A pocos días de comenzar los Juegos Olímpicos Tokio 2021, recordamos a nuestro gran atleta, fallecido el 20 de febrero de 2020 en un accidente de moto en Marcos Paz.
A pocos días de comenzar los Juegos Olímpicos Tokio 2021, recordamos a nuestro gran atleta, fallecido el 20 de febrero de 2020 en un accidente de moto en Marcos Paz.
Braian Toledo, oriundo de Marcos Paz, nació el 8 de septiembre de 1993. Cuando iba a la escuela se “inventó” una changuita para ayudar a Rosa, madre soltera de tres hijos. “Me pasaba noches enteras dibujando y dibujando. Mis compañeros me daban 25 centavos por esas tareas y se los daba a mi mamá para la comida”, contó alguna vez cuando ya era famoso.
Desde chico realizó distintos deportes, pero decidió enfocarse en el lanzamiento de jabalina. A sus 13 años compitió en los Torneos Juveniles Bonaerenses. Sus grandes marcas en esta competencia lo clasificaron al Sudamericano que se disputó en Coquimbo, Chile, en el cual consiguió quedarse con el cuarto puesto.
En 2009, con 15 años, disputó el Campeonato Mundial (Sub 18) en Bressanone, Italia: consiguió la medalla de bronce, exhibiendo así todo su potencial. Un año después, en un torneo evaluativo disputado en el CENARD de Buenos Aires, Toledo rompió el récord mundial de lanzamiento de jabalina de 700 gramos, y un mes después volvió a establecer un nuevo récord de 89,34 metros, el cual sigue vigente.
En 2010 participó en los Juegos Mundiales de la Juventud, en Singapur. En dicho torneo logró una de sus máximas hazañas, al cosechar la medalla de oro. En 2011 dio el salto a la categoría de mayores y compitió en los Juegos Panamericanos de Guadalajara. En esta competencia logró el tercer puesto, lo que le permitió clasificarse para los Juegos Olímpicos de Londres.
En 2012 disputó el Campeonato Mundial Junior (sub 20) y logró la medalla de plata. Quedó solo detrás del trinitense Keshorn Walcott. Unas semanas después se hizo presente en los Juegos Olímpicos, creándose así un lugar entre los representantes más jóvenes en la historia del atletismo argentino. Ese mismo año se consagró campeón en el Torneo Iberoamericano de Atletismo.
En el Mundial de Beijing 2015 consiguió llegar a la final y quedar en el décimo puesto. Mismo resultado que obtuvo un año más tarde en los Juegos de Río de Janeiro 2016.
En su carrera, cosechó 20 medallas de oro, 2 de plata y 3 de bronce. Además de su gran rol como deportista, Toledo se destacó por su calidad humana. El joven participaba activamente en campañas solidarias y siempre obró para devolverle a su humilde localidad, lo que ella le había dado.
En 2020, Toledo esperaba poder volver a participar de los Juegos Olímpicos que se iban a disputar en Tokio. Pero lamentablemente otra suerte se le interpuso, y el joven de Marcos Paz falleció en su amada ciudad el 20 de febrero al accidentarse cuando conducía su moto.
Paula Pareto, alguna vez lo definió con unas lindas palabras con las que queremos recordarlo. “Braian fue una de esas personas que de solo verla te das cuenta la bondad que llevan dentro. Fue un ejemplo para muchos de que, con esfuerzo y pasión todos los sueños son posibles. Buen compañero, buen hijo, buen hermano. Un alma pura, dotado deportivamente, pero ante todo una excelente persona”, sentenció la Peque sobre Braian, a quien extrañaremos demasiado en estos Juegos.
Shanghai fue escenario de algo que parecía escrito por el azar y el afecto familiar. Bajo un calor húmedo y denso, el Stadium Court del ATP 1000 de Shanghai vibró con una tensión poco común; no se trataba solo de una final, sino de una historia de lazos y destino. En un estadio colmado, los murmullos en distintos idiomas se mezclaban con el sonido seco de las pelotas golpeando el cemento. Allí, dos primos se cruzaron en una final que nadie había visto venir. Valentin Vacherot, de Mónaco, llegó desde la clasificación, atravesó el cuadro con victorias memorables —incluida la de semifinales ante Novak Djokovic— y sorprendió al mundo con su tenis sereno y preciso andar. El francés Arthur Rinderknech, por su parte, alcanzó su segunda final ATP luego de eliminar a Daniil Medvedev y lograr su victoria número 100 en el circuito. Ambos, sin ser preclasificados, protagonizaron una final inédita: la sangre los unía, ya que son primos, pero la gloria solo esperaba a uno.
Arthur arrancó con autoridad. Rompió el servicio de Vacherot en el tercer game y marcó el ritmo del partido con su saque, ganando 20 de los 25 puntos que disputó con el servicio y conectando 10 saques que su rival no pudo devolver. Dominó con 14 tiros ganadores y solo 9 errores no forzados, frente a los 11 de su primo. Con solidez y confianza, impuso su experiencia en los peloteos largos y controló los intercambios tanto desde el fondo como en la red. Vacherot buscó respuestas, pero le faltó precisión. El francés cerró el set 6-4 con un ace cruzado. Apenas celebró: miró a su primo, respiró y fue hacia la toalla. Sabía que todavía quedaba mucho por jugar.
Vacherot cambió la historia del partido con decisión. Se adelantó en la cancha, comenzó a tomar la pelota más temprano y ajustó los ángulos. Encontró solidez en su servicio, con un 65 por ciento de primeros saques y una eficacia del 76 por ciento cuando entraban. Desde el fondo, impuso su ritmo con derechas y el quiebre llegó en el octavo game, tras un intercambio que obligó a Arthur a dejar la pelota en la red. Con temple, cerró el parcial por 6-3 con un gesto de puño apretado, sin estridencias, pero con la energía de quien acababa de entrar definitivamente al partido. La final estaba empatada y la tensión, al máximo.
El desenlace fue puro nervio y determinación. Vacherot sostuvo su servicio con autoridad y, en el noveno game, quebró con un derechazo profundo que se convirtió en el punto más simbólico de su vida. Rinderknech apenas atinó a mirar el suelo. En el punto final, Valentin conectó una derecha y cayó de rodillas sobre el cemento de Shanghai. Había sido campeón. El marcador final, 4-6, 6-3, 6-3, cerró una batalla de 2 horas y 14 minutos en la que la emoción pesó tanto como los números: 29 tiros ganadores, 19 errores no forzados y la madurez de quien, por fin, creyó en sí mismo.
Cuando el partido terminó, los dos se fundieron en un abrazo largo, de lágrimas compartidas. Rinderknech, con la voz quebrada, alcanzó a decir: “Lo único que te puedo decir es que te quiero felicitar. Estoy muy contento por vos. No puedo hablar…”. Y del otro lado, Vacherot devolvió emoción con gratitud: “Mi primera vez en China, gracias a todos. Llegué hace tres semanas sin saber si iba a jugar este torneo. En 2007 no sabía si iba a seguir con el tenis o no, pero gracias a vos, Arthur, lo hice”.
Con esta victoria, Valentin Vacherot se convirtió en el primer jugador de Mónaco en ganar un título ATP, y también en el campeón con ranking más bajo en la historia de un Masters 1000, ascendiendo al puesto 40° del ranking mundial. Las lágrimas fueron compartidas, pero el título tuvo un dueño. Un trofeo, una historia y Shanghai que los unió para siempre.
Con una mirada centrada en la inclusión y el desarrollo federal del deporte, llegó a la Secretaría de Deportes de la Nación en 2019 para dejar una huella memorable en nuestro país: se consagró como la primera mujer argentina en ocupar ese cargo.
No obstante, comenzó a escribir su legado años atrás iniciando su recorrido en una sociedad de fomento de su ciudad natal, Mar del Plata. Allí comenzó a adentrarse en el mundo del deporte para años más tarde integrar la Selección Nacional de Hockey sobre césped y ser campeona del mundo.
-¿Quién era Inés Arrondo antes del hockey?
-Era una joven marplatense muy entusiasmada e interesada por el deporte. Hice atletismo, tenis, gimnasia deportiva… siempre el deporte estuvo muy presente en mis intereses. También era bastante soñadora: quería ser primero Nadia Comăneci y después quería ser Gabriela Sabatini, así fue como un poco el deporte se presentó en mi vida.
Con el cambio de colegio que tuve entre primaria y casi secundaria fue que apareció el hockey en mi vida.
-¿Terminaste siendo vos?
-Terminé siendo yo misma. Una niña común y corriente, muy activa, viviendo en un barrio muy agreste. Una niña también con una profunda admiración por un montón de mujeres deportistas y no deportistas.
-¿Cómo fue emprender tu carrera deportiva en una nueva ciudad?
-Creo que lo primero que recuerdo fue haber tomado la decisión con un alto nivel de inconsciencia; de apostar a la carrera deportiva, me fuera como me fuera. Me lo planteé como una aventura, más allá de si me fuese bien o no.
Las cosas por suerte se fueron dando y, de repente, me encontré en la instancia de ser convocada a una preselección. Una vez dentro, pasé también a tener que sostener todo… la verdad eso también es muy difícil porque mi familia estaba en una condición económica muy complicada.
Había que sostener laburo, comida, traslados, ¡la vida misma! Porque hasta que no formás parte de la Selección no cobrás beca. Toda la previa fue dura para gestionar porque también era pleno fin de los 90, un momento del país muy complicado.
-Sobre el crecimiento que tuvo el hockey en materia de inclusión a partir de aquella camada de las Leonas, ¿qué te llevás de ese proceso? ¿Todas las medallas quedan en un segundo plano?
-La consagración más importante que logramos o la medalla más linda que logramos fue haber hecho popular nuestro deporte y que el hockey empezara a jugarse en todos los rincones del país. Es lo mágico que pasó con Las Leonas como símbolo y es lo más memorable a la hora de pensar todo lo vivido.
-¿De qué forma creés que se podría seguir fomentando un deporte de acceso popular?
-Hay comunidades y barrios que, por una serie de condiciones, tienen las posibilidades de organizarse. Encuentran el espacio físico para poder disponer de infraestructura deportiva y tienen un desarrollo socioeconómico acorde a la posibilidad de ponerse a impulsar el proyecto deportivo.
Los clubes, en cuanto a creación colectiva, son de las cosas más maravillosas que tenemos como sociedad. Construyen sentido de pertenencia y los hay recontra variados. Cuando eso no pasa naturalmente es importante que el Estado esté de garante para que los pibes de una barriada, en donde no se pudo terminar de conformar el club, puedan acceder al deporte.
Lo viví durante el desarrollo del programa de hockey y ahí es cuando empiezan a pasar un montón de cosas que son muy lindas y que tienen que ver justamente con el modelo asociativo que implican.
-Al mencionar los planes dentro de lo que fue tu gestión se me hace imposible no preguntarte sobre el proyecto Potenciar Deporte. ¿En qué consistía el mismo?
-Ese programa fue un programa lindísimo. Estaba en el marco del plan de los salarios sociales complementarios para reconocer justamente a los integrantes de la economía popular como trabajadores y al promotor deportivo como un trabajador del deporte en los barrios.
En barrios donde no estaba la posibilidad de acceder al deporte hasta que se desarrollara el marco de formación y de asistencia de estos promotores, quienes eran del barrio podían tener la formación para enseñar distintos deportes.
Podemos entender que los clubes de barrio en nuestro país son más que un espacio para realizar actividad física, son un espacio fundamental de contención y una forma de vincularse para los chicos. Pero también son espacios que se ven fuertemente vulnerados y luchan constantemente por preservar el modelo asociativo en un contexto de cambios políticos y sociales.
-¿A qué disciplinas apuntaba?
-Estaba enfocado en ocho disciplinas deportivas, las cuales mayoritariamente eran requeridas en las comunidades barriales y se disponían en espacios públicos para poder desarrollarlas.
Esto permitió el desarrollo deportivo en un montón de barrios en donde antes el deporte no había desembarcado directamente generando un efecto multiplicador del deporte en los barrios.
El @CeNARD_ cumple 70 años. @ines_arrondo, Secretaria de deportes de la Nación, analiza el rol del Estado en el desarrollo del deporte.
-¿Cómo interpretás el fuerte contraste que hay entre las políticas públicas deportivas impulsadas en el primer peronismo con los recortes presupuestarios que hay en la actualidad sobre este sector?
-La verdad es que es alucinante ver cómo una ideología se traduce en políticas y en el impulso de programas que transforman la realidad del deporte argentino, como son los Juegos Evita, como es disponer de un centro de alto rendimiento, y cómo otras ideologías contrarias y opuestas por completo a eso generan lo que está pasando ahora que es un vaciamiento del deporte argentino.
-Los Juegos Evita actualmente sufrieron una gran disminución en su presupuesto en términos reales, ¿esto repercute en la representación nacional del deporte?
-Si, claro. En los Juegos Evita en vez de participar 22.000 jóvenes de todo el territorio nacional están participando 8.000. El deporte está prácticamente sin programas de apoyo para el esquema de representación nacional para las y los atletas, sin profesionales para este trabajo interdisciplinario que es importante y necesario hacer.
Es importantísimo tener programas donde el Estado esté acompañando esa función que es un poco lo que no está pasando. Estamos atravesando una situación de extrema gravedad por esto que decíamos antes: por el impacto positivo que tiene el deporte y la actividad física en la sociedad, y por la importancia que tiene que el Estado esté presente para garantizar.
Arrondo en una clínica de hockey del programa Deportes en el Playón, impulsado por el Ministerio de Desarrollo Social, en Posadas en 2015.
-Si tuvieras la posibilidad de hablar con aquella Inés que tuvo la posibilidad de ir a probar suerte a una sociedad de fomento, como muchos niños lo hacen, o lo hacían, ¿qué le dirías?
-Al momento en que decidí salir caminando con Silvana, mi amiguita de casa, hacer una cuadra y media hasta la sociedad de fomento para anotarme en danza clásica, destreza, folklore, danza española y gimnasia deportiva también; la verdad que no tenía ni la más remota idea de todo lo que iba a significar eso después en mi vida.
Mucho menos de que iba a volver después a pensar una política pública en base a lo que a lo que me tocó vivir y comprender, desde el sentimiento en el cuerpo, lo que implica tener la posibilidad de acceder a ese espacio con otros pibes para escuchar música, bailar, correr, nadar.
Creo que todo eso también es parte de mí y de mi ser, y fue lo que también me fortaleció para después seguir el recorrido y seguir el camino. Entonces, le diría a esa Inés que no se pierda la posibilidad de vivenciar todas esas actividades que están en la sociedad de fomento. Le diría que pase por todas las actividades, que no se quede sin haber probado ninguna. Todo eso hace bien.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
El periodista Eduardo Bolaños, quien además es profesor de Eter, coleccionista y apasionado por la historia del fútbol, lleva más de tres décadas vinculado a los medios y a las estadísticas deportivas. Hoy, además de trabajar en las transmisiones de torneos, se anima a un nuevo desafío: una serie de charlas tituladas “90 minutos de fútbol y nostalgia. Las fechas serán el, 11, 18, 25 de octubre y 1 de noviembre a las 11 de la mañana en el café Naesqui (Charlone 1400, Villa Ortúzar). Por eso, en la previa de las miemas lo invitamos a Eter donde nos contó cómo se desarrollará está experiencia.
Nos contó cómo surgió esta posibilidad de hacer estás charlas y cómo consiguió el lugar. “Naesqui es un lugar que primero es una librería y después un café. El dueño es el exdirector de Editorial Planeta, con la que por suerte pude hacer mis primeros cinco libros. Nacho Iraola es muy futbolero y aceptó la propuesta. Es un lugar para charlar y eso es lo que quiero, que sea interactivo con el público”, señaló Eduardo en el inicio de nuestro encuentro.
“Después de 30 años de un género que a mí me encanta como el de las entrevistas y que los protagonistas te cuentan historias, de ir charlando y que te cuenten su vida. Por eso se me ocurrió armar este ciclo de cuatro charlas y le presenté la idea, le gustó y vamos a estar ahí. Para que el futbolero o la futbolera vayan. Es un rato donde nos divertiremos. Contar esas anécdotas que tú familia está harta de escucharte, traela que la vamos a compartir”, anticipó Eduardo.
Los cuatro días de charlas se van a ser con temáticas diferentes. La duración es de 90 minutos simulando un partido. Una de las temáticas va a ser un homenaje a Diego Armando Maradona. Más precisamente la tercera, por el aniversario del último partido del Diez como profesional. Ese recordado River 1 Boca 2, en el que Diego dio su última función en una cancha de fútbol.
“La idea es además meter un entretiempo, para que la gente descanse un poco y que sean realmente 90 minutos de fútbol. No quiero estar yo solo hablando, sino que cada persona aporte esa historia que en su casa ya contaron mil veces. La idea es que el fútbol funcione como puente generacional y emotivo. La idea es ir desde las 11 de la mañana hasta la 1 menos cuarto, que es un buen horario, también es un buen barrio para la distensión. Es una apuesta que le tenía ganas hace mucho y allí estaremos”, expresó Bolaños.
El fútbol estuvo presente desde su infancia. Entre álbumes de figuritas, revistas del Gráfico y transmisiones televisivas que marcaron época, Bolaños construyó una mirada que mezcla memoria, anécdota y análisis. “Yo me acuerdo de ir al Parque Rivadavia con mi hijo a cambiar figuritas. Era volver a revivir lo que me pasó de chico en los ochenta, cuando todavía había que pegar las figuritas con plasticola”, cuenta, con una sonrisa nostálgica.
-¿Cómo nació esa pasión por coleccionar y por la historia del fútbol?
-Arrancó en la niñez, con los álbumes. Después se cortó porque en los 80 hubo más de una década sin figuritas por un problema de derechos, y cuando volvieron yo ya era grande. Pero la pasión quedó. Años después, con mi hijo, lo reviví y fue como viajar en el tiempo.
-En tus relatos aparece mucho El Gráfico. ¿Qué significó esa revista para vos?
-Es un tesoro. Tengo la colección casi completa desde 1970 hasta 2002. Cuando dejó de salir semanal, seguí con la mensual. Hoy tengo la suerte de trabajar en la multiplataforma que mantiene viva la marca y de conducir un programa en su canal de YouTube. Es increíble acceder al archivo, con fotos y negativos inéditos.
-Se suele repetir la frase “todo tiempo pasado fue mejor”. ¿Coincidís en el caso del fútbol?
-No. Yo creo que cada época tiene lo suyo. Tecnológicamente, el fútbol de hoy es incomparable: pasamos de tres cámaras a dieciséis en un clásico. Sí extraño ciertos estilos de periodismo, pero no creo que todo lo viejo fuera mejor ni que todo lo actual lo sea.
-Como estadístico, ¿cómo ves la influencia de los números en el juego?
-Llevo campañas de jugadores y equipos, eso es útil. Pero creo que el fútbol se está sobreanalizando. Un tiro en el palo, por ejemplo, no cuenta como tiro al arco, y para mí debería. Hay estadísticas que sirven, como los mapas de calor, pero otras terminan siendo ruido para el hincha. El fútbol es mucho más simple.
Con tono cercano y un archivo cargado de memorias, Eduardo Bolaños invita a mirar el fútbol de ayer y de hoy con otros ojos. Entre la estadística, la pasión y la nostalgia, sigue escribiendo historias dentro y fuera de la cancha. Seguramente en estos encuentros se abra ese baúl de los recuerdos de tantas historias en nuestro fútbol argentino.