctica del psicoanálisis sin risas. ¿Por qué, cómo pensás el rol de la risa en el análisis?
La risa, el humor, son una de las cosas más emancipadoras que existen en el sentido incluso de lo instantáneo. En ese instante en el que se produce la risa algo se afloja, algo se alivia y ese alivio, por más que no se pueda constatar de manera duradera, abre y produce que pasen cosas que no pasarían. Sin la risa uno está agarrado a sus ideas, a su imagen, a sus prejuicios, a sus cosas y la risa rompe ¿no? Rompe ese modo en que cada uno de nosotros está agarrado a eso que cree que uno es y me parece que la risa en el consultorio ocurre bastante.
En el capítulo “Usted me ofende” hablás sobre la ofensa como una reacción de nuestros tiempos. ¿De qué forma crees que nos limita la indignación a la hora de producir reflexiones o de generar debates a través del humor?
La ofensa y la indignación son dos formas del impedimento. Todos nos hemos indignado y nos hemos ofendido pero desde ahí no se puede hacer nada, solo queda detenernos y regocijarnos en la propia ofensa y la propia indignación. Son sentimientos bastante individuales y morales, “yo me ofendo, yo me indigno”, existen y no digo que está mal que existan, lo que digo es ¿qué hacemos con esos sentimientos que son muy morales cuando lo que el humor viene a proponer es otra cosa? Es una salida del impasse el humor, nos saca de esa paz del impedimento porque suspende la moral, no porque es amoral, sino porque la suspende.
¿Crees que ofendernos y pensar que tenemos razón nos trajo donde estamos ahora?
A lo que nos llevó “me ofendo y yo tengo razón” es primero al aislamiento y a la rotura de los lazos comunitarios, no digo que eso sea lo único obvio, ni tampoco es tan directo causa efecto. Creo que si vos te encerrás en que vos tenés razón, en tu indignación y en quién tiene razón, se vuelve una lucha uno a uno y eso no tiene nada que ver con lo colectivo. Lo colectivo es justamente lo que no segrega las diferencias, lo que admite que tengamos razón vos y yo al mismo tiempo, aunque digamos cosas contrarias, como si dijera “vos tenés tus razones, yo tengo las mías, juntémonos y pensemos qué hacemos”. Para los procesos colectivos no importa quién tiene la razón, importa cuál es la fuerza que podemos obtener para para ir en contra de aquello que nos está destruyendo.
Entendiendo al humor también como ficción ¿Por qué crees que nos empeñamos en leer la ficción como una realidad fáctica?
La crisis del humor está cerca de la crisis de la lectura en el sentido de cómo leemos, cómo nos relacionamos con eso que leemos, cómo leemos todo un acontecimiento político, una ficción, una ciudad. La posibilidad de leer implica también entregarse a lo que no se sabe y sorprenderse. Si vos vas a leer una novela y confundis al autor con el narrador y crees que todo lo que hizo es expresión de lo que piensa el autor ya estás leyendo mal porque una ficción pretende ser leída como ficción no como realidad. La ficción tiene efectos de verdad, por supuesto, pero no de realidad. Mucho menos de la realidad de lo que piensa un autor. Para mí el humor va en la misma línea de la ficción. No sabemos qué verdad se articula en ese humor. La verdad no está en lo explícito del humor, está en lo que se trafica vía el chiste, la risa.
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A 17 años del Bronce de Los Pumas
En la Copa del Mundo de Francia 2007, Los Pumas lograron dos hechos históricos: ganarle dos veces al local y volver con la primera y única medalla de bronce en un mundial. En este informe, revivimos a través de algunos de sus protagonistas cada momento de aquella hazaña.

En la Copa del Mundo de Francia 2007, Los Pumas lograron dos hechos históricos: ganarle dos veces al local y volver con la primera y única medalla de bronce en un mundial. En este informe, revivimos a través de algunos de sus protagonistas cada momento de aquella hazaña.
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Juan Pablo Buscarini: “Hoy ya no hace falta hipotecar tu casa para filmar una película”
El premiado director argentino dio su perspectiva sobre el estado de la industria del cine, la evolución del medio de la animación y los peligros de la inteligencia artificial.

El premiado director argentino dio su perspectiva sobre el estado de la industria del cine, la evolución del medio de la animación y los peligros de la inteligencia artificial.
A lo largo de sus 24 años como director de cine familiar, Juan Pablo Buscarini ha explorado diferentes propuestas narrativas y lenguajes estéticos; desde adaptaciones literarias, hasta películas que combinan animación 3D con actores de carne y hueso, como fue el caso de “El Ratón Pérez”, ganadora del Goya 2007.
-¿Cómo aumentó tu interés por contar historias a medida que fuiste evolucionando vos y el mundo audiovisual?
-El interés no viene de mis padres. Mi mamá era profesora de literatura y mi papá fabricaba zapatos y carteras, pero yo desde chico soy fanatico del cine. Sin embargo, en su momento decidí estudiar ingeniería porque tenía facilidad para las matemáticas, e hice la carrera completa, pero con el tiempo empecé a soñar con formar parte de esa industria. Lo veía así; como una industria. Entendía que era un trabajo. Quizá no estaba pensando necesariamente en contar historias. A los 28 años tomé mis ahorros y me fui a hacer un master de animación a Inglaterra.
-Tu filmografía tiene un foco en el cine familiar. ¿Cómo describirías al niño espectador de la época de “El Ratón Pérez” en 2006 respecto a este de 2024?
-Cuando hice “El Ratón Pérez” llevaba a mis hijas chiquitas al cine para ver qué películas familiares estaban dando y a ver quién iba a tener que fumarse ver. A mí me encantan las películas de Pixar porque venden igual cantidad de entradas para chicos que para adultos. Pero el streaming cambió todo. Hoy el espectador está fragmentado, desconcentrado. Una cosa es tratar de ganarte a los niños en una sala de cine y otra en las casas que pueden distraerse y pausar la película cuando ellos quieran.
-¿Entonces qué motiva ir al cine hoy en día? ¿Y para vos qué valor tiene el streaming?
-Antes las películas funcionaban con el boca en boca. Hoy en las reuniones de producción te dicen que hay que “eventizar”, un megaestreno, porque si no la gente no va. Total, después pueden verla en Netflix. A mí la combinación de streaming con salas de cine, en la que una película se estrena, y luego llega dos meses después a una plataforma, me parece una buena. Ahora los filmes originales de plataformas se piensan activamente para que les guste a todos por igual, independientemente de la región o la visión del realizador, y eso genera que se pierda identidad.
-Tu cine abordó un arte que es tan delicado y tan humano como la animación, incluso llegando a mezclar 3D y Live-Action. ¿Cómo vivís el arrasador avance de la inteligencia artificial?
-John Lasseter, director de Toy Story, decía que pensar que la animación 3D la hace una computadora sola es como pensar que la stop motion la hace la plastilina sola. La computadora es una herramienta. Respecto de la Inteligencia Artificial, me asusta más que la realización de la animación, que incluso podría traerle oportunidades a artistas independientes, es el tema de la escritura de los guiones, que es la génesis creativa de cualquier proyecto cinematográfico. Detrás de toda decisión creativa hay un montón de reflexión. No quiero que se desvalorice eso. Una Inteligencia Artificial nunca va a poder hacer lo que hace Hayao Miyazaki.
-Adaptaste al cine la novela infantil “El inventor de juegos”, de Pablo de Santis, con quien co-escribiste el guión, donde el protagonista tiene pasión por los juegos de mesa. ¿Qué te motivaba del proyecto entonces y que cambiaría si lo estuvieses afrontando ahora?
-Al día de hoy, el libro se sigue leyendo en los colegios. Creo que eso pasa con todas las buenas historias. La novela tiene muchos elementos que abren la imaginación y te recuerdan esos momentos agradables e íntimos, en familia, todos concentrados y compartiendo. El libro le hacía tributo a eso y yo quería que la película también lo haga. Creo que si la tratara de hacer hoy me dirían que es raro que no haya pantallas ni celulares por ningún lado.
-¿Creés entonces que hoy habría que poner videojuegos en vez de juegos de mesa?
-Si se hiciera eso, el protagonista ya no se sentaría a jugar con el abuelo, a que él le enseñe cómo jugar. El abuelo estaría en otra habitación.
-En el ambiente artístico crece la preocupación por el desfinanciamiento del INCAA. ¿Te sucede lo mismo?
-Argentina tiene la característica de la oscilación y de ir de un extremo a otro. Cuando yo terminé el secundario estaban los militares, había un montón de censura en el cine. Después vino la ley de cine 95 y logró que se produjeran muchísimas películas. Más allá de que a veces puede haber un interés un poco personalista en las películas, es clarísimo que el diagnóstico y la decisión del gobierno actual está profundamente errado.
-¿Qué le dirías a un joven que quiere dedicarse al cine en este país?
-Que deben aprovechar este momento de democratización que trajo la era digital, que es excelente. Se puede filmar una película profesional con un IPhone. Hay una abundancia de recursos como nunca antes. Hoy ya no hace falta hipotecar tu casa para que puedas filmar una película.