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Una vidriera cinematográfica

Foto: Nahuel Lizardo

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“Es un momento en el que no se puede tapar el sol con las manos”, dijo a ETER Digital el director del festival LatinArab, Christian Mouroux, durante la apertura del ciclo. 


Es la primera vez que el Festival de cine LatinArab se realiza en más de un país. Además de exhibir películas en Argentina, se sumaron dos sedes, una en Chile y otra en Brasil. La décima edición, celebrada entre el 4 y el 18 de mayo, estuvo atravesada por el homenaje al ex Director Ejecutivo de Cine Fértil, Edgardo Bechara Elkhoury, uno de los fundadores, que falleció el año pasado por coronavirus. El actual director del Festival, Christian Mouroux, explicó que compartieron trabajo con Bechara desde la creación del evento en 2011. Tras la pandemia, este año el ciclo de cine árabe y latinoamericano  volvió con la ambiciosa propuesta de simultaneidad en tres países. “Es la mejor manera de recordarlo y continuar su legado”, dijo.

Hace más de una década, LatinArab nació como una propuesta exclusiva de material proveniente de Medio Oriente. La efervescencia social en la región por la Primavera Árabe, la presencia estadounidense en Irak y la situación del pueblo palestino conmovió a sus organizadores. Mouroux contó que ayudó a Edgardo con “proyecciones y muestras de índole más políticas con programación de documentales vinculados al conflicto de medio oriente” y que en ese momento comenzaron a investigar “una inmensidad de corpus cinematográfico de larga data que se puede encontrar en los países árabes”. Ambos vieron una oportunidad en la inexistencia de festivales de este carácter no solo en Argentina sino en toda Latinoamérica. En una segunda etapa los contenidos se ampliaron. Ahora, LatinArab “funciona como una puerta de entrada para el cine árabe a nuestra región, pero también es una vidriera del cine latinoamericano para los países árabes”, sostuvo el Director Artístico. 

Además de ser un puente cultural, este es un ciclo competitivo. Se premia Mejor largometraje, Mejor Cortometraje y Promoción de la Diversidad Cultural. Además, los largometrajes árabes tienen la oportunidad de ganar servicios de postproducción provistos por Lahaye Media, es un premio de corrección de color y otros servicios vinculados a la imagen. También reciben cuarenta horas de edición de sonido por Pomeranec Música y Sonido. Para la competencia de largos latinoamericanos, las producciones adquieren el respaldo de la distribuidora Max Solution, establecida en Egipto y que tiene alcance en toda la región de habla árabe. También hay un premio de la Universidad del Cine (FUC) para los directores en la competencia de cortos, una beca para realizar uno de los seminarios de la oferta académica.

Foto: Nahuel Lizardo

La demonización en el cine occidental

Para Mouroux los latinoamericanos ya no están “tan permeados por el bombardeo propagandístico” de series como Fauda o industrias como Hollywood, que hace décadas viene demonizando no solo a los palestinos sino también a los árabes en general y que ni siquiera “se gastan en distinguir la diversidad cultural y confesional que existe entre y dentro de los países árabes”. Sin embargo, sugiere que hay una adaptación más sofisticada y sútil de los mecanismos de estigmatización que resultan más difícil de identificar. Un ejemplo que da Christian es que en Netflix se lanzó una colección de cine que se llama Palestine Stories y se publicó toda la filmografía de Elias Suleiman, pero en esta “apertura” hay una limitación o “frontera” cuando se trata de temáticas relacionadas a la Nakba (así llaman los palestinos a la creación del Estado de Israel y el éxodo forzado)

Carta de amor para el pueblo palestino

La elección de Gaza Mon Amour para la apertura se planificó en el 2021. El enfrentamiento bélico entre Hamas e Israel que comenzó el 6 de mayo del año pasado fue determinante para esta decisión. “Nos parecía que el nombre de la película implicaba un mensaje, una carta de amor de Argentina para el pueblo palestino”, explicó Christian. Los hermanos Nasser tuvieron su pico con otra producción que fue seleccionada por el Festival de Cannes, el corto Condom Lead

Para Christian la “osadía” fue un condimento que caracterizó a Gaza Mon Amour y fue otro criterio que tuvieron en cuenta a la hora de elegir la película. Esta comedia romántica desprende varias aristas. Por un lado, muestra una cotidianidad en la que, pese al bloqueo, no dejan de transcurrir las historias de amor. Los habitantes de Gaza ríen, trabajan, cocinan, son reprimidos por la policía, se enamoran y tienen sexo. Por el otro, hay una diferencia marcada entre las generaciones anteriores a la Primera Intifada de 1987 (levantamiento palestino) y las que nacieron entre la década del 90 y luego de la Segunda Intifada del año 2000, cuyas aspiraciones y el modo de ver el conflicto cambiaron.

Al final de la apertura, Mouroux y los gemelos Nasser pasaron al frente. Debajo de la pantalla, Arab y Tarzan contestaron las preguntas del público y dieron detalles sobre su familia. A todos ellos les es imposible salir de Gaza. Uno de los seis hermanos tiene 22 años de edad. “Él no conoce otra vida que tener dos horas de electricidad al día”, dijo Arab. Como muchos otros jóvenes que habitan las redes sociales, “él ve que hay mayor bienestar en otras partes del mundo y tiene el deseo de irse”, completó su gemelo.


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