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Callejeros, perdidos y abandonados: La interminable tarea de rescatar animales


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Crónica del trabajo que hacen rescatistas y voluntarios para combatir el abandono de mascotas y darle refugio a animales callejeros, una tarea incansable que se sostiene a pulmón y sin políticas estatales que funcionen correctamente para mejorar la situación.


En nuestro país alrededor del 78 por ciento de los argentinos tiene mascotas en su casa, según una encuesta nacional de mascotas elaborada por Millward Brown. Esto ubica a Argentina como el país de la región con más mascotas por habitante, seguido por Chile (74 por ciento), México (56 por ciento) y Brasil (43 por ciento). El cálculo aproximado es de 15 millones de perros y 6 millones de gatos, según datos oficiales de la Cámara Argentina de Empresas de Nutrición Animal (Caena). Sin embargo, se estima que hay aproximadamente 7 millones de animales abandonados o perdidos. 9 de cada 10 animales nacidos en la calle nunca encuentran hogar

Facebook está lleno de pedidos de ayuda, de rescate o de tránsito. “Es imposible hacerse cargo de todos, pero hay casos que no se pueden pasar por alto”, es la conclusión a la que siempre llegan las protectoras de animales Patricia, Nancy y Alejandra, rescatistas desde hace 25 años. Ellas publican cada día en redes sociales pedidos de ayuda urgente. Hay perros atropellados, enfermos, intoxicados, desnutridos, perras que recién parieron y cachorros abandonados con apenas unos días de vida que necesitan perras nodrizas que los alimenten. Estas mujeres forman parte de los miles de rescatistas voluntarios que diariamente salvan la vida de animales que, sin su ayuda, estarían condenados a una muerte segura. 

Patricia en su casa tiene 40 animales entre perros y gatos y además es presidenta de una ONG, el refugio San Francisco de Asís que alberga a 400 animales. “Los refugios están saturados debido a la gran cantidad de perros en la calle, la mayoría sin chapita de identificación. Algunos se perdieron porque se asustaron con algún ruido fuerte, otros que salieron a pasear y no supieron volver a sus casas. También muchos dueños se confían y los dejan salir solos pensando que ‘siempre vuelve´, ´nunca se va´, ‘está entrenado´ … Mientras tanto, en los refugios no damos abasto”, declara Patricia. 

Nancy, hermana de Patricia, trabaja en Asís como voluntaria y da cuenta de la cantidad de trabajo que tienen a diario, y reconoce que no todas las personas que se ofrecen a colaborar aguantan el ritmo. La mayoría empiezan entusiasmadas, pero al tiempo se cansan y abandonan, o no tienen continuidad. Los voluntarios realizan tareas tales como alimentar, bañar, desparasitar, y cocinar para los más viejitos o los que no tienen dientes, así como también cambiar pañales a los discapacitados. Además, los fines de semana atienden un stand con merchandising para mascotas en una feria y con lo recaudado pueden cubrir el alquiler del predio y el sueldo de la encargada. Con las donaciones y la venta de productos pueden ir saldando deudas, van cubriendo los gastos resultantes de las operaciones, las internaciones, la medicación y el alimento. “Si bien hay marcas de alimento y veterinarias que nos dejan las cosas al costo, las sumas de gastos mensuales son siderales”, cuenta Nancy. 

Refugio San Francisco de Asís

Alejandra vive con 22 perros. Su casa es como el cuento de Los 101 Dálmatas, solo que no son dálmatas, son rescatados de todo tipo, ninguno de raza. Cuando alguien llega, salen casi todos a saludar moviendo la cola o ladrando a modo de bienvenida. Digo casi todos porque los más viejitos y los discapacitados no salen de su cama. Los más alegres de la manada son Betún y Simón, rescatados recientemente, y Donato, que fue adoptado hace 12 años por una familia. Aun así, todos los veranos durante las vacaciones de sus dueños vuelve a la casa de quien lo salvó de la calle hace ya 15 años. En el patio algunos toman sol y otros juegan entre ellos. Ya dentro de la casa hay dispuestos colchoncitos por el piso, algún almohadón y mantitas para los más remolones que duermen la siesta. En la pared de la cocina hay dos tableros con el listado de perros por su nombre, donde figuran los horarios, la medicación y el cuidado especial requerido para cada uno. De ese modo, si por alguna razón Alejandra se ausenta, su vecina Pocha la reemplaza y se hace cargo de la rutina. 

“Nosotros vemos al invisible, normalmente vemos a los que nadie ve. ¿Cómo puede ser que pasen a diario a su lado y no noten que necesitan ayuda? Una vez que ves en sus ojos el sufrimiento no podés ignorarlo”, dice Alejandra. Tal es el caso de Simón, que estaba en la calle y fue publicado en redes un largo tiempo. Tenía un lado de su mandíbula expuesta porque le faltaba parte de la cara, y todas las personas que le pasaban al lado nadie lo ayudó, como si no existiera. Por eso Alejandra lo fue a buscar y se encargó de curarlo. Simón ahora está sano y feliz. Es un perro muy bueno y agradecido, afectuoso y dócil.  

“Yo ya no puedo agarrar ningún perro más”, sostiene Alejandra. Sin embargo, al enterarse que una perra había sido abandonada y estaba durmiendo en la puerta de un edificio en Ruiz Huidobro 2359, inmediatamente ofreció tránsito. Ese dato tocó alguna fibra sensible en ella. “Nadie ofrece tránsito, salvo nosotros, los protectores, que tenemos el corazón abierto al sufrimiento de un animal y nos dedicamos a seguir el caso, y no dejarlo hasta terminarlo. Siempre me pasa lo mismo, digo que no voy a agarrar más, pero hay veces, como en este caso, que conecto con el perro. Por ejemplo, con esta perra, yo viví en ese edificio y allí fue donde rescaté a mi primer perro en 1994”, explica. 

Esa misma tarde Lady, así fue bautizada la nueva rescatada, llega a la casa luego de ser atendida por la veterinaria con los análisis de rutina. Es una perra negra con manchas blancas. Se adapta fácilmente a la convivencia con sus 22 cohabitantes como si hubiese vivido siempre ahí. Normalmente el paso que sigue es tomarle unas lindas fotos y subirlas a las redes para poder encontrar un adoptante. Sin embargo, por esas casualidades de la vida, la kinesióloga que viene unas veces por semana para rehabilitación de los perros con movilidad reducida estaba buscando una mascota. Recientemente, la suya había fallecido. Al ver a Lady, adulta y tamaño medio como aquella, fue amor a primera vista. Fue así como Lady pasó de estar en la calle a tener un nuevo hogar, todo en el mismo día. 

De todos modos, no siempre las historias tienen final feliz. En muchos casos los caninos se quedan en los refugios de por vida, lo cual no es lo ideal. Por supuesto que están mejor que en la calle, contenidos y cuidados, pero también necesitan caricias, juegos y una familia para dar y recibir amor. La mayoría de la gente quiere adoptar perros de raza, o bien prefieren cachorros, y es lógico, por sus ojos tiernos y sus pasos torpes, estos son la viva imagen de la ternura. En cambio, a los perros viejos con su postura encorvada, sus marcas, traumas y heridas debidas a la vida horrible que tuvieron, casi nadie los quiere. Esos son los preferidos de Alejandra ya que ella quiere que al menos los últimos años de estos tengan mejor calidad de vida, rodeados de cariño. “Rescatar perros es como la mafia, una vez que entras no podés salir”, afirma Alejandra, a modo de broma, pero con los ojos llenos de lágrimas.  

En el 2020 por las restricciones de la pandemia zoonosis dejó de funcionar como corresponde provocando el aumento de cachorros en la calle. Es sumamente importante continuar con las castraciones masivas, tal como estipula la Ley 13.879 de la Provincia de Buenos Aires que obliga a castrar perros y gatos de forma gratuita y masiva y prohíbe la matanza en los municipios, como así también todos los actos que impliquen malos tratos o crueldad, de acuerdo con lo establecido en la Ley Nacional Nº 14.346. 

Actualmente se están dando muy pocos turnos para esterilización. Por tal motivo las proteccionistas hacen un gran esfuerzo para continuar con las castraciones de manera privada.


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