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¿CÓMO SEGUIR CON LAS CLASES Y NO DEJAR A NADIE EN EL CAMINO?


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La pandemia obligó a las universidades a reinventarse, pero la  virtualidad desnudó un problema, por ahora, sin solución: la falta de acompañamiento, los problemas de conexión y la brecha tecnológica empujan a muchxs alumnxs a abandonar sus estudios.

Por Francisco Policastro

Un estudiantado compuesto por casi 10 mil alumnos, de los cuales el 80% aproximadamente es el primero en su familia en comenzar sus estudios universitarios. Un plantel docente con 768 profesores dispuestos a dictar los contenidos de 10 carreras de grado y dos licenciaturas. Veintitrés hectáreas de parque en las que se encuentran cuatro edificios que albergan 73 aulas, 12 laboratorios, una biblioteca, un bar y oficinas administrativas. Todos en la Universidad Nacional de Moreno esperaban, con ansiedades disímiles, el comienzo de un nuevo cuatrimestre. Las circunstancias los obligaron a reinventarse.

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Roxana Carelli está en su casa, como casi todos. Luego de un inicio de cuatrimestre que jamás esperó, cuando aceptó el cargo de Secretaria Académica, empieza a lograr encontrar huecos para ver Netflix antes de que el sueño la derribe. Con orgullo invita a revisar UNMTube, la plataforma lanzada el 7 de mayo, de acceso abierto y en la cual se pueden ver tutoriales para docentes y alumnos, así como clases enteras o algunos fragmentos. Sin embargo, tras el primer click en la parte de instructivos de uso, aparece una escena de la película 300. “Hay que avisar urgente que lo cambien, lo pusieron en cualquier lado”, dice con resignación Roxana, como si su trabajo nunca alcanzara.

“Al principio el trabajo fue acompañar a los docentes, en especial para adaptar los contenidos y formarlos para la modalidad virtual”, recuerda. Fue con este fin que estuvo a cargo de la conformación de un equipo técnico-pedagógico para dar asistencia a los profesores en la educación a distancia. “Buscamos gente del plantel que tuviera experiencia en este tipo de clases y uso de la plataforma”, agregó.

Entre ellos, se encuentra Juliana Tomasello, docente de la materia de Economía. Cuando esperaba un cuatrimestre clásico, en el que pensaba que iba a tener que insistirle a los alumnos que dejen de usar el celular, se encontró detrás de una pantalla esperando que aparezcan “en línea”. Su experiencia previa en clases a distancia la ayudó: ya contaba con la cámara, el micrófono y, sobre todo, el entrenamiento. La diferencia radicaba en el contenido y la forma de exponerlo, además en su nuevo rol de ayudar a sus colegas.

“Formar a otros docentes fue lo más complicado. No todos habían utilizado el Campus hasta el momento y los que sí, lo hacían de modo muy rudimentario”, señala la profesora. Junto con su equipo, brindaron entre 2 o 4 conferencias vía web por semana (muchos asistentes tuvieron problemas para conectarse), en las cuales se dejó en claro un concepto: los contenidos a dar deben ser los mínimos e indispensables.
Juliana, si bien disfruta de la nueva forma de dictar las clases y la evalúa como una herramienta muy útil, considera que “el desafío es lograr que los contenidos puedan ser comprendidos por los alumnos y que la clase sea llevadera”. La mayor dificultad la encuentra en la interacción y el seguimiento: “Falta poder explicar cara a cara, utilizar un pizarrón, conocer a los alumnos. Al verlos te das cuenta si están entendiendo”, agrega.

La conectividad de los estudiantes es una de las prioridades y, a su vez, uno de los temas más complejos. “Al principio el portal no funcionaba bien y muchos profesores querían dar clases en Zoom o en Meet, que son pagos. Decidimos que las clases sincrónicas sean las mínimas posibles”, recordó Carelli. Esta decisión tiene otros fines. En primer lugar, que los alumnos que no puedan acceder en el horario de clase tengan de igual manera el contenido a disposición. Además de esto, en base a un acuerdo del Ministerio de Educación de la Nación y la Secretaría de Políticas Universitarias con el Ente Nacional de Comunicaciones y las empresas prestadoras de servicios de telefonía e internet, la utilización de sitios con dominio .edu.ar no genera consumo de datos móviles, por lo que el estudiantado no tiene un costo al acceder.

Las tasas de conectividad, pese a esto, muestran resultados poco alentadores. Según un relevamiento realizado por la Universidad, los alumnos conectados son cada vez menos. Desde el 22 de abril al 10 de mayo, los ingresos a las clases sincrónicas han caído en un 5% por semana. De esta manera, la conectividad al inicio del cuatrimestre rondaba el 95% y según el último dato conocido ahora no llega 75%.

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Hace 43 años, cuando su familia tomó la decisión de mudarse a la Ciudad de Buenos Aires y abandonar la localidad de Banfield, Roxana tenía 12 y recién terminaba sexto grado. Tal era para ella la importancia del grupo que la había acompañado en la primaria en el Colegio Westminster que decidió viajar en colectivo una hora y media durante todo un ciclo lectivo con tal de compartir ese cierre con sus compañeros al lado.

Ante la falta del primer grupo de contención, los mismos compañeros, desde la institución se le pidió a los docentes que se contacten con los estudiantes que nunca se habían conectado. Sin embargo, Roxana aclara que, más allá de eso, no han tomado ninguna medida de acompañamiento porque “no nos da”.

Lucía Fernández tiene 24 años y comenzó a estudiar la licenciatura en administración en 2014. Como cuatro de cada cinco estudiantes de la Universidad, es la primera integrante de su familia que consigue alcanzar este nivel de estudios. Es así que la única manera de formarse fue recorriendo los pasillos, charlando con alumnos más avanzados y militando. En 2015 fue electa como integrante del centro de estudiantes, en ese caso como vocal, y ha ocupado diversos roles dentro de la representación estudiantil desde entonces.

“Hubo gente que abandonó porque no le resultó cómoda la modalidad y prefirió esperar a que vuelva la presencialidad. Otros, porque se frustraron cuando empezó la cursada y andaba mal el campus”, señala. Lucía hoy se desempeña como secretaria general del centro de estudiantes, el intermediario más importante entre alumnos y rectorado. Los reclamos que más recibieron este tiempo tuvieron que ver con los problemas de conexión, los cuales fueron trasladados a las autoridades.

Desde la UNM coinciden en que al comienzo fue un inconveniente, pero ven en la utilización de clases asincrónicas y la compra de servidores una solución eficiente.

Ante esto, la dificultad que se plantea es el acompañamiento. “Ahora tenemos que avanzar sobre actividades que le sirvan a los estudiantes para enfrentar la cuarentena”, indica Lucía, quien es una de las creadoras de lo que dieron en llamar como “el voluntariado”. Este proyecto consiste en estudiantes avanzados que se ofrecen para ser tutores de alumnos de primer año. “La idea es ayudarlos a realizar el proceso de aprender a ser estudiantes, es decir, ayudarlos en la interpretación o conceptos que son muy propios de la educación universitaria”, agrega la Secretaria General.

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Según las autoridades, el primer cuatrimestre de 2020 será el más largo que han atravesado: empezó en marzo y terminará en diciembre. Las horas de práctica que requieren el uso de instalaciones específicas intentarán recuperarse en los últimos meses, pero aún no hay certezas respecto a la posibilidad de conseguirlo. Un estudio del Centro de Estudios Atenea analiza las conexiones de cada región y sentencia: “La brecha tecnológica castiga doblemente a los estudiantes provenientes de hogares pobres”. Ante esto, una comunidad educativa completa busca que estos no sean, una vez más, quienes queden afuera del sistema.


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