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Carlos Rottemberg: “La devaluación del peso hace que en el teatro tengamos mucho público de otro países”


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El empresario argentino explica el éxito de la industria teatral en tiempos de crisis, su largo camino en el rubro y por qué no sumaría nuevas tecnologías al escenario.


Carlos Rottemberg es quizá el sinónimo del empresario teatral argentino que ha dejado una marca perdurable en la industria del entretenimiento. Con una carrera prolífica, recientemente lanzó “Matilda”, una exitosa obra que denota su agudo ojo para respaldar proyectos innovadores y de calidad en la escena del país.  

-Dado que el teatro es político, ¿cuál es tu mirada cómo ciudadano y empresario argentino en este contexto?

-Mi  mirada es la mirada democrática a ultranza, celebrando los 40 años de democracia recuperada en este país y obviamente buscando los gobiernos más constitucionales posibles. A mí no me gusta hablar de la Argentina, prefiero hablar de los argentinos, y creo que hoy todos buscamos una estabilidad.

-¿Qué te generaron los dichos del presidente electo Javier Milei sobre golpear un muñeco con la cara del exmandatario Raúl Alfonsín?

-Como alfonsinista me provocó una profunda indignación. A nadie le gusta que se malogre la imagen de un presidente que fue el primero en hacer la transición a la democracia. Considero que siempre hay que poner por encima de todo la institucionalidad y el sistema democrático, que hasta el momento es el que mejor se conoce.

-¿Por qué parece que la crisis económica del país no afecta tanto a la industria teatral?

-Desde abril de 2022 el teatro no paró de crecer. Si bien la crisis afecta a los ciudadanos, hay un sector con amplios recursos y ni hablemos de los que están dolarizados.

-¿Se podría decir que la devaluación del peso argentino de alguna manera ayudó al teatro?

-Al consumidor sí, en general a todo lo que tiene que ver con artes escénicas. La devaluación hace que semanalmente tengamos en el teatro público de países limítrofes, incluso de Perú y México. Se ven muchas plateas con la mitad de espectadores extranjeros que aprovechan el valor del dólar en nuestro país.

-¿Cómo se calcula el valor de una entrada?

-Yo siempre tomé los parámetros internacionales. Así como existe el índice Big Mac, nosotros tenemos uno histórico: 5 entradas de cine equivale a 1 entrada de teatro, 15 cafés de la esquina de la sala es una platea de comedia. Hoy sin embargo no puedo asegurar que con una entrada de teatro podés tomarte 15 cafés.

-Sos testigo de lo que fue la cultura argentina desde la dictadura hasta hoy. ¿Cómo era el teatro en ese entonces? 

-El teatro privado era de las artes escénicas que por ser hermana menor de los medios de comunicación masivos sufría menos intervenciones. Eso no quiere decir que no recibimos amenazas de bomba o una pastilla de gamexane que explotaba en la sala para sacar a la gente, porque era irrespirable el aire. Esas cosas nos pasaban, pero dentro de la prohibición trabajamos con unos cuantos artistas que estaban en las famosas listas negras de la dictadura.

-¿Qué te genera que el musical de Matilda haya tenido tanto éxito?

-Lo que más me gustó de Matilda fue la cantidad de contenido. Es un personaje célebre de la literatura, surge de una película y de ella la obra teatral. Por lo tanto es una apuesta muy personal que sale de lo habitual porque no me dedico a musicales.

-¿Es mucho más complejo realizar un musical tan grande con un elenco repleto de artistas menores de edad?

-Supone rigurosidad y mucho tiempo. Un equipo idóneo para poder contener a los chicos y a su familias, y siguiendo las normas de cómo se debe trabajar: con tres equipos de chicos distintos porque por ley no se permite que los niños trabajen con un ritmo de funciones como los adultos.

-¿Cómo te vas adaptando a las tendencias y las preferencias de la audiencia?

-No me doy cuenta de mucho cambio en lo que tiene que ver con el teatro. Solo cambiaron los títulos, lo que hoy se llama “standapero” ya lo hacía un monologuista como Luis Landriscina hace 50 años, o Enrique Pinti cuando empezó. 

-¿Consideras incorporar las nuevas tecnologías cómo el streaming en tus producciones?

-No me interesa incorporarlas. El teatro no supone ninguna otra lectura que no sea un hecho artesanal, en vivo, sin copias y sin simultaneidad. Obligatoriamente el artista y el público en el mismo lugar en un mismo momento, todo lo demás no es teatro. No digo que esos productos sean mejores ni peores pero teatro no son.

-¿Qué le diría el Rottemberg de ahora a ese que era acomodador de cine en su infancia?

-Algo que va para todos, que cuando hay una vocación no se dejen traicionar. Incluso cuando hay palos en la rueda, que a mi también me los pusieron cuando quería incluirme en este ambiente y no sabía cómo, porque no provengo de una familia del espectáculo. Le llamaban obsesión a mi deseo de descubrir esta lucecita del espectáculo, y lo logré en base a trabajarlo mucho. 

-¿Qué proyectos te depara 2024? 

-Vamos a hacer Escuela de Rock siguiendo la misma premisa de Matilda, el colegio y con chicos. Es un contenido pedagógico que  sale de lo común, no es un programa de televisión llevado al teatro. 


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